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Jaf, Hombre de blues.

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El guitarrista y cantante, que esta noche se presenta en el teatro Apollo, habla de su presente, reivindica su independencia artística y define qué es lo que entiende por éxito.
Jaf, Hombre de blues.
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15/11/13

En cualquier repaso -por fugaz que sea- del álbum de fotos de la vida artística de JAF-Juan Antonio Ferreyra, aparecerán imágenes de su paso por Riff, datadas a mediados de los '80, algunas páginas después de las que registran su sociedad aún vigente con el baterista Beto Topini, y antes de las que lo muestran sobre el escenario de River, en la previa de la primera visita de Eric Clapton al país o de las que, algo más adelante, lo inmortalizan en el estudio de Ritmo de la noche, frente a una tribuna colmada de chicas que agitando sus porras al ritmo de Todo mi amor.

Y, también, estarán por ahí las más recientes. Las que lo retratan sin esa tupida melena que alguna vez lució, en algún barcito de la costa o de vaya uno a saber qué pueblito más o menos lejano, guitarra en mano, cantando sus viejas canciones, algunos covers de sus músicos admirados y sus nuevos temas, en un plan que tiene la independencia como una de sus banderas innegociables.

Un camino que lo alejó de la masividad, pero que lo acercó a un público con el que mantiene, en muchos casos, una relación que se parece bastante a la amistad. Y que también lo lleva a dejar la comodidad de su hogar para sentarse en un bar de Villa Devoto bien entrada la noche, para contar de que van sus presentaciones en el Teatro Apollo -la primera fue el viernes pasado y la segunda es hoy, a las 21-, en la avenida Corrientes 1372, a la que invita desde su página y sus gacetillas escritas en primera persona.

"No hago publicidad en la vía pública ni tengo pauta en radio. De modo que lo que pasa es el resultado de lo que se difunda desde mi página (www.pistas-candentes.com.ar), mi Facebook o algunas notas de prensa", explica. Al mismo tiempo que apuesta con optimismo que le puede funcionar bien.

La decisión de liberarse de cualquier lazo que lo atara con alguna discográfica viene de larga data, tras mantener un vínculo con el sello BMG a lo largo de unos ocho años, con seis discos editados y unos cuantos hits en su repertorio. Y tres lustros después de aquella jugada, no muestra ni un poco de arrepentimiento.

"Sabía que si hacía las cosas de esta manera iban a pasar determinadas cosas como, por ejemplo, pasar de tener una muy buena difusión a tener nada. A punto tal de que al llevar mi nuevo material a una radio como la FM100, después de haber tenido el tema Todo mi amor en su Top10 durante 14 meses, me encontrara con que no podían pasarlo porque no había una compañía detrás", recuerda.

¿Entonces?

Entonces, hay una sola cosa que se podía y que se puede hacer.

Que es…

Que es ir a tocar a un lugar, subyugar a la gente que está ahí hasta enamorarla y, cuando termino, presentarme uno por uno y si puedo, venderles mis discos. Y después, en un tiempo, volver a verlos en el mismo lugar. De acuerdo a la capacidad del local es la periodicidad de las visitas. Si lo sabés hacer bien, resulta en que se puede llevar adelante una rutina de tocar todo el tiempo.

¿No extrañás la masividad?

Claro que la extraño. Pero eso ya lo conozco, y han aparecido otras cosas, mortales. Por ejemplo, a partir de una convocatoria hecha a través de la página, hace un tiempo hicimos una reunión con ciento y pico de tipos que me siguen, en el Parque Sarmiento. Comimos unos choricitos, tomamos algo, remontamos barriletes y terminamos quemados por el sol, roñosos, como si hubiera sido una reunión familiar, sin que hiciera falta que tocara. Y cuando terminó el día, un nene de cinco años, con una remera de Superman, me trajo una guitarrita para que se la firmara y le dijo al papá que había sido el mejor día de su vida porque había podido jugar con su papá y conmigo. Ese es el éxito; y puedo salir con orgullo a contarlo. Hay una cuestión de afecto genuino que comienza a ser más importante que la guitarra.

¿Tanta independencia no te deja un poco fuera del "ambiente"?

Si quisiera meterme en el ambiente haría otras cosas y me metería muy fácilmente. Pero nunca me terminó de gustar. El ambiente que me gusta es el de ese domingo. Vivo en mi barrio desde hace 35 años, desde cuando nos conocíamos todos, donde se hacen laburos entre todos, donde yo te doy esto y vos me das algo sin plata de por medio. Esas cosas son las que me matan.

¿Siempre fue así?

No. Yo laburé tres años como artista de Canal 11, con Marcelo Tinelli en un momento tremendo, ganando una guita infernal. Eso hacía que donde tocara fuera un quilombo, con mil millones de minas… Pero cuando rescindí el contrato, empecé a tocar en otros lugares, más sencillos, en coincidencia con un cambio económico, social y cultural en el país, que devino en lo que vivimos ahora.

Cultural…

Claro. ¿Cuál fue la última banda argentina que te ha sorprendido?

Para mí, fue Sumo. Hubo un cambio general en la culturización de los jóvenes, que no son los culpables. Pero eso se ha hecho a propósito, porque es más fácil engañar a un torpe. Algo que cuando se hace por varios años, como se ha hecho, da como resultado que los pibes sepan mucho menos de lo que deberían saber. Y, como consecuencia, así van a ser sus expresiones.

¿Cuesta mucho mantenerse al margen de esa inercia?

Mantener una conducta es muy difícil. A veces sería sencillo empezar a hablar de ciertos códigos, de la droguita, de la sanatita, cambiar el lenguaje, la vestimenta. El éxito sería inmediato. Pero no es algo que tenga ganas de hacer.

Aún conociendo muy bien algunos de esos códigos de los que hablás.

En mi carrera, fui a tocar a muchos lugares en los que se ven cosas de terror. Pero yo digo cosas que para mí son las que hay que decir, y que las entienda quien las entienda. Y si hace falta, me quedó después para explicarlas. Viendo lo que me pasa, al cabo de 40 años como profesional, siento que estoy acertado. La cantidad no importa. La calidad sí. Y las cosas que me están pasando son muy gratificantes.

Mencionaste a Sumo como lo último que te sorprendió. ¿Le prestás atención a lo que suena hoy?

En cada uno de los 180 shows que hago por año, desde hace casi dos décadas, me dan por lo menos un demo. Debo haber escuchado unos tres mil demos. Pero no doy consejos desde el punto de vista artístico.

¿Por qué?

Porque no es fácil decir algo, cuando quien te entrega su demo está esperando que le des una determinada respuesta. Y como es una cuestión de gustos, es muy complicado. Puedo, sí, hablar de cuestiones técnicas, pero artísticamente, si están haciendo lo que les gusta hacer, tienen que meterle para delante. A veces, los chicos son influenciados porque les dicen que hagan algo en pos de lograr cierto objetivo. Y cometen un error; porque un músico debe hacer lo que quiere y siente. Aunque se trate de una mínima nota, debe ser tocada con gusto y ganas, porque en ese sonido está representado quien lo toca. Puede no gustarte, pero ese tipo es real. Es honesto. En tanto y en cuanto los músicos se pone a hacer determinada música para entrar en tal o cual lugar, empiezan a sufrir muchísimo, hasta que, al final, se les cierran un montón de puertas y terminan colgando los botines, con un gran tajo en el pecho.

¿De qué se tratan estas presentaciones en el teatro Apollo?

Voy a tocar rock and roll a morir, con el formato de un power trío. Son unos cuantos temas, de mi álbum más reciente -Canciones de amor- y de mis otros discos, algún cover de Sumo, algo de Riff, quizás algo de Led Zeppelin. Es un sonido super vintage, sin procesadores. Volumen y nada más.

Hace poco tuviste un accidente con tu auto, en la ruta. Lo de rutas candentes no queda sólo en palabras. Me muevo así, cuando salgo de gira. Voy solito con el auto, meta y meta. Siempre recuerdo que Chuck Berry decía que el blusero tiene que tener un auto, para llevar a su chica y su guitarra hasta la próxima ciudad en la que va a tocar.

¿Te considerás un blusero?

Sí. Las músicas suelen tener un nombre, pero algunas veces es la actitud la que está asociada a un genero determinado. Blusero también el tipo que está ahí enfrente cargando nafta en la estación, o el que está haciendo la tarjeta.

¿Cuál es la diferencia con un rockero?

Generalmente, el rockero es blanco, y el blusero es negro. Hay pocos blancos. Eric Clapton es un digno continuador de Freddie y de B.B. King. Pero él mismo decía que tocando al lado de Jeff Beck llegaba un momento en el que no podía tocar más. Y menos si se trataba de Johnny Winter. Winter es uno de los muy pocos blancos que supo captar la esencia. Y todos quieren tocar con B.B. King. Aunque sea una nota; o al menos estar a su lado, para respirar el mismo aire.

Supongamos que te llaman Ian Gillan y B.B. King para invitarte a tocar, el mismo día, a la misma hora, en diferentes lugares. ¿Con quién vas?

Me voy con el negro.

Y a Gillan, ¿lo dejás solo?

Gillan se vendría con el negro también.

Información

JAF toca hoy, a las 21 horas, en el Teatro Apollo, Av. Corrientes 1372. Entradas a través de Plateanet, a $250.



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