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Villa-Devoto

Punta para dos.

Boca se fue con las manos vacías de Victoria y ahora comparte la punta.


Tigre lo venció por 2-1 gracias a un gol en contra de Schiavi, a dos del final. Ahora Newell's acompaña a los de Falcioni en la cima, mientras que los de Arruabarrena quedaron a tres aunque siguen en descenso directo.



Salir de excursión se había hecho una costumbre placentera para Boca. Un año y cinco días se la pasó saliendo de la Bombonera y festejando. Pero eso se le terminó justo tras vencer a Fluminense en Río de Janeiro, tal vez su éxito más valioso de visitante. En Victoria y con un Tigre que sumaba cuatro partidos sin ganar con tres derrotas seguidas, se le acabó la última gran racha a este Boca. Aunque tiene un consuelo: perdió ese invicto, pero no la punta, aunque ahora la comparte.
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Por la lesión de Riquelme y por la suspensión de Chávez, por las ausencias de sus enganches, ya se sabía que Boca cambiaría su habitual 4-3-1-2 por un 4-4-2. Lo que sorprendió fue la elección del volante izquierdo. No jugó Sánchez Miño, como se insinuaba. Lo hizo Mouche, como en la revancha con Arsenal por la Copa, tras la expulsión de Somoza. Aquella vez el zurdo había cumplido con la misión del desdoblamiento sacrificado con un hombre menos. En este caso, no influyó tanto.

Por un lado, con Mouche en ese lugar, Boca logró que en ese 3-4-1-2 de Tigre, Galmarini fuese casi marcador lateral derecho, con chances nulas de proyección. Pero por otra parte, también la presencia de Mouche por esa banda le quitó sorpresa y espacio a las escaladas de Clemente Rodríguez. Además, cuando desbordó, Mouche tiró centros sin precisión. En definitiva, Boca extrañó a Riquelme y a Chávez. Se había bien acostumbrado a jugar con enganche. Y al faltarle, se notó.

Tigre también tuvo que ver en los problemas de Boca. No fue un buen anfitrión. Le planteó un partido incómodo, con una presión constante, tratando de ponerle dos jugadores presionando a cada uno de Boca que la recibía, además con mucha intensidad en la marca. Boca propuso pero no dispuso. Silva bajaba demasiado. Cvitanich sólo luchaba. Ledesma no sorprendía. Boca tenía la pelota, pero Tigre lo ahogaba y no lo dejaba pensar. En ese desarrollo físico y trabado, hubo pocas llegadas.

Tigre encontró el gol promediando el primer tiempo, en un gran tiro libre de Diego Morales que dejó sin reacción a Orion, todo tras una falta a Luna que no pareció. Y protestó una caída de Luna en el área, agarrado por Franco Sosa.

A Boca le costó tanto elaborar juego como peligro. Tres veces se aproximó Silva, dos pateando cerca del palo y en la tercera obligando a una gran atajada de García. Hasta que el seguro Insaurralde, como el sábado ante Argentinos, llegó al gol, esta vez empujando un rebote al empate, tras un corner.

Lo mejor vino tras la igualdad, en ese cuarto de hora final. Parecía que lo ganaba Boca, que contó con un gol anulado a Ledesma por una mano para interpretar y con un cabezazo de Erviti que pasó cerca. Pero Tigre golpeó en otro tiro libre, esta vez mandado a la red por Schiavi, quien la peinó al gol que menos deseaba mientras caía abrazando a Echeverría, justamente el mismo jugador que en el último suspiro y despejando una pelota sobre la línea evitó ese empate que Boca, sin jugar bien, igual merecía.



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