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Guillermo Francella: Una cara amiga.

Guillermo Francella: Una cara amiga.


Entrevista. Hoy vuelve con “El hombre de tu vida”. Será a las 22, por Telefe. El actor destaca una carrera hecha peldaño a peldaño, sabiendo que en su manera de contar historias tenía un as en la manga.


Hoy vuelve el hombre de tu vida.


De Exterminators al Oscar. La carrera de Guillermo Francella barrió con casi todos los prejuicios. El actor, que hoy a las 22 vuelve a la pantalla de Telefe con la segunda temporada de El hombre de tu vida , tocó todos los registros: fue del humorista casi infantil al capocómico, pasando por el perfil dramático, el musical y ahora, el galán. O más bien, un seductor sui generis.
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Tu personaje, Hugo Bermúdez, trabaja como seductor profesional, pero no parece ser un ganador. Si, es cierto, él es seductor, pero no es un ganador, al contrario, tiene mucho de perdedor, de hombre común y eso lo hace más interesante, más accesible. Es que Hugo empieza la historia sin querer engancharse en el negocio que le propone su prima, de conquistar mujeres. Al principio, se resistió, porque quería ir con la verdad en un mundo deshonesto. Y al final, resulta que le va mejor mintiendo. Pero él no es mentiroso naturalmente. En definitiva, él descubre que puede ayudar a estas mujeres, las revaloriza, es realmente un trabajo de recursos humanos el que hace y se lo termina creyendo. En esta temporada también aparece el fantasma de la madre de su hijo (que murió) y se entienden algunas cosas más de Hugo. ¿Tiene el encanto del hombre común? Algo de eso hay en su espontaneidad. Por eso, algo les pasa a las mujeres con este tipo, porque se enganchan. El problema es que Hugo las tiene que encantar para después desencantarlas. ¿Cómo es enfrentar un personaje en una segunda temporada? Empieza a complejizarse. Este año, Hugo tiene ganas de largar, tiene muchas dudas, siente que tiene que dedicarse más a su hijo. Le aparece una crisis de identidad. Pero también los otros personajes tendrán sus conflictos: el cura (Luis Brandoni) va a dudar de su vocación, Gloria (Mercedes Morán) tendrá un nuevo hombre en su vida. Todas son historias hermosas, muy bien contadas, con personajes muy reales, tiernos, verosímiles y también con cierto sabor agridulce en sus vidas. Hay muchas vueltas de tuerca. Y estamos felices porque el universo que contamos en la primera temporada se entendió y gustó. El público se divirtió con los diálogos y eso es algo que logra el director, Juan José Campanella. Para un actor es un placer poder decir esos textos que parecen charlados, fluyen con mucha cotidianeidad y a la vez expresan perfectamente los conflictos. En la ficción te toca entender, en cada capítulo, a una mujer distinta para tratar de conquistarla. ¿Cómo te enfrentaste a ese mundo femenino tan variado, con una realidad tan diferente a la tuya que llevás más de 20 años de casado? Con mi mujer nos conocemos hace 25 años y estamos casados hace 23. Es verdad que hoy en día no es tan común eso. Llevar adelante una pareja es un ejercicio, un aprendizaje. Implica entender, comprender, ceder, aceptar ese mundo distinto al de uno. Y eso en el día a día, con lo que te va sucediendo en cada etapa de la vida. Ahora, como actor, es fantástico para mí, poder llegar a mundos y personajes que no tienen nada que ver con uno, aunque le pongas algo de tu personalidad. Hay algo de estos universos femenino y masculino, enfrentados, que es muy divertido. Me acuerdo de un libro que leí, Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus , y realmente creo que es así. Somos de universos diferentes y, sinceramente, cuando grabábamos el programa, había algo de malabarista todos los días para entender ese universo distinto y complejo. No hay muchos actores que puedan forjar su carrera con papeles tan diversos como el de Los Benvenuto , o el de Pepe Argento (el padre de Casados con hijos ) con la misma naturalidad con la que interpretó al empleado judicial Pablo Sandoval (en El secreto de sus ojos ), a Juan Marziano (en Los Marziano ) o ahora mismo, al simpático Hugo Bermúdez. “Estoy feliz de haber podido entrar en tantos mundos distintos, en tantos géneros diferentes y con compañeros de trabajo tan variados”. Es cierto. Su versatilidad le permitió subirse al escenario junto a Alfredo Alcón (en L os reyes de la risa ) o hacer un musical al estilo Broadway con Enrique Pinti en Los productores . ¿Sentís que sos una especie de actor comodín, de esos que funcionan en cualquier lugar donde los convoquen? Como Ricardo Darín, tal vez sos de los pocos que logran unir prestigio y popularidad. Algo de eso hay. Porque me pude relacionar con todo tipo de público.Pero eso fue una búsqueda. Siempre pensé en eso. Desde que empecé a trabajar de actor me propuse superarme, probar distintas cosas. Puedo decir que la comedia es lo que más amo en la vida y le tengo un enorme respeto, porque cuando ves que la gente se ríe, es como tocar el cielo con las manos, pero también quise probarme en otros registros.Tenía una necesidad de ver qué pasaba. Me pude haber quedado en la cómoda, con lo que sabía que me salía bien, pero quise ver qué me pasaba con otras propuestas y me fascinó. Para mí es extraordinario que me llamen para hacer cosas nuevas. ¿Cuándo sucedió ese quiebre que te permitió correrte un poco del rol de comediante? Para mí fue la película Rudo y cursi , del mexicano Alfonso Cuarón. Fue un click, fue la que marcó el quiebre para que empezaran a ofrecerme otros papeles. Pero la verdad es que eso fue una intención mía permanente. Por suerte, los resultados fueron fantásticos. Pensá que yo empecé como extra, ¿te das cuenta? Desde los 14 años, me presentaba en las agencias de publicidad buscando bolos, lo que fuera. Me daban el papel del cartero en la novela de la tarde y lo único que tenía que hacer era entregar una carta y yo iba feliz a entregar esa carta. Puedo decir que transité todos los pasos desde entonces hasta lo máximo que fue el premio Oscar con El secreto de sus ojos . No dejé nada por vivir en esta profesión, la hice escalón por escalón. Dos cosas de Francella no cambian fuera de la pantalla. Su mirada de ojos clarísimos y su media sonrisa, mueca absolutamente contagiosa. Recuerda cuando no era famoso pero igualmente tenía público. “Me di cuenta enseguida de que algo pasaba cuando yo contaba algo y alrededor mío se juntaban los compañeros de trabajo para escuchar. Y siempre los hacía reír. Después lo aproveché en varios personajes”. ¿Será eso lo que se llama carisma? “Sí, no sé exactamente qué es, pero me pasaba desde pibe. Yo hacía la versión libre de lo que me había pasado el día anterior, una cita por ejemplo, y la gente se tiraba al piso de la risa. Y yo lo disfrutaba tanto, era un deleite para mí. Lo vivía como si fuera una película. Supongo que sí, que es algo innato. Y después se perfecciona con el oficio y hace que mucha gente se pueda identificar bastante”, dice. Y la mueca aparece, buscando provocar la sonrisa del interlocutor. “Mis hijos lo heredaron. Me cuentan algo tremendo y yo no puedo dejar de reírme”, termina.
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