En la antesala del infierno.
En la antesala del infierno.
Entrevista. Werner Herzog Presenta “Death Row”, documental centrado en cuatro condenados a muerte.
Uno de los cineastas cuya obra casi siempre pasa por el BAFICI es el alemán Werner Herzog. En esta ocasión, el realizador de 69 años trae un proyecto bastante particular ya que se trata de una serie de televisión. Presentado en Berlín como un solo filme de 208 minutos, y dividido en dos partes en el festival porteño, Death Row consiste en realidad en cuatro episodios de 47 minutos cada uno, centrados en personas condenadas a muerte en los Estados Unidos.
La serie llega después de Into the Abyss , un filme que seguía en profundidad un solo caso de dos condenados a un triple homicidio. Más concentrados en las entrevistas, los episodios de Death Row toma cuatro casos: el de James Barnes, un hombre condenado por asesinato a una mujer que luego confiesa más crímenes (algunos al propio Herzog); el de Hank Skinner, un hombre aparentemente muy simpático que se declara inocente de haber matado a su mujer y a los hijos de ella; George Rivas y Joseph García son dos hombres convictos por asesinar a un policía escapando de prisión, mientras que Linda Carty es una ex informante de la DEA condenada a muerte por matar a una mujer.
“Es el material más intenso con el que trabajé en toda mi vida”, decía el realizador a la prensa en Berlín, donde tuvo lugar la premiere mundial de la serie que en estas mismas semanas se está emitiendo en Gran Bretaña y recién concluyó en los Estados Unidos. En el filme, el director arranca cada episodio contando en cuántos estados existe la pena de muerte y siempre le cuenta a sus entrevistados que él no cree en ella, pero que eso no implica que se ponga del lado de los convictos.
“Con cada uno de los entrevistados tuve 50 minutos – explica el realizador, que los entrevista en sus respectivas prisiones-, que es muy poco tiempo, así que todo tiene que funcionar a la perfección. Las reglas para hacerlo varían según la prisión, pero en general hay que tomar contacto con el preso por escrito, ser invitado por él, y luego el Estado debe concederte un permiso para hacer la entrevista”.
Herzog vive en los Estados Unidos, pero nunca cambió su nacionalidad y uno de los motivos, dice, es éste. “Mi cultura es diferente, vengo de Bavaria. No podría ser ciudadano de un país que admite la pena de muerte. Pero no es algo “antiamericano”, tampoco me gustaría ser ciudadano chino, japonés o iraní, que también la tienen. Hay grandes personas en Texas por ejemplo, pero es uno de los Estados más duros con este tema”.
Herzog, que ha realizado tanto filmes de ficción como documentales con temas fuertes e intensos, dice que la serie sobre la pena de muerte fue tan dura mentalmente, que lo hizo volver a fumar. “Además, usualmente trabajo con mi editor ocho horas por día y en estos filmes no podíamos trabajar más de cinco. Quedábamos destruidos”.
(Programa 1, martes 17 a las 17.30, Hoyts 4. Programa 2, hoy a las 13.00, A. Belgrano; y martes 17, a las 20.00, Hoyts 4).
La serie llega después de Into the Abyss , un filme que seguía en profundidad un solo caso de dos condenados a un triple homicidio. Más concentrados en las entrevistas, los episodios de Death Row toma cuatro casos: el de James Barnes, un hombre condenado por asesinato a una mujer que luego confiesa más crímenes (algunos al propio Herzog); el de Hank Skinner, un hombre aparentemente muy simpático que se declara inocente de haber matado a su mujer y a los hijos de ella; George Rivas y Joseph García son dos hombres convictos por asesinar a un policía escapando de prisión, mientras que Linda Carty es una ex informante de la DEA condenada a muerte por matar a una mujer.
“Es el material más intenso con el que trabajé en toda mi vida”, decía el realizador a la prensa en Berlín, donde tuvo lugar la premiere mundial de la serie que en estas mismas semanas se está emitiendo en Gran Bretaña y recién concluyó en los Estados Unidos. En el filme, el director arranca cada episodio contando en cuántos estados existe la pena de muerte y siempre le cuenta a sus entrevistados que él no cree en ella, pero que eso no implica que se ponga del lado de los convictos.
“Con cada uno de los entrevistados tuve 50 minutos – explica el realizador, que los entrevista en sus respectivas prisiones-, que es muy poco tiempo, así que todo tiene que funcionar a la perfección. Las reglas para hacerlo varían según la prisión, pero en general hay que tomar contacto con el preso por escrito, ser invitado por él, y luego el Estado debe concederte un permiso para hacer la entrevista”.
Herzog vive en los Estados Unidos, pero nunca cambió su nacionalidad y uno de los motivos, dice, es éste. “Mi cultura es diferente, vengo de Bavaria. No podría ser ciudadano de un país que admite la pena de muerte. Pero no es algo “antiamericano”, tampoco me gustaría ser ciudadano chino, japonés o iraní, que también la tienen. Hay grandes personas en Texas por ejemplo, pero es uno de los Estados más duros con este tema”.
Herzog, que ha realizado tanto filmes de ficción como documentales con temas fuertes e intensos, dice que la serie sobre la pena de muerte fue tan dura mentalmente, que lo hizo volver a fumar. “Además, usualmente trabajo con mi editor ocho horas por día y en estos filmes no podíamos trabajar más de cinco. Quedábamos destruidos”.
(Programa 1, martes 17 a las 17.30, Hoyts 4. Programa 2, hoy a las 13.00, A. Belgrano; y martes 17, a las 20.00, Hoyts 4).
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