Crítica “Isósceles” Fresca comedia con Dolores Fonzi, Violeta Urtizberea y Ezequiel Díaz.
Crítica “Isósceles” Fresca comedia con Dolores Fonzi, Violeta Urtizberea y Ezequiel Díaz.
Una obra fresca, divertida e inteligente: todo eso es Isósceles . Su título hace referencia al triángulo que tiene dos ángulos y dos lados iguales. Aquí hay triángulo, pero es amoroso.
 Dolores Fonzi. |
Y las diferencias entre los lados tienen su analogía en el “dos contra uno” del subtítulo, que se traduce en las relaciones entre los personajes, dos mujeres y un hombre. Se trata de una comedia entretenida, que logra captar el interés del público, hacerlo reír bastante y sugerirle una reflexión sobre el paso del tiempo y sus consecuencias.
Mariana Chaud es una joven dramaturga que ya estrenó varias obras, entre ellas Budín inglés , Elhecho y Sigo mintiendo . Ahora es también la directora de esta puesta, dotada de gran teatralidad. Los protagonistas son Dolores Fonzi, Violeta Urtizberea y Ezequiel Díaz: todos se destacan, sin opacarse unos a otros. La trama es sencilla. Cinthia y Roberta viven juntas y Gonzalo coquetea con las dos. Estudian Geografía y tienen sueños. En el segundo acto (un poco menos dinámico que el primero), el tiempo ha pasado. A unos, la rutina los aplastó. La otra ha superado sus expectativas. Gonzalo se casó con Cinthia, ambos se dedican a la docencia y tienen problemas económicos. Reciben la visita de Roberta, a quien le va muy bien en su trabajo y gana muchísimo dinero. Entonces resurgen conflictos del pasado y el inocente reencuentro deviene en discusiones muy calientes. Comienza con buen ritmo, gags muy divertidos y el planteo de una situación cotidiana: tres jóvenes estudiantes universitarios, reunidos para hacer una monografía que deben entregar en la facultad. El humor aparece todo el tiempo a través del lenguaje, la gestualidad y las situaciones que se van creando. Y hasta de cierto absurdo (por ejemplo, la motivación de uno de los personajes para seguir Geografía: le gustaba pintar mapas en la escuela). La obra transcurre en dos partes y el espacio es siempre el mismo: sólo sufre algunas modificaciones. Porque en el departamento que alquilaban las chicas cuando eran estudiantes, quince años después vive el matrimonio de Cinthia y Gonzalo. El cambio de escenografía -que hace permanecer algunos elementos, como la bicicleta fija, la computadora, la barra-, aparece en la puesta como una acción dramática más. El elenco es sólido y cada uno logra una buena composición de su personaje. En el caso de Dolores Fonzi, si bien hizo teatro, no es un terreno que transite con frecuencia. Pero se defiende bien sobre él. Su personaje es Cinthia, alumna responsable, que quiere mucho a su amiga, pero no se la banca. Violeta Urtizberea, desenvuelta y sumamente graciosa, interpreta a Roberta, y experimenta el mismo sentimiento que Cinthia hacia ella. Ezequiel Díaz es Gonzalo, quien siente atracción por las dos mujeres y no pierde nunca cierta actitud adolescente. Los tres logran adecuadas expresiones para manifestar las contradicciones, el paso del tiempo y lo que eso ha provocado sobre sus aspectos físicos, anímicos y éticos. Isósceles es, entonces, una comedia que recorre los vínculos entre tres criaturas que se buscan a sí mismas y entre ellas. Se atraen y se rechazan. Y así se construye un espectáculo que, con un argumento simple logra ser efectivo y decir algo más de lo que dice.
Mariana Chaud es una joven dramaturga que ya estrenó varias obras, entre ellas Budín inglés , Elhecho y Sigo mintiendo . Ahora es también la directora de esta puesta, dotada de gran teatralidad. Los protagonistas son Dolores Fonzi, Violeta Urtizberea y Ezequiel Díaz: todos se destacan, sin opacarse unos a otros. La trama es sencilla. Cinthia y Roberta viven juntas y Gonzalo coquetea con las dos. Estudian Geografía y tienen sueños. En el segundo acto (un poco menos dinámico que el primero), el tiempo ha pasado. A unos, la rutina los aplastó. La otra ha superado sus expectativas. Gonzalo se casó con Cinthia, ambos se dedican a la docencia y tienen problemas económicos. Reciben la visita de Roberta, a quien le va muy bien en su trabajo y gana muchísimo dinero. Entonces resurgen conflictos del pasado y el inocente reencuentro deviene en discusiones muy calientes. Comienza con buen ritmo, gags muy divertidos y el planteo de una situación cotidiana: tres jóvenes estudiantes universitarios, reunidos para hacer una monografía que deben entregar en la facultad. El humor aparece todo el tiempo a través del lenguaje, la gestualidad y las situaciones que se van creando. Y hasta de cierto absurdo (por ejemplo, la motivación de uno de los personajes para seguir Geografía: le gustaba pintar mapas en la escuela). La obra transcurre en dos partes y el espacio es siempre el mismo: sólo sufre algunas modificaciones. Porque en el departamento que alquilaban las chicas cuando eran estudiantes, quince años después vive el matrimonio de Cinthia y Gonzalo. El cambio de escenografía -que hace permanecer algunos elementos, como la bicicleta fija, la computadora, la barra-, aparece en la puesta como una acción dramática más. El elenco es sólido y cada uno logra una buena composición de su personaje. En el caso de Dolores Fonzi, si bien hizo teatro, no es un terreno que transite con frecuencia. Pero se defiende bien sobre él. Su personaje es Cinthia, alumna responsable, que quiere mucho a su amiga, pero no se la banca. Violeta Urtizberea, desenvuelta y sumamente graciosa, interpreta a Roberta, y experimenta el mismo sentimiento que Cinthia hacia ella. Ezequiel Díaz es Gonzalo, quien siente atracción por las dos mujeres y no pierde nunca cierta actitud adolescente. Los tres logran adecuadas expresiones para manifestar las contradicciones, el paso del tiempo y lo que eso ha provocado sobre sus aspectos físicos, anímicos y éticos. Isósceles es, entonces, una comedia que recorre los vínculos entre tres criaturas que se buscan a sí mismas y entre ellas. Se atraen y se rechazan. Y así se construye un espectáculo que, con un argumento simple logra ser efectivo y decir algo más de lo que dice.
