Gitanos: una comunidad que lucha contra la estigmatización.
Rosa, Lolita, Samara y otros niños gitanos se paran frente a una cÔmara y cuentan lo que mÔs les gusta hacer. "Los helados", dice una. "Irme de vacaciones y, si tuviese un barco, a Miami", agrega otro. Todo es normal hasta que los invitan a buscar y leer en un diccionario de la Real Academia Española la definición de la palabra gitano. "Trapacero" es una de las acepciones. "Que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto", leen con sorpresa, la cara, paralizada, los ojos bien abiertos. "No es justo -dicen entonces-. Yo no soy trapacero".
La escena ocurrió hace algunos aƱos en EspaƱa. Era parte de una campaƱa contra la discriminación y la estigmatización del pueblo romanĆ. Pero, sin dudas, podrĆa haber pasado en cualquier parte del mundo donde la comunidad echó raĆces desde aquel Ć©xodo desde el norte de la India. Y la Argentina no es la excepción: el tĆ©rmino "gitano" suele conllevar una connotación negativa o asociarse a hechos criminales.
Jorge Nedich y Voria Stefanosky, dos referentes de la comunidad gitana en la Argentina
"Todo el 'clan mafioso de gitanos' detenidos", escribió en su cuenta de Twitter la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich , el 10 de mayo pasado cuando fueron capturados los acusados de asesinar al diputado HĆ©ctor Olivares y su asesor Miguel Yadón, a metros del Congreso. Un dĆa despuĆ©s Bullrich escribió un nuevo mensaje, pero sin la palabra "gitanos", aunque el estigma ya habĆa abierto una herida en la comunidad. De la misma forma en que lo hicieron algunos medios de comunicación al cubrir el hecho con contenidos cargados de prejuicios sobre una comunidad tan hermĆ©tica como estigmatizada.
Literatura sobre la vida gitana
"La tradición y la cultura marcan que el gitano es un mal tipo del cual hay que tener cuidado. La discriminación se va mamando desde chico y para el gitano no hay segundas oportunidades. Es muy difĆcil que nos acepten en un trabajo o que a los chicos los reciban en las escuelas. Cuando la ministra Bullrich habla de un crimen mafioso, no ayuda, porque todo queda reducido a la mafia gitana", describe Jorge Nedich, escritor de origen gitano y militante de los derechos humanos de su comunidad. Nedich acaba de presentar su Ćŗltima novela, El aliento negro de los romanĆes, sobre las desventuras de una familia gitana que intenta salir de la pobreza.
El hermetismo es tan fuerte que la discriminación no se ve reflejada en denuncias. SegĆŗn información del Inadi, el aƱo pasado se registraron 2664 reclamos de los cuales 98 fueron por motivos Ć©tnicos. Solo uno correspondió a la comunidad gitana: los judĆos fueron los que mĆ”s acudieron al Inadi con 45 denuncias. En la DefensorĆa del Pueblo de la Ciudad directamente no hay denuncias de la comunidad gitana. Por su parte, en la SecretarĆa de Derechos Humanos de la Nación, existe una mesa de diĆ”logo con integrantes de distintos sectores de la comunidad para darle visibilidad a su problemĆ”tica. Para lograr una integración, el organismo le ofreció a la comunidad gitana dictarles talleres sobre bullying, diversidad sexual, adolescencia y violencia de gĆ©nero, entre otros.
De la India al mundo
La gran inmigración de gitanos hacia AmĆ©rica, despuĆ©s de dejar la India y expandirse por Europa, ocurrió a fines del siglo XIX, aunque hubo otros movimientos menores en los siglos XV y XVI. En la Argentina la masa mĆ”s numerosa empezó a instalarse en 1960, principalmente miembros del grupo Cale, que llegaron desde la PenĆnsula IbĆ©rica, identificados con el flamenco, e hicieron base en la zona de Congreso, Villa Devoto y Villa del Parque. Otros grupos radicados en el paĆs son los roms, con raĆces en Europa oriental; los ludar, provenientes de Rumania; y los serbia, originarios de Serbia.
Se estima que hay ocho millones de gitanos en todo el mundo y que en el paĆs viven entre 80.000 y 120.000, aunque a falta de registros oficiales hay quienes arriesgan que el nĆŗmero podrĆa llegar a 300.000. El 80% de la comunidad vive en casas o departamentos propios o alquilados, y el 20% restante lo hace en campamentos, a la vieja usanza. En los rincones mĆ”s alejados de La Pampa, Salta, TucumĆ”n o Mendoza los gitanos respetan la tradición nómade de sus orĆgenes y es allĆ donde aparecen los Ćndices mĆ”s altos de analfabetismo. Se cree que el 40% de toda la población es analfabeta.
"La discriminación afecta a toda la comunidad y a la mujer se la estigmatiza mÔs. Hay mucha gente que ve a la gitana como una mujer fÔcil, infiel, mentirosa, bruja o que roba niños. Son todos mitos, estereotipos que tiene la sociedad", suelta Voria Stefanosky, con un doctorado en Literatura.
La connotación negativa que el tĆ©rmino gitano tiene en todo el mundo, y cómo las puertas se les cierran en el Ć”mbito laboral, obligaron a la comunidad a desarrollar actividades comerciales personales, como compra y venta de antigüedades, de tela, de autopartes y de vehĆculos. Se trata de nichos comerciales Ć©tnicos, como describe el antropólogo de la Universidad de Buenos Aires MatĆas DomĆnguez, que lleva diez aƱos investigando a los gitanos.
"El desarrollo de nichos económicos a nivel familiar forma parte del ocultamiento por ser un grupo que sufre una discriminación histórica y siempre asociada a hechos delictivos, de carĆ”cter negativo o de exotismo mĆ”gico", opina DomĆnguez. "Como cualquier grupo marginalizado tienen conductas de defensa ante una discriminación. Se protegen entre ellos", explica sobre el hermetismo de la comunidad.
Para la antropóloga Patricia Galletti, se produce una doble operación en los estereotipos del gitano: "Por un lado el positivo que hace referencia a la romantización folclórica a partir del arte, la música y la danza. Pero el gitano real es visto a partir de situaciones vinculadas a la marginalidad, estigmatizaciones alimentadas por mÔs de 500 años de historia".
En este contexto Galleti aclara que no es correcto hablar de clanes al referirse al pueblo gitano porque los clanes son formas de organización social que reconocen un ancestro común, real o imaginario. La forma correcta de denominar a la organización social de las familias gitanas es de grupo o comunidad.
Episodios como el ocurrido en las inmediaciones del Congreso, con gitanos involucrados, cargan de estigma a toda la comunidad y dejan abierta la pregunta de si algĆŗn dĆa serĆ”n aceptados como pares.
La escena ocurrió hace algunos aƱos en EspaƱa. Era parte de una campaƱa contra la discriminación y la estigmatización del pueblo romanĆ. Pero, sin dudas, podrĆa haber pasado en cualquier parte del mundo donde la comunidad echó raĆces desde aquel Ć©xodo desde el norte de la India. Y la Argentina no es la excepción: el tĆ©rmino "gitano" suele conllevar una connotación negativa o asociarse a hechos criminales.

"Todo el 'clan mafioso de gitanos' detenidos", escribió en su cuenta de Twitter la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich , el 10 de mayo pasado cuando fueron capturados los acusados de asesinar al diputado HĆ©ctor Olivares y su asesor Miguel Yadón, a metros del Congreso. Un dĆa despuĆ©s Bullrich escribió un nuevo mensaje, pero sin la palabra "gitanos", aunque el estigma ya habĆa abierto una herida en la comunidad. De la misma forma en que lo hicieron algunos medios de comunicación al cubrir el hecho con contenidos cargados de prejuicios sobre una comunidad tan hermĆ©tica como estigmatizada.

"La tradición y la cultura marcan que el gitano es un mal tipo del cual hay que tener cuidado. La discriminación se va mamando desde chico y para el gitano no hay segundas oportunidades. Es muy difĆcil que nos acepten en un trabajo o que a los chicos los reciban en las escuelas. Cuando la ministra Bullrich habla de un crimen mafioso, no ayuda, porque todo queda reducido a la mafia gitana", describe Jorge Nedich, escritor de origen gitano y militante de los derechos humanos de su comunidad. Nedich acaba de presentar su Ćŗltima novela, El aliento negro de los romanĆes, sobre las desventuras de una familia gitana que intenta salir de la pobreza.
El hermetismo es tan fuerte que la discriminación no se ve reflejada en denuncias. SegĆŗn información del Inadi, el aƱo pasado se registraron 2664 reclamos de los cuales 98 fueron por motivos Ć©tnicos. Solo uno correspondió a la comunidad gitana: los judĆos fueron los que mĆ”s acudieron al Inadi con 45 denuncias. En la DefensorĆa del Pueblo de la Ciudad directamente no hay denuncias de la comunidad gitana. Por su parte, en la SecretarĆa de Derechos Humanos de la Nación, existe una mesa de diĆ”logo con integrantes de distintos sectores de la comunidad para darle visibilidad a su problemĆ”tica. Para lograr una integración, el organismo le ofreció a la comunidad gitana dictarles talleres sobre bullying, diversidad sexual, adolescencia y violencia de gĆ©nero, entre otros.
De la India al mundo
La gran inmigración de gitanos hacia AmĆ©rica, despuĆ©s de dejar la India y expandirse por Europa, ocurrió a fines del siglo XIX, aunque hubo otros movimientos menores en los siglos XV y XVI. En la Argentina la masa mĆ”s numerosa empezó a instalarse en 1960, principalmente miembros del grupo Cale, que llegaron desde la PenĆnsula IbĆ©rica, identificados con el flamenco, e hicieron base en la zona de Congreso, Villa Devoto y Villa del Parque. Otros grupos radicados en el paĆs son los roms, con raĆces en Europa oriental; los ludar, provenientes de Rumania; y los serbia, originarios de Serbia.
Se estima que hay ocho millones de gitanos en todo el mundo y que en el paĆs viven entre 80.000 y 120.000, aunque a falta de registros oficiales hay quienes arriesgan que el nĆŗmero podrĆa llegar a 300.000. El 80% de la comunidad vive en casas o departamentos propios o alquilados, y el 20% restante lo hace en campamentos, a la vieja usanza. En los rincones mĆ”s alejados de La Pampa, Salta, TucumĆ”n o Mendoza los gitanos respetan la tradición nómade de sus orĆgenes y es allĆ donde aparecen los Ćndices mĆ”s altos de analfabetismo. Se cree que el 40% de toda la población es analfabeta.
"La discriminación afecta a toda la comunidad y a la mujer se la estigmatiza mÔs. Hay mucha gente que ve a la gitana como una mujer fÔcil, infiel, mentirosa, bruja o que roba niños. Son todos mitos, estereotipos que tiene la sociedad", suelta Voria Stefanosky, con un doctorado en Literatura.
La connotación negativa que el tĆ©rmino gitano tiene en todo el mundo, y cómo las puertas se les cierran en el Ć”mbito laboral, obligaron a la comunidad a desarrollar actividades comerciales personales, como compra y venta de antigüedades, de tela, de autopartes y de vehĆculos. Se trata de nichos comerciales Ć©tnicos, como describe el antropólogo de la Universidad de Buenos Aires MatĆas DomĆnguez, que lleva diez aƱos investigando a los gitanos.
"El desarrollo de nichos económicos a nivel familiar forma parte del ocultamiento por ser un grupo que sufre una discriminación histórica y siempre asociada a hechos delictivos, de carĆ”cter negativo o de exotismo mĆ”gico", opina DomĆnguez. "Como cualquier grupo marginalizado tienen conductas de defensa ante una discriminación. Se protegen entre ellos", explica sobre el hermetismo de la comunidad.
Para la antropóloga Patricia Galletti, se produce una doble operación en los estereotipos del gitano: "Por un lado el positivo que hace referencia a la romantización folclórica a partir del arte, la música y la danza. Pero el gitano real es visto a partir de situaciones vinculadas a la marginalidad, estigmatizaciones alimentadas por mÔs de 500 años de historia".
En este contexto Galleti aclara que no es correcto hablar de clanes al referirse al pueblo gitano porque los clanes son formas de organización social que reconocen un ancestro común, real o imaginario. La forma correcta de denominar a la organización social de las familias gitanas es de grupo o comunidad.
Episodios como el ocurrido en las inmediaciones del Congreso, con gitanos involucrados, cargan de estigma a toda la comunidad y dejan abierta la pregunta de si algĆŗn dĆa serĆ”n aceptados como pares.
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