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Dakillah, rap de Villa Devoto al mundo.

Aprendió a rapear "en la Arenales" según sus palabras.

“Nunca voy a ser vieja”, dice y se repite a sí misma Dakillah. Con su pelo rosa, sus uñas esculpidas, su piel escrachada y sus 17 años llenos de vitalidad, la espigada y revoltosa Dakillah ya se erige como uno de los nombres más interesantes dentro de los géneros urbanos en la Argentina. Sus fans la llaman “la number one” en función de uno de sus hits, “NumberOne”, que ya supera los cinco millones de reproducciones en YouTube. Sin embargo, a pesar de su juventud, su ascenso no fue meteórico: viene remándola desde sus batallas en plazas de Villa Devoto, su paso firme por El Quinto Escalón y la certidumbre de querer cantar y cantar. “No me importa qué ritmo, yo quiero cantar”, afirma.





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Dakillah, rap de Villa Devoto al mundo.




5/05/2018

Dispersa como toda joven, mientras responde los DM de Instagram, Dakillah cuenta que cuando se aburre busca cobijo en sus seguidores: “Estando apurada y todo, llego a hacer como cinco vivos por día”. Conociéndola, queda claro que Dakillah es una de esas pibas que van de frente. Una artista que –sea por edad o por desparpajo– se desplaza sin concesiones. De su boca salen verdades despedidas como puños. “Meterme en el hip hop nunca fue un problema –recuerda–. Me copó la onda que tenían haciendo sus rondas y diciendo lo que pensaban”.

En sus comienzos, a sus tempranísimos 12 años, Dakillah viajaba de Nordelta a Capital Federal para ir a lo de su papá. En algunos de sus ratos libres conoció a un grupo de pibes que rapeaban por ahí. Paulatinamente se fue metiendo en ese mundo y luego dio el salto a las batallas. Mientras tanto, les mentía a sus viejos para irse a callejear. “Ahora muchos me dicen: ‘Quiero rapear como vos’”, apura sin sonrojarse. Y mira con nostalgia su pasado: “Cuando era chiquita, era más tonta”. Aquella niña quería rapear como ellos: hoy son ellos los que quieren rapear como Dakillah. “Yo me siento gigante –comenta–. Es increíble que te hablen chicas y te digan que si no fuera por vos no se hubiesen animado a rapear”.

Cuando Dakillah empezó a participar de competencias populares como El Quinto Escalón o de Las Vegas Freestyle, fue ganando adeptos que comenzaron a seguirla en las redes y, de a poco, terminaron agigantando su figura. “Hace dos años fue un boom”. Y en 2017 lanzó el videoclip de “Number One”, un tema que tenía guardado hace tiempo, pero no publicaba porque no encontraba quién le armase el videoclip. “Cara de bestia y cuerpo de doncella, / mirada asesina, / pussy 240”, agita vestida de bling-bling. “Hay varios que hablan solo por hablar”, remata.

A pesar de ser una estrella en ciernes, Dakillah no deja de ser una piba con sus vicisitudes. Por estos días, está por volver a cursar el último año del colegio secundario. Empezará tarde debido a algunas contingencias de su agenda profesional y de otros dilemas familiares. “El otro día fui a una charla, y escuchar a los profesores hablar me dio una paz interna que necesitaba”, apunta. Al mismo tiempo, no deja de asomarse en las luces: abrirá para Babasónicos y ya llamó la atención en los últimos Latin Grammy, la noche más importante de la música latina.

En la producción para esta nota, Dakillah posa en las fotos con naturalidad y, de un sopetón, le hacen mil retratos. Todos funcionan. Por la calle, no hay nadie que no se dé vuelta para verla. Dos pibes en moto gritan “¡Vamos!”, agitándola. Y ella, rápida de reflejos, espeta un: “¿A dónde? ¡Ah!”. Dakillah tiene un “algo”, un flow especial. Se siente cercana al trap porque es “más movido”. Y, sorpresivamente, no simpatiza tanto con el reggaetón. Por eso, encontró en el trap su lugar: “Quiero bailar y a la vez escuchar rap”. Digamos que el trap la hace flexear con naturalidad: le queda pintado. “Igual, ¿me creés si te digo que escucho jazz? ¿Nina Simone? ¿Y Amy Winehouse?”. Esa es su licuadora: “Por eso canto en inglés y en español, me sale como natural”. En “SKYS4U” mete un perfil internacional. Y no solo por el idioma, sino por su cadencia, su fraseo y su producción.

Dakillah ya asomó colaboraciones con Franco Rodríguez en “Qu3 la chup3n” y Diel Paris en “Otra vez flashe”. Para fines de abril, tendrá circulando un nuevo tema. Será un trap bien activo, con otro tiempo al que habitualmente maneja. “Es que suelo hacer temas más lentos”. Y en breve saldrá un fashion film con pedacitos de canciones, entrevistas y un vaivén que irá de la persona al personaje. Asimismo, dentro de poco también estará disponible una colaboración con MK La Makina.

Tocar en vivo es otro de los objetivos de Dakillah para este año. “Está buenísimo el apoyo que recibís en los shows. Que la gente cante tus temas y todo eso”. En la actualidad, goza de buena visibilidad en la escena indie y apuesta a ganarse su lugar en las grandes ligas. La bomba mediática es que Dakillah está a punto de firmar con Sony Music. Y, posiblemente, se le vengan nuevos cruces con artistas de otros estilos. Con unas letras que podrían pasar por frívolas, pero en realidad “esconden mensaje”, Dakillah le escapa al auto, los lujos, las mansiones y el desparpajo impostado que viene heredado del showbiz del hip hop. El rap es su medio. Pero, en su versatilidad, canta diversos géneros y toca hasta la viola. “A mí me gusta la música y no le tengo miedo a nada”, sentencia.

Para el futuro, tiene preparado un esquema de singles. Serán unas 15 canciones que irán saliendo poco a poco. Y el perfume ya se huele exportable. Por eso, digamos, que no sorprenda que el próximo featuring de Dakillah sea con un artista clase A y que rompa el techo del mercado nacional. Frontal y genuina, siempre recibe críticas y las responde manteniendo su conducta. Pero de nuevo: va de frente. Es de esas pibas que, a pesar de su adolescencia, tiene opinión formada de las cosas.

Súbitamente, Dakillah agarra el cuaderno en el que está escrito el borrador de esta nota, toma dos lapiceras (una la deja porque no le gusta) y escribe en imprenta, con letra pequeña y prolija el siguiente manifiesto: “Mi frase siempre fue ‘El que puede hacer, hace. El que no puede hacer, critica’. Así que nunca se frenen por lo que diga el resto, porque el resto no sabe cómo lo vivís”. El que puede hacer, hace. El que no puede hacer, critica. En esa anda: con 17 años y haciendo y haciendo.



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