Empezaron a hacer cerveza como un hobby y hoy trabajan juntos en su propia fábrica.
BARRIO
Hoy hay un boom en el rubro de las cervecerĂas, hay tantas, y tanta variedad que nos cuesta mucho decidir hacia donde ir y que probar, detrás de cada cerveza tirada, hay muchas manos, recetas y estilos, en esta nota, vas a entender un poco mas de eso.

Pisa (44), Semilla (40) y Ian (45) ganaron distintas medallas tanto individualmente como en conjunto, bajo el nombre de la cervecerĂa
26/2/2018
Antes, cuando Ă©l trabajaba todavĂa en la consultora, yo estaba un poco más acá en la fábrica -dice Ricardo.
- Y yo estaba más con las ventas -lo interrumpe Rodrigo.
- Claro, estaba instalando software en una empresa y en una ventanita al costado tenĂa las ventas, ofreciĂ©ndoles a los bares cervezas.
- Y despuĂ©s me pasaba a buscar e Ăbamos a ver los modelos de las copas -añade Sergio.
- ¿Te acordás? Fue muy divertido ese proceso -cierra Ricardo.
Entre risas, como chicos que festejan sus andanzas, Ricardo Aftyka (40), Rodrigo Lorán (45) y Sergio Picciani (44) recuerdan sus comienzos. Su interĂ©s por la cerveza los llevĂł a cruzarse y a empezar a "cocinar" juntos un proyecto. En 2014, finalmente, decidieron hacer de ese hobby "algo comercial", y asĂ naciĂł Juguetes Perdidos Cerveza Artesanal, el emprendimiento por el que dejaron sus trabajos para ser sus propios jefes. Hoy distribuyen su producto a doce bares de Capital y Gran Buenos Aires, entre ellos, el suyo, BĂ©lgica, en el barrio de Caballito. Y, aunque podrĂan aumentar su producciĂłn, prefieren mantener su tamaño para "disfrutar de hacer cerveza juntos".
Aftyka, conocido como "el Semilla" en el rubro, fue el primero de los tres en incursionar en la elaboraciĂłn de cerveza artesanal. "EmpecĂ© a cocinar para el 2000. En esa Ă©poca era bastante complicado, estamos hablando de Internet con Dial-Up -por telĂ©fono-. No habĂa informaciĂłn, no habĂa nada, ningĂşn lugar donde comprar insumos... Me acuerdo de una anĂ©cdota hermosa: llamĂ© a Cargill para que me vendieran Malta. Me preguntaron cuántos camiones querĂa y les dije: «No, no, quiero cinco kilos». Se me rieron en la cara".
Luego, se conocieron con "Ian", Rodrigo Lorán. "Mi contacto con la cerveza artesanal fue en un viaje. Trabajaba para una empresa de telecomunicaciones y tuve un viaje a Europa. Hice una escala en Londres y me fui a un bar y probĂ© una cerveza Stout, Stout de verdad. Cuando vine acá y quise tomar eso, obviamente no la conseguĂ en ningĂşn lado. Entonces, pensĂ©: «Chau, si no está, la tengo que hacer». Eso fue por el 2001 y ahĂ es cuando empecĂ© a investigar, a meterme y demás. La primera cocciĂłn la habrĂ© hecho en 2005 o 2006, pero fueron muchos años de leer y de investigar", cuenta.
Junto con Aftyka, fueron parte de los inicios de Somos Cerveceros, la primera agrupaciĂłn de homebrewers -cerveceros caseros- con personerĂa jurĂdica de AmĂ©rica Latina, fundada en 2008. En 2009 se sumĂł Sergio Picciani, "Pisa", el socio N°131, que empezĂł a hacer cerveza despuĂ©s de un viaje a Bariloche en el que le llamĂł la atenciĂłn "un pibe que todos los dĂas tomaba una cerveza distinta" a su lado.
"Pisa entrĂł con muchas ganas de laburar y enseguida tomĂł relevancia dentro del grupo por las propuestas, por lo que hacĂa. Con Ian lo conocimos más en la parte operativa y nos pasĂł que laburando juntos nos dimos cuenta de que habĂa buena quĂmica", cuenta Aftyka, el más joven de los tres. "Una sinergia tremenda", acota Lorán. AsĂ, esa sociedad que empezĂł como un dĂşo se convirtiĂł en un trĂo.

De soñar un bar a montar una fábrica
Desde que empezĂł con la cervecerĂa artesanal, el sueño de Picciani era tener su propio bar, algo que comentĂł a sus compañeros. "QuerĂa poner un bar como los de Estados Unidos, con 20 canillas, pero ¿a quiĂ©n le Ăbamos a comprar birra? No habĂa 20 estilos distintos, ni siquiera existĂan los bares multicanillas acá. AsĂ que un dĂa nos juntamos y dijimos: «¿Y si en vez de poner un bar nos asociamos los tres?». Eso nos daba la posibilidad de hacer un proyecto más grande y ya sabĂamos que juntos laburábamos de taquito", enfatiza Aftyka.
Entre fines de marzo y principios de abril de 2014 empezaron a idear Juguetes Perdidos, en septiembre alquilaron el local de Bolivia 3342, en el partido de Tres de Febrero, y el 31 de mayo de 2015, despuĂ©s de acondicionar la fábrica, que era una metalĂşrgica, hicieron la primera cocciĂłn. Al principio solo tenĂan dos tanques fermentadores además de la olla de hervor, el macerador y una olla de agua -más chica que la actual, "lo Ăşnico" que cambiaron del equipo-. TambiĂ©n, 64 barricas de roble, de todo, lo primero que llevaron, para hacer el producto que habĂa desvelado a Aftyka en un viaje a EE.UU., las cervezas de guarda.
"En su momento me rompieron la cabeza un par de cervezas que probé en Estados Unidos que eran añejadas en barricas de bourbon, en barricas de coñac. Traje un par, las probamos y pensamos en hacer eso acá", cuenta.
Por entonces, cocinaban una vez por semana, "como si fuera un hobby". "Nos juntábamos los sábados o los domingos, o arrancábamos la cocciĂłn a las tres de la tarde al salir del laburo y terminábamos cocinando a las dos de la mañana. Porque cada uno seguĂa con su laburo y esto era un hobby, solo que un poquito más grande", recuerda Aftyka, que tenĂa una fábrica de autopartes que aĂşn conserva, pero cuya direcciĂłn delegĂł en su esposa.
Picciani todavĂa trabajaba en un banco y Lorán, que era empleado de una empresa de sistemas, pronto se abriĂł solo como consultor, para poder manejar mejor sus tiempos.
Enseguida empezaron a llenar barricas y, cuando sacaron la primera cerveza a la calle, dicen, "explotĂł". "Salimos con una propuesta radicalmente distinta a lo que habĂa en ese momento", explica Lorán. "En Capital habĂa tres bares y ocho o nueve fábricas que vendĂan cerveza. Era un nĂşcleo muy chiquito. Era muy difĂcil conseguir la materia prima y tenĂas que cocinar solo con insumos locales, y nosotros usábamos las maltas que correspondĂan a cada estilo, si hacĂamos cerveza belga, usábamos malta belga. TenĂamos una azafata que nos traĂa insumos", explican, pĂcaros. "Por ejemplo, en Argentina nadie hacĂa cerveza belga, y BĂ©lgica es la meca de la cerveza mundial. De hecho, nuestro bar se llama asĂ".

Bélgica
"La idea de Pisa siempre fue el bar. Estábamos en la cervecerĂa laburando y caĂan fotos de locales que mandaba Ă©l. Sin decir nada, solo mandaba fotos de locales -se rĂe-. Él querĂa tener un bar", dice Aftyka. En noviembre de 2016, Picciani cumpliĂł su sueño: en la esquina de la Avenida Pedro Goyena y Del Barco Centenera, en Caballito, abrieron el bar BĂ©lgica.
"Nos dábamos cuenta de que era mucho más negocio que una fábrica y con mucho menos riesgo. Cuando empezamos, hace casi un año y medio, todavĂa no estaba tan saturado el mercado. En Caballito era el tercer o cuarto bar y hoy hay 12", cuenta Picciani. "Otra razĂłn es que era el plan original, empezar con la fábrica y en algĂşn momento poner el bar, que era el sueño de Ă©l", le suma Lorán.
El primer año, sin embargo, BĂ©lgica consumiĂł casi la totalidad del tiempo del ahora exbancario. "No conocĂamos el rubro y fue un caos acostumbrarse a un bar. Es otro rubro, otra gente. ReciĂ©n ahora que vamos por el cuarto o quinto gerente, Ă©l pudo desligarse un poco", relata Aftyka.
Aunque BĂ©lgica es un emprendimiento que involucra a Juguetes Perdidos, decidieron no identificarlo como el bar de la fábrica. Por un lado, sabĂan que no podrĂan abastecerlo, o que, de hacerlo, no podrĂan distribuir a otros bares. Por otro, cuentan con un cuarto socio, Claudio Centrone, "el Boti" (57), un cervecero amigo que, bioquĂmico, los ayudĂł a armar el laboratorio de la fábrica. "Nos pareciĂł lĂłgico sumarlo", explican.
El bar tiene 12 canillas, es decir, 12 cervezas distintas. "Hasta tres" son de Juguetes, mientras que las demás son de cervecerĂas artesanales amigas. "Es nuestro pero lo tratamos como si fuera cualquier otro bar de los que les vendemos. Lo mismo que mandamos ahĂ, lo mandamos a los demás, salvo alguna cosa especial o algĂşn evento que hacemos", dice Lorán.
Poner el bar los enfrentĂł al desafĂo de repensar la imagen de marca que querĂan. "Como en BĂ©lgica", cada cerveza se sirve en una copa distinta, algo que aplican tambiĂ©n en la fábrica: a los bares a los que distribuyen su producto, les proveen "la cristalerĂa adecuada" y les hacen firmar un contrato en el que, entre otras cosas, se comprometen a servir sus cervezas en las copas de Juguetes Perdidos.
"Estuvo bueno tomar la decisiĂłn de poner el bar y hoy se complementa mucho con la fábrica, nos da ese feedback de la gente que está buenĂsimo", celebran.
La vida de emprendedor
A los dos primeros tanques se sumaron tres más a los seis meses y otros tres en febrero del año pasado. La producción aumentó a 10.000 litros por mes y la fábrica empezó a demandar cada vez más de cada uno de ellos.
Aftyka, que se define como "emprendedor de toda la vida", tenĂa su propia fábrica de autopartes. Si bien no la dejĂł por completo, delegĂł la direcciĂłn en su esposa. Por momentos, dice, se involucra "más o menos, dependiendo de lo que pase". "Ahora hice una importaciĂłn grande, entonces estuve más, pero no estoy metido en la parte operativa ni en el dĂa a dĂa". Fue el primero en encargarse de "La JugueterĂa", como bautizaron la fábrica.
En octubre de 2015, Picciani, licenciado en AdministraciĂłn de empresas, dejĂł su puesto en el banco en el que trabajaba. "Antes de largar el banco ya tenĂa un equipo de cervezas y sabĂa que el dĂa que me fuera del banco iba a abrir el bar. Mi familia, mis hijos, mi mujer, mi exmujer, todos acompañaron ese proceso y sabĂan para dĂłnde iba", dice.
El Ăşltimo de los tres fue Lorán, ingeniero industrial, en marzo del año pasado. "Trabajaba implementando sistemas de gestiĂłn en industria y, mientras tanto, hacĂa cerveza en paralelo para mĂ. Cuando naciĂł la fábrica, fuera de los horarios del laburo me dedicaba a Juguetes Perdidos, pero desde fines de 2014 empecĂ© como consultor freelance. Trabaja tres dĂas para sistemas y dos dĂas por completo en la fábrica. Hasta que decidĂ que tenĂa que estar totalmente acá. La fábrica habĂa crecido y hacĂa falta que alguno de nosotros estuviera todo el dĂa", narra.
"Para mi familia fue un cambio importante. Fueron muchos años de trabajar en relaciĂłn de dependencia para pasar a ser tu propio dueño y es un cambio cultural grande, aunque lo fuimos llevando de manera paulatina", cuenta, y tambiĂ©n revela que se siente "mucho más tranquilo de lo que estaba antes trabajando para otro". "Quizás laburo muchas más horas, pero sĂ© que lo hago para mĂ, entonces tiene otro sabor", dice.
Hoy, abre la fábrica entre las seis y las ocho de la mañana, segĂşn "la planificaciĂłn de producciĂłn del dĂa" y puede llegar a quedarse "hasta las siete, ocho o la hora a la que me tenga que ir". "Pero no te pesa -dice-. Lo estás haciendo con pasiĂłn y lo estás haciendo para vos. Sobre todo, lo estás haciendo con pasiĂłn".
Juguetes Perdidos hoy
Actualmente, si bien los tres participan "de todo el proceso" de cocciĂłn de cerveza artesanal, cada uno tiene, tambiĂ©n, una tarea especĂfica: Aftyka se ocupa de las ventas y de imagen la marca -utilizan botellas de champagne, siempre con un diseño distinto, por ejemplo-, Lorán es el encargado de la operaciĂłn de la fábrica y Picciani maneja las compras y la finanzas, además del bar BĂ©lgica.
La fábrica produce 10.000 litros por mes y piensan ampliar su producciĂłn a 12.000 litros cuando, en marzo, lleguen tres tanques nuevos que esperaban para febrero, pero llegarán en marzo. AĂşn asĂ, dicen que su producciĂłn "es muy chica". "Para que te des una idea, Antares de San Telmo vende 18.000 litros por mes", explican.
Sin embargo, no pretenden crecer más de lo que ya lo han hecho. "Tenemos esa polĂtica que decidimos por una cuestiĂłn filosĂłfica: pusimos la fábrica para poder hacer cerveza juntos y tener una fábrica de 100.000 litros implicarĂa que acá hubiera 30 personas, que nos tuviĂ©semos que mudar y que uno tenga que dedicarse a la comercializaciĂłn, otro al marketing y otro a los costos. Y al final, para eso, cada uno se quedaba donde estaba. El chiste es esto, que un lunes a las 11 de la mañana estamos acá los tres, involucrados en el proceso. No queremos perder eso. Si es por hacer negocios solamente, harĂamos otro producto", dicen.
En nĂşmeros
12 bares
En Capital Federal: Bélgica (Caballito), Desarmadero (Palermo), Bierlife (San Telmo), Federal (Cañitas)
En Gran Buenos Aires: Prinston (Ramos MejĂa, Castelar y MorĂłn), El Granero de Finn (ItuzaingĂł), Finisterre (San Antonio de Padua), Burza (Don Torcuato) y Biergarten (Quilmes)
$320
Es el precio al que generalmente venden sus cervezas de guarda -añejadas en barricas-, en botellas de champagne de 375 cc.
$120
Es el costo de las botellas con distintos estilos de cerveza no añejados. Además, en los bares, se venden al costo de la pinta, pero servidas en las copas de Juguetes Perdidos.
70 variedades
Desde que empezaron han hecho, al menos, 70 cervezas distintas. La Ăşltima, lanzada para San ValentĂn, fue una Belgian Pale que incluĂa pĂ©talos de rosas. Además, en colaboraciĂłn con otro cervecero, preparan una Crio New England Ipa, una cerveza que se sirve sin filtrar y "con una desproporciĂłn absoluta de lĂşpulo".
3 empleados
Con el correr del tiempo, fueron necesitando de más manos para trabajar. AsĂ, llegaron Pedro, "Fideo" y Nicolás. En total, seis personas trabajan en la fábrica.
Qué define a Juguetes Perdidos Cerveza Artesanal
Calidad Desde el principio se propusieron hacer un producto que imitara las mejores cervecerĂas que lo hicieran. "La calidad internacional del producto es algo que hemos validado, no solamente por las medallas que hemos ganado -por ejemplo, una plata y un bronce el año pasado en la Copa Cervezas de AmĂ©rica de Chile-, sino porque hemos servido el producto afuera", justifican.
Imagen
La presentaciĂłn de sus cervezas no les da igual, por eso, cada ediciĂłn que lanzan tiene un diseño particular. "La verdad que no le querĂamos poner algo básico, sino que tambiĂ©n querĂamos que se notara desde afuera la calidad, que cuando se te presentara el producto, te dieras cuenta de que estás frente a algo que es distinto", explican.
Creatividad
Permanentemente buscan nuevas combinaciones para presentar nuevas cervezas. "Estamos siempre empujando el lĂmite, buscando hacer algo nuevo", dice Lorán. Han hecho, al menos, 70 variedades de cerveza.