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Villa-Devoto

La Iglesia Católica considera la posibilidad de admitir a curas casados.

Ante la falta de sacerdotes en la Amazonia, proponen incorporar a fieles casados para que evangelicen en esa región.



Cuando anochece en esta pequeña aldea indígena, Antelmo Pereira convoca a los católicos de la zona a rezar, se coloca una bata blanca y encabeza un oficio religioso que es lo más cercano que los creyentes de este remoto rincón de la Amazonía tienen a una misa.

Hablando en la lengua de los indios ticuna, recita el Padre Nuestro, lee un pasaje del Evangelio de San Mateo y pronuncia un sermón sobre la aceptación de Jesús en los corazones de todos, mientras las chicharras alborotan la selva que se expande más allá de la Iglesia católica recién construida.

Pereira, de 61 años, ha sido un misionero a tiempo parcial por los últimos 15 años, ofreciéndose como voluntario para visitar los fines de semana comunidades indígenas que rara vez ven un cura. Encabeza servicios llamados Celebraciones de la Palabra, pero no puede celebrar misa ni escuchar confesiones porque está casado y tiene nueve hijos. Ello le impide ordenarse como sacerdote.

Esto podría cambiar si prospera una propuesta que permitiría ordenar a personas casadas en partes aisladas de la Amazonía, la cual será analizada a partir del domingo en una reunión de obispos en el Vaticano.

Más de 100 obispos de América del Sur participarán en el Sínodo de Obispos para la Región Panamazónica. En el encuentro se abordarán los problemas sociales y ambientales que enfrentan los habitantes de la Amazonía, incluida la creciente deforestación de la zona. Pero los obispos también considerarán reformas para servir mejor a los católicos de esta parte del mundo.



Uno de los temas en la agenda del sínodo es una propuesta de estudiar la posibilidad de ordenar a individuos mayores bien considerados en sus comunidades, preferiblemente de origen indígena, “incluso si tienen familias establecidas y estables".

Si bien esta propuesta sería una novedad en el rito latino de la Iglesia, ya hay curas casados en el rito oriental y sacerdotes anglicanos casados que se han convertido.

La iniciativa desató una tormenta de críticas al papa Francisco y hay quienes acusan de herejes a los organizadores del sínodo por atreverse a plantear un debate sobre el celibato de los curas en el rito latino.

Para estos sectores, el sínodo de la Amazonía es un nuevo ejemplo del uso que da Francisco al sínodo para imponer cambios progresistas en la Iglesia, a partir de la aprobación de obispos cuidadosamente seleccionados.

Entre los feligreses, no obstante, la agenda y el enfoque en las necesidades de los indígenas han sido bien recibidos.

“Es una posibilidad que no he procesado todavía", dijo Pereira, quien es miembro de la tribu ticuna y sería un candidato obvio para la ordenación si el papa decidiese seguir adelante con la reforma.

“Si me piden que me haga sacerdote, aceptaré", dijo este devoto católico, quien de joven soñó con ser cura.

Desde 1970, la cantidad de sacerdotes se ha mantenido estable en todo el mundo, girando en torno a los 400.000 o 415.000, según cifras de la Iglesia católica. Pero la población católica mundial se ha duplicado, para llegar a los 1.300 millones de personas, y en algunas partes del mundo no hay suficientes curas.

En comunidades remotas de la Amazonía, accesibles solo por lancha, los aldeanos pasan meses sin los sacramentos, que solo un cura ordenado puede otorgar, incluidas la comunión y las confesiones.

“Hay mucha gente en pequeñas comunidades que son hijos de Dios también y a la que hay que llegar", dijo el obispo José Javier Travieso, de San José del Amazonas, en el norte de Perú. “Tenemos que plantearnos si la manera en que ahora tenemos organizada la formación de los ministros, la participación de los varones y las mujeres, tiene que seguir siendo siempre igual o si tendemos que hacer algún cambio".

El obispo, que asistirá al sínodo, dijo que podría haber llegado la hora de que la Iglesia católica retome algunas prácticas de las primeras comunidades cristianas, que elegían a los ancianos con familias para que se ocupasen de las tareas religiosas. Su vicariato en la Amazonía peruana abarca un área del tamaño de Portugal, pero tiene solo 14 curas para servir a una población de unos 140.000 católicos.

Para mantener la fe viva en medio de esta escasez de sacerdotes, algunos clérigos han estado entrenando a miembros de sus parroquias para que dirijan Celebraciones de la Palabra que son similares a una misa, pero no incluyen la consagración de la eucaristía, que solo puede realizar un cura.

En Belém do Solimões, una pequeña aldea indígena a orillas del río Amazonas, el fraile capuchino Paulo Braghini ha entrenado a siete miembros de su parroquia, incluido Pereira, quien también se preparó para ser diácono, un cargo de la Iglesia que sí admite hombres casados.

El tercer fin de semana de cada mes, el fraile, Pereira y decenas de misioneros se van de Belém y recorren aldeas en lo profundo de la selva. Allí dan clases de religión a los menores y hacen Celebraciones de la Palabra.

“Lo disfrutamos mucho", dijo Ercilio Gaspar, empleado del servicio de salud pública de la aldea de Novo Cruzador. Sabe que no es lo mismo que una misa, pero dice que está satisfecho con lo que han hecho los misioneros desde que abrió la iglesia en el 2011.

“Para nosotros, Antelmo (Pereira) y su equipo son como nuestros sacerdotes", agregó.

En otros pueblos a lo largo del Amazonas, algunos feligreses apoyan la idea de ordenar a los ancianos de las comunidades.

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