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Villa-Devoto

Gabriela Sabatini cumple 50 años.

La mejor tenista argentina de la historia habla desde Miami, donde este sábado, por culpa de la pandemia, festejará sola el medio siglo. Sus inicios, los contratiempos y los viajes. Qué habría hecho distinto en su carrera y cómo es su vida hoy.

La pandemia la encontró sobre fines de marzo en Miami, uno de sus lugares en el mundo, con planes para viajar a principios de abril a Suiza, donde pasa la mayor parte de su tiempo. Antes, Gabriela Sabatini​ había estado varias semanas del último verano en Buenos Aires, donde se reencontró con sus afectos, conoció nuevos deportes –se animó a saltar con garrocha junto a Germán Chiaraviglio y a practicar judo con Paula Pareto​- y recibió homenajes y más homenajes. Aquellos planes de viaje desde la Florida, como los de casi todos en este mundo, quedaron en suspenso cuando el cuidado de la salud se convirtió en el tema central.

Gabriela Sabatini cumple 50 años.




“Llegué aquí justo unos días antes de que empezara todo. Los vuelos se cancelaron desde entonces y ahora espero que se habiliten para poder salir. Pero lo más importante es que tanto mis seres queridos como yo estamos bien –cuenta la siempre correcta Gaby-. En Miami la cuarentena ​no es tan estricta y se puede salir a caminar o hacer deporte, pero igual me quedo en mi departamento. Lo más difícil, igual que para todos, es cómo manejar la incertidumbre y no saber hasta cuándo seguirá todo esto”.



Seguramente, nunca imaginó que uno de sus cumpleaños más especiales –festejará los 50 este sábado- la encontraría así, con el mundo azotado por el coronavirus. Pero igualmente le llueven los saludos de sus íntimos, de quienes la admiran y también de los fans que nunca decrecen, a pesar de que su retiro de las canchas de tenis ​ya se pierde en un tiempo lejano.

Justamente un recuerdo de aquellos momentos, cuando se convirtió en una de las más notables jugadoras del mundo y en el espejo para toda una generación de argentinos, así como su visión de los cambios en su deporte y su actualidad resguardada, lejos de las grandes luces, son los ejes de esta charla.



-¿Qué significó salir al mundo desde tan chica? ¿Hoy sería distinto con la tecnología?

-Mirado a la distancia, me parece increíble. Realmente tenía una pasión muy fuerte por el tenis; era lo único en lo que pensaba. Yo me sentía feliz con los desafíos y ni pensaba en lo tan chica que era. Si lo pienso ahora, claro que parece una locura: a los 9 años viajaba con el equipo argentino por Sudamérica y a los 12 estuve en Miami y en Montecarlo. Hice mi primera gira por Sudáfrica y Europa con 13 años prácticamente sola. Fuera de la cancha, extrañaba muchísimo, pero entraba a jugar y me olvidaba de todo. Era feliz. Creo que con los medios actuales sería distinto, Imaginate que yo sólo podía hablar por teléfono con mis padres una vez por semana... Si podía. Me pasó de todo: la falta de comunicación con mi familia, perder la conexión de los trenes, el idioma desconocido en muchos lugares y otros contratiempos. Pero todo eso me hizo crecer madurar muchísimo. Claramente, hoy sería más fácil.

-Dejaste de jugar a los 26 años. ¿Te había cansado esa vida de viajes, entrenamientos y competencias? ¿Te venías planteando el retiro?

-Es difícil determinar el momento exacto en que me decidí; no hubo una situación que marcara eso. Se fue dando poco a poco, cada vez con más fuerzas, desde unos dos años antes de tomar la decisión definitiva. En ese momento, trabajé con un psicólogo deportivo, dado que yo no podía identificar qué me pasaba: si sufría un bajón –que iba a pasar- o era algo definitivo. Pero no quería apresurarme; era cortar con lo que fue mi vida durante quince años.



-Y desde que dejaste en 1996, ¿en algún momento sentiste nostalgia por el tenis y la vida en el circuito?

-Lo que me pasó a veces fue sentir algo de nostalgia de reencontrarme en los lugares donde jugaba y ahora ya no lo hago. O reencontrarme con las mismas personas. Al principio fue difícil. Pero lo cierto es que desde que decidí mi retiro, siempre tuve en claro que el tenis competitivo era una etapa que quería dejar atrás. Ya no lo disfrutaba y era el momento de dar vuelta la página.

-En el balance de aquel tiempo tenístico y también a la distancia, ¿qué habrías hecho distinto?

-En cada momento, una piensa tomar las mejores decisiones. Siempre estuve tranquila, porque sentí que había dejado todo, que había dado lo máximo de mí. Obviamente, con la madurez y los avances que hay ahora, tal vez hay detalles que me hubiera gustado ajustar. Por ejemplo, mi nutrición. Y también hubiera sumado al equipo a varios profesionales del deporte. Pero los conocí después.



-Muy rápidamente en tu carrera, al ingresar también de joven en el profesionalismo, con tantas expectativas con tus primeros resultados, ¿cómo te hiciste fuerte para resistir las presiones?

-Eso es experiencia. Yo siempre quería mejorar, tenía la actitud, me fijaba un objetivo y trabajaba para eso. En realidad, la fortaleza mental empieza cuando la estás pasando mal, reconocés eso y madurás. Pero lo importante es tener claro hacia dónde vas y no salir del camino.

-La mente es fundamental en un tenista y en todo deportista de elite, más allá de la técnica, del estado físico y de los sistemas de entrenamiento...

-Para mí, la parte psicológica es lo más importante en un tenista. La mayoría de las veces, es lo que hace la diferencia en un partido. El que sabe manejar la presión, demuestra fortaleza mental y se hace grande en los momentos críticos es generalmente el que gana.



-Es casi obvio, pero… ¿el US Open es tu recuerdo más grato?

-Desde ya, por varios motivos. Es un Grand Slam, es en Nueva York. Y también era algo que anhelaba desde hacía mucho tiempo: mi sueño máximo en el tenis. Pero también me dio mucha satisfacción ganar los Masters; me encantaba jugar en el Madison Square Garden. Tanto allí como en Roma yo me sentía como en casa y lo disfrutaba mucho. Otro momento muy especial fueron los Juegos Olímpicos de Seúl, cuando gané la medalla de plata. Los tenistas no tenemos tantas oportunidades de jugar por el país y allí conocí un ambiente deportivo distinto, más completo. Por suerte, tuve la posibilidad de participar en otros Juegos, en Atlanta 1996, pero ya se acercaba mi despedida.

-¿Te gusta seguir los torneos, ver los partidos?

-Sí, lo hago cada vez que tengo tiempo o una oportunidad. Disfruto analizando el juego y me emociona si veo grandes puntos.

“Con la madurez y los avances que hay ahora, tal vez hay detalles que me hubiera gustado ajustar. Por ejemplo, mi nutrición”.



-A las tenistas de hoy les alcanza con golpes fuertes, velocidad y estado físico para llegar al tope. La técnica ya no es tan pulida como en tu época.

-Es lo que viene dominando en los últimos años. Pero aparte de esos golpes o del estado físico, la diferencia la hace la mentalidad. De todos modos, creo que están apareciendo jugadoras con otros estilos. Hay más variedad en el tenis y una forma de contrarrestar la potencia de las que dominan.

“En su momento, me molestaban las críticas infundadas y muchas veces sin conocimiento de ciertos medios. Con el tiempo, fui aprendiendo a manejarlo”. ¿El tenis femenino creció o involucionó en comparación con la época en que jugabas con Navratilova, Evert, Graf y otras figuras de la época? ¿Qué tiene ahora y qué le falta?



-No me parecen justas las comparaciones. Yo no hablaría de involución o evolución: el deporte va cambiando y se va adaptando. Eso es inevitable y para mí es positivo. Hay cambios no sólo en el juego sino en las raquetas, las reglas, las pelotas , el “Hawk-Eye” que puede definir un partido. En el tenis de mi época había variedad de estilos, muchas jugadoras que iban a la red o haciendo saque y volea. Hoy se ve un juego más de fondo y con muchísima potencia y velocidad.

-¿Por qué cuesta tanto que vuelvan a surgir tenistas de alto nivel en Argentina? Después de tu época, vino un bajón. Ahora hay un plan para recuperar el tenis femenino, Mercedes Paz está trabajando en eso y se te vio apoyando…



-No es sencillo y no hay magia. Construir un deporte es un trabajo de muchos años. En el tenis influyen muchas cosas y, obviamente, está la cuestión económica, que permitiría tener un plan de trabajo, invertir a largo plazo desde infantiles hasta la alta competencia. También es positivo cuando aparecen referentes. Eso ayuda a que las chicas se entusiasmen y tengan una motivación para jugar.

-¿Estás de acuerdo con Roger Federer en la idea de fusionar la ATP y la WTA?

-Me parece positivo. Si las organizaciones están unidas, serán más fuertes ante determinadas situaciones y se hablará un mismo idioma para mujeres y para hombres.



-¿Te gustaría volver al tenis como entrenadora o como dirigente?

-Tuve varias propuestas, pero por ahora no es un rol en el que me sienta cómoda. Me gusta dar una opinión o consejo si me lo piden.

-¿Federer, Nadal o Djokovic? ¿Con quién te quedás?

-Con los tres… (risas) Es una decisión difícil, ya que estamos hablando quizás de los mejores jugadores de la historia. Me quedaría con Federer, porque me encanta su juego, tiene una técnica maravillosa y siempre está en su eje.

-Siempre fuiste respetada. ¿Te molesta que algunos en Argentina no sepan disfrutar a los deportistas top y se les exija ser el número 1 como si fuera lo único que sirve? -En su momento, me molestaban las críticas infundadas y muchas veces sin conocimiento de ciertos medios. Con el tiempo, fui aprendiendo a manejarlo. Cuando se llega a ese nivel, el esfuerzo es muy grande y los deportistas lo dejan todo; ellos más que nadie son los que quieren llegar a lo máximo. Siempre disfruté el cariño de la gente y estoy sumamente agradecida por todo el apoyo y el amor que me transmitieron y me siguen demostrando.



-Vivís en Suiza, Estados Unidos y Argentina. ¿Te gusta seguir viajando o preferís quedarte más en un lugar?

-Sigo disfrutando mucho de los viajes, por todo lo que te enseñan y te abren la mente. Suiza es donde vivo en la actualidad y en donde estoy más tiempo, pero también me gusta moverme constantemente y descubrir lugares nuevos. “Fuera de la cancha extrañaba muchísimo, pero entraba a jugar y me olvidaba de todo. Era feliz”.

-¿Cómo es hoy tu tiempo libre?



-Aparte de los viajes, me gusta leer mucho sobre nutrición y aprender a cocinar recetas saludables. Sigo disfrutando mucho de hacer deporte, nadar, andar en bici y salir a correr. Últimamente, descubrí mi pasión por el café. Hice un curso y me encanta todo el proceso; es todo un mundo nuevo. Me encanta el ritual de tomar un buen café en una cafetería de especialidad, charlando con amigos.



-Se te vio muy cercana a otros de los grandes deportistas de últimas generaciones, desde Maradona y Messi hasta Ginóbili, Aymar y Del Potro, entre otros.

-Siento admiración, orgullo y respeto por todos. Pienso que como deportista, una sabe y valora todo el proceso y el camino que hay que hacer para poder llegar a lo máximo. Me emociona mucho ver sus logros. Me siento orgullosa de que nos representen en el mundo, que conozcan nuestro país a través de ellos, haber disfrutado de verlos jugar y seguir alentando a los que están en actividad.

Es la Gabriela de hoy, la de los 50 años, con el espíritu y la sencillez de siempre.

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