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Villa-Devoto

Los antecedentes de los barras que participaron en el motín de Devoto.

El último penal en pie que queda en Capital Federal siempre fue un reducto en el que los violentos de las tribunas supieron pisar fuerte.

En la revuelta del último viernes, varios de ellos ganaron el techo, logrando una gran exposición.

Los barras que tuvieron participación clave en el motín de la cárcel de Devoto y sus tremendos antecedentes.




El penal de Villa Devoto ha sido un hogar histórico para los barrabravas. Por allí pasaron en tiempos remotos jefes de paravalanchas como Sandokan de River, Melena de Platense, Mingo Puccio de Argentinos, el Chilenito de Independiente, integrantes de la banda de Palermo de Los Borrachos del Tablón y de La Guardia Imperial de Racing, el Gordo Manu de Excursionistas y todos los que alguna vez se treparon a lo más alto de la segunda bandeja de La Bombonera que da a Casa Amarilla, con José Barritta, el Abuelo, a la cabeza. Todo su núcleo pasó años en Devoto al igual que ahí también estuvieron alojados los Di Zeo en 1999 y Mauro Martín en 2013/14. De todos los barras,el más recordado en el único penal que queda vigente en la Ciudad fue Richard William Laluz Fernández, el Uruguayo, capo en La Doce y quien se convirtió en los 90 en amo y señor de Devoto, a punto tal que fue pieza fundamental del motín de 1996, cuando durante 14 horas el edificio se convirtió en un infierno con siete guardias tomados como rehenes y el propio Uruguayo, desde el techo del módulo dos, sosteniendo a uno de los guardias por el cuello y amenazando con tirarlo al vacío si no accedían a sus reclamos.

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Por eso no llamó la atención ver en la revuelta de este viernes la participación de varios barras que están alojados allí. En el módulo uno, eje del levantamiento, está por ejemplo Ariel Luna, alias el Colo, condenado a prisión perpetua por el asesinato en 2007 de Gonzalo Acro en el marco de la interna de Los Borrachos del Tablón, el hecho más conmocionante de violencia en el fútbol de los últimos 15 años. Si bien ese módulo es para presos que están por salir o aquellos que estudian en el Centro Universitario, el Colo logró hacerse un lugar en medio de un pabellón repleto de internos por causas de narcotráfico. En ese módulo está uno de los firmantes del acuerdo con las autoridades penitenciarias que dio por terminado el viernes a la noche el motín. Si bien todos apuntaron a la participación clave de Guillermo Álvarez, alias el Concheto, condenado por cuatro homicidios, otro de los internos con más preparación y a quien también se sindica como estratega fundamental es Eduardo Vera, quien primero estuvo preso por portación de armas de guerra, después por salideras y finalmente fue condenado en 2016 a 15 años de prisión por el asesinato del sargento Orlando Castillo en Villa Crespo, cuando éste intentó frustrar una salidera en la sucursal del Banco Nación de la avenida Córdoba y Julián Alvarez.

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Luna hizo buenas migas con toda la gente de ese módulo dado que previo al asesinato de Acro, su foja de servicios no se limitaba a pisar el paravalancha. Por el contrario, era uno de los considerados pesados en el ambiente: salideras, robos a joyerías y trabajos delictivos en Europa conformaban su pasado. En ese mismo módulo estuvieron otros conspicuos habitantes del estadio Monumental como Kevin y Urko Berón. La clave es que si bien los reclamos de los internos fueron ideados desde el módulo uno, los más violentos están alejados en los módulos dos y tres del penal de Villa Devoto, quienes fueron los que lograron “ganar” los techos para darle visibilidad externa a la revuelta. Y allí, a partir de las imágenes conseguidas por Infobae, se ve una participación concreta de varios barras, entre ellos Alejandro Acosta y Leo Torres, de Platense, y Darío Pérez, de All Boys. Pérez está en uno de los tantos videos que se viralizaron con la campera que identifica al equipo de Floresta, más el mismo gorro que utilizaba cuando se paraba en el paravalancha mayor de La Peste Blanca, como se autodenomina la barra del Albo.

Ariel Luna, alias el Colo, condenado a prisión perpetua por el asesinato en 2007 de Gonzalo Acro en el marco de la interna de Los Borrachos del Tablón.

Habita el penal de Devoto desde el 29/11/18 cuando cayó detenido tras estar ocho meses prófugo acusado del asesinato de Martín el Chino Ojeda en la interna de la barra. El Chino, referente del barrio y de la tribuna, había salido de prisión en 2017, pero se encontró que la popular ya no era de la gente de la zona, sino que había sido copada por el clan Soria, que maneja la droga en San Martín y tiene ramificaciones en la provincia de Tucumán, y que habían tomado All Boys como base para ampliar sus dominios sobre la Capital Federal, poniendo al frente de la popular a Mauro Martino, Leonardo Snoopy Suñé y Darío Pérez. Cuando Ojeda empezó a merodear el estadio, lo vieron como una amenaza y directamente lo ejecutaron. Como el juicio aún no se realizó y todavía Pérez está en preventiva, podría ser uno de los beneficiarios del acuerdo firmado en Devoto para descomprimir la situación del penal ya que uno de los puntos era que se les diera prioridad de salida no sólo a quienes integran grupos de riesgo o estaban ya con salidas transitorias, sino también a quienes tienen prolongadas preventivas. Se verá qué juez se anima a poner la firma para Pérez, quien ya demostró poca voluntad de ponerse a derecho cuando arrancó el caso y se profugó.

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El clan Soria, además, tiene vínculos con La Doce a partir de uno de sus integrantes, Ángel Claudio, que era lugarteniente del Uruguayo Richard. Los Soria formaron la banda que en el mundo del delito se conoció como “Los Gardelitos” y tuvo como base las villas Corea y Las Ranas de San Martín. Se hicieron tan fuertes que tomaron el control de toda la zona Norte copando Vicente López, La Lucila, Martínez y San Isidro, con mansiones en Nordelta y yates valuados en cientos de miles de dólares.

Darío Pérez, barra de All Boys, con la camiseta del equipo de Floresta.

Su relación con los barras también provino de acuerdos con el clan Villalba, con su líder Miguel Mameluco quien se quedó con toda la zona del norte hacia el oeste, incluyendo San Miguel, Malvinas Argentinas y Jósé C. Paz. Su hombre en la barra de Boca era uno de sus socios, Jorge Lemos, alias Mascardi, asesinado en 2010. La relación también era estrecha con la barra de Chacarita, que fue a alentar a Mameluco en uno de los tantos juicios que tuvo y que terminó con una condena a 27 años de prisión. Varios de los miembros de su banda están también en Devoto y formaron parte de la toma del penal.

Otros dos barras que participaron activamente fueron Alejandro Acosta, alias el Viejo Tom, y Leíto Torres, quienes gobernaron la tribuna de Platense desde 2016 hasta caer presos a finales de 2018, y además se convirtieron en los jefes indiscutidos del barrio Mitre en Saavedra. Ambos crecieron en la marginalidad y viendo las fechorías de sus mayores. De hecho, los Torres son un nombre pesado en el mundo barra: Andrés, alias el Raba, y su hermano Fatiga manejaron con mano férrea la popular del Calamar durante más de una década y fueron claves en el armado de la ONG barra, Hinchadas Unidas Argentinas. El Raba es compadre de Bebote Álvarez y fue compañero de andanzas de La Banda de Palermo de Los Borrachos del Tablón.

Alejandro Acosta, alias el Viejo Tom, quien gobernó la tribuna de Platense desde 2016 hasta caer preso a finales de 2018.

A su sombra, el Viejo Tom y los Torres más chicos, como Leíto y Kevin, armaron un grupo que comenzó robando perfumerías y negocios de Belgrano en 2013 y terminó expandiéndose a atracos de mayor escala a cadenas de electrodomésticos hasta terminar regenteando el ámbito de la droga, donde tuvieron un enfrentamiento a todo o nada con quienes mandan en la Villa 1-11-14 y llegaron a secuestrar a la hija de Luis el Gordo Papa Rosales, uno de los presuntos dealers del Bajo Flores, y la liberaron tras un rescate de 300.000 pesos.

En el motín de Devoto se los ve a ambos con la ropa de Platense subidos a uno de los techos y el Viejo Tom porta un palo casero con una venda en la punta. Ambos también están con prisión preventiva cuyos dos años se cumplirán en unos meses, por lo que si sigue la pandemia entrarían dentro del grupo que podría salir según el petitorio acordado por los internos y las autoridades; aunque, una vez más, parece difícil que algún juez ponga la firma para darle la libertad a barrabravas delincuentes que tomaron protagonismo por sus actividades ilícitas cuando estaban libres y por su participación en el motín el viernes pasado.

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