Antiguos mercados porteños, con corazón de barrio.
En el Mercado de San Telmo (1897) está el local donde Angelito vendiĂł pan por casi 60 años y la vieja pĂ©rgola donde las florerĂas le dejaron lugar a un bar de sibaritas de cafĂ©.
En el del ex Mercado del Abasto Proveedor (1893), el recuerdo del pibe Gardel gambeteando entre cajones de verduras, como contaron desde la AsociaciĂłn de Amigos de la vecina Casa Museo del cantor.
En el Mercado de San Telmo (1897) está el local donde Angelito vendiĂł pan por casi 60 años y la vieja pĂ©rgola donde las florerĂas le dejaron lugar a un bar de sibaritas de cafĂ©.
En el del ex Mercado del Abasto Proveedor (1893), el recuerdo del pibe Gardel gambeteando entre cajones de verduras, como contaron desde la AsociaciĂłn de Amigos de la vecina Casa Museo del cantor.
Y desde 1882, cuando abrió el Mercado de San Cristóbal, el más antiguo de Capital en actividad, se pueden traer a la memoria los carros tirados por caballos y el bullicio, las charlas y los gritos de italianos, turcos, rusos que trabajaban y compraban en ésos y otros lugares similares.
Es que en los mercados no sólo se compra y se vende. Los mercados son, en el mundo, desde la antigüedad, espacios de intercambio también cultural. Y refugios de memoria.
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“Ahora se escuchaba el gran rumor (…) ParĂs mascaba los bocados para sus dos millones de habitantes. Era como un gran Ăłrgano central lanzando la sangre de la vida a todas las venas…”
EscribiĂł el escritor francĂ©s Émile Zola sobre el mercado de Les Halles, al que bautizĂł El vientre de ParĂs en el tĂtulo de la novela que publicĂł en 1873 –y cuya estructura influenciĂł a la del viejo Mercado del Abasto–.





En Buenos Aires o ParĂs –cada uno con sus particularidades–, los mercados pasaron de las calles y plazas a lugares cerrados en la segunda mitad del siglo XIX, a la par del crecimiento de las ciudades y el reconocimiento de la necesidad de polĂticas de higiene y salubridad.
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“Se construyeron 36 en diferentes partes de la Ciudad entre 1856 y los primeros años del siglo XX”, dicen las arquitectas Graciela Aguilar y MĂłnica Sanjurjo y el historiador Leonel Contreras en el libro Mercados de Buenos Aires (Olmo Ediciones, 2014).
Fue en el marco de las oleadas de inmigrantes y del cambio de la antigua forma de venta directa del productor al comprador –que hace unos años vuelve, aggiornada y en pequeña escala– a la de intermediaciĂłn comercial, explican.
Pero además operaron como “puntos referenciales a la hora de la consolidaciĂłn de los diversos barrios”. De hecho, cuando el de Abasto cerrĂł, en el ’84, dado que la CorporaciĂłn del Mercado Central limitĂł la instalaciĂłn de ese tipo de espacios a 60 km de la Ciudad, Luca Prodan escribiĂł la canciĂłn Mañana en el Abasto sobre “bares tristes y vacĂos” y “tomates podridos por las calles”.
SegĂşn Mercados... cerraron más de 110 en Buenos Aires, 64 se transformaron –el de Abasto reabriĂł como shopping en el ’98, igual que el Spinetto–, 13 quedaron abandonados y cerca de 20 aĂşn funcionan.
Humildes, como el de San CristĂłbal, o con aires de bohemia chic y visitas de turistas, como el de San Telmo, conservan calidez de barrio –y, en general, la costumbre de cobrar en efectivo–.
Un cartel del Mercado del Progreso (1889), de Caballito, resume bien lo que ofrecen entre alimentos, ropa, objetos vintage y otros productos: la posibilidad de “un lugar de encuentro” en medio de la vorágine cotidiana.
Posible recorrido:
1) Caballito. El Mercado del Progreso, construido por la Sociedad del Progreso de Caballito, se inauguró en 1889 para abastecer a ese barrio, Almagro y Flores. En la década de 1930 se decoró el frente con su nombre moldeado en letras Art Decó, uno de sus sellos. En 3.600 m2, arrancó con poco más de 50 puestos y llegó a tener más de 170 y 17 locales a la calle.



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Ya en los primeros tiempos, además de frutas y verduras, vendĂan carnes. "El pabellĂłn central estaba exclusivamente reservado a la venta de carne –recuerdan allĂ–. Completamente libre, sin paredes que impidieran circular libremente el aire, y cerrados los puestos durante la noche por planchas de hierro, tenĂa una excelente ventilaciĂłn directa. En una de las galerĂas laterales donde habĂa anchas tablas de mármol con fuentes de aguas constantes, se vendĂa exclusivamente pescado que podĂa ser lavado y aĂşn conservado en agua con gran comodidad". En Rivadavia al 5400.
2) Abasto. El viejo Mercado Proveedor fue tan importante para la zona que hasta la bautizĂł (el barrio es Balvanera). AbriĂł en 1893, fue reformado y ampliado en 1934 y en el 84 cerrĂł.


Por el hormigón de sus cinco naves abovedadas y sus aires Art Decó en 44 mil m2, fue una novedad para la época que aún impacta. En el 98 abrió el shopping Abasto. En Corrientes al 3200. En ese edificio trabajó el arquitecto esloveno Victorio Sulcic, el mismo que diseñó la Bombonera, junto con el ingeniero José Luis Delpini y su colega Raúl Bes.
Pero el antiguo mercado tuvo una sede anterior e incluso reformas previas a esta edificaciĂłn. La primera, realizada entre 1890-3, con hierro de los talleres Vasena, fue el "máximo monumento a la industria argentina", para algunos investigadores. Otros subrayan los ecos del de Les Halles, de ParĂs, en su estructura, con techos a dos aguas en tres niveles.
En 1984 el antiguo mercado cerrĂł. Y en 1998 abriĂł en el predio el shopping Abasto. La entrada principal es por Corrientes 3247.
A medida que Buenos Aires se expandĂa, a ese edificio le sumaron una "fábrica de hielo", un corralĂłn para carros y caballos, un anexo para la venta minorista y la conexiĂłn con el ferrocarril.
3) Boedo. El Mercado San Juan es una joyita, modestĂsima, casi escondida. Se cree que abriĂł en 1895. Y para algunos investigadores fue como “fábrica de hielo” (para conservar el frĂo de modo artesanal). De techos a dos aguas, como una casita, se convirtiĂł en espacio central para vecinos. En San Juan 3266.


4) San CristĂłbal. Inaugurado en 1882, fue el primero de Capital que todavĂa funciona. La sede actual es de 1945 y supo albergar unos 150 puestos. La diseñaron los arquitectos Santiago Sánchez ElĂa, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini, del estudio SEPRA, con sus ya caracterĂsticos tres arcos de hormigĂłn.
Hoy es un centro comercial popular. En Entre RĂos e Independencia (formalmente Monserrat).


5) San Telmo. Diseñado por el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, el Mercado es de 1897. Fue ampliado y reformado. Y los puestos son atractivos pero igual mire hacia el techo: mantiene vigas y arcos decorados, vidrio para dar luz natural y una cĂşpula mágica. VerdulerĂas y carnicerĂas conviven con anticuarios. Es el más turĂstico de los antiguos mercados porteños pero los vecinos van igual. Ocupa una manzana pero la entrada principal es por Defensa 900.



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