Progreso profesional de las mujeres
No cabe duda de que, todavĂa hoy, las mujeres somos responsables de los temas domĂ©sticos
en mayor medida que nuestras parejas. Sigue siendo cierto que las tareas domésticas recaen mayoritariamente en nosotras, pero, sobre todo, las mujeres somos las responsables de la
organizaciĂłn de la casa. Lo que en el contexto laboral serĂa la "gestiĂłn de proyecto". Por
ejemplo, incluso si es el marido el que lleva al niño al doctor, es muy probable que la mujer sea
la que haya buscado al especialista, haya concertado la cita y le haya dicho a su marido dĂłnde
y cuándo ir.
La carga de la administraciĂłn del hogar es constante, no se reconoce, no se paga y cae desproporcionadamente en las mujeres, incluso en hogares en que ambos progenitores trabajan a tiempo completo.
Esta afirmaciĂłn surge de los resultados de la encuesta que elaboramos recientemente desde BCG y en la que entrevistamos a más de 6.500 empleados de todas las industrias en 14 paĂses, buscando informaciĂłn sobre cĂłmo se reparte la planificaciĂłn y ejecuciĂłn de las tareas domĂ©sticas.
A raĂz de esto, encontramos que en los hogares en los que ambos padres trabajan, la distribuciĂłn de las tareas domĂ©sticas que requieren mucho tiempo sigue siendo muy sesgada, siendo las mujeres 1,9 veces más propensas a encargarse del lavado de ropa, la cocina, la limpieza o la compra del supermercado. Si bien muchos hombres están asumiendo más tareas en el hogar, el hombre promedio tiende a encargarse de las tareas menos frecuentes, que no son tan sensibles al tiempo y que son más fáciles de subcontratar, como el trabajo de jardinerĂa o las pequeñas reparaciones. Y sobre la mujer recae, como mencionaba al principio, toda la "orquestaciĂłn" o gestiĂłn, llevando asĂ lo que en inglĂ©s se llama mental load o carga mental.
PodrĂamos argumentar que este tema es solo domĂ©stico. Sin embargo, creo que las empresas tienen que hacerse cargo, para lograr que más mujeres ocupen puestos de liderazgo y no se vean sobrepasadas por la responsabilidad paralela del trabajo y de la casa.
Proponemos tres medidas concretas que pueden ayudar a avanzar en este sentido. Primero, ofrecer flexibilidad laboral, tanto para hombres como para mujeres, para que puedan lograr un mayor equilibrio domĂ©stico, trabajando por objetivos y no por tiempo en la oficina. Segundo, dar visibilidad y apoyar a role models, especialmente masculinos, que sean un ejemplo de cĂłmo equilibrar la carga domĂ©stica y que hayan hecho uso, por ejemplo, de programas flexibles o de permisos para el cuidado de hijos. Tercero, ofrecer soporte estructural, como guarderĂa en el lugar de trabajo, cuidado de niños de respaldo, servicios de agencias de bĂşsqueda de empleados o apoyo de planificadores financieros.
Las familias tienen que encontrar la manera de compartir la carga y la responsabilidad doméstica, generar una relación más simétrica y aclarar los roles. Para ello es necesario que las empresas hayan puesto en marcha los mecanismos facilitadores y hayan creado una cultura corporativa acorde con este cambio social.

La carga de la administraciĂłn del hogar es constante, no se reconoce, no se paga y cae desproporcionadamente en las mujeres, incluso en hogares en que ambos progenitores trabajan a tiempo completo.
Esta afirmaciĂłn surge de los resultados de la encuesta que elaboramos recientemente desde BCG y en la que entrevistamos a más de 6.500 empleados de todas las industrias en 14 paĂses, buscando informaciĂłn sobre cĂłmo se reparte la planificaciĂłn y ejecuciĂłn de las tareas domĂ©sticas.
A raĂz de esto, encontramos que en los hogares en los que ambos padres trabajan, la distribuciĂłn de las tareas domĂ©sticas que requieren mucho tiempo sigue siendo muy sesgada, siendo las mujeres 1,9 veces más propensas a encargarse del lavado de ropa, la cocina, la limpieza o la compra del supermercado. Si bien muchos hombres están asumiendo más tareas en el hogar, el hombre promedio tiende a encargarse de las tareas menos frecuentes, que no son tan sensibles al tiempo y que son más fáciles de subcontratar, como el trabajo de jardinerĂa o las pequeñas reparaciones. Y sobre la mujer recae, como mencionaba al principio, toda la "orquestaciĂłn" o gestiĂłn, llevando asĂ lo que en inglĂ©s se llama mental load o carga mental.
PodrĂamos argumentar que este tema es solo domĂ©stico. Sin embargo, creo que las empresas tienen que hacerse cargo, para lograr que más mujeres ocupen puestos de liderazgo y no se vean sobrepasadas por la responsabilidad paralela del trabajo y de la casa.
Proponemos tres medidas concretas que pueden ayudar a avanzar en este sentido. Primero, ofrecer flexibilidad laboral, tanto para hombres como para mujeres, para que puedan lograr un mayor equilibrio domĂ©stico, trabajando por objetivos y no por tiempo en la oficina. Segundo, dar visibilidad y apoyar a role models, especialmente masculinos, que sean un ejemplo de cĂłmo equilibrar la carga domĂ©stica y que hayan hecho uso, por ejemplo, de programas flexibles o de permisos para el cuidado de hijos. Tercero, ofrecer soporte estructural, como guarderĂa en el lugar de trabajo, cuidado de niños de respaldo, servicios de agencias de bĂşsqueda de empleados o apoyo de planificadores financieros.
Las familias tienen que encontrar la manera de compartir la carga y la responsabilidad doméstica, generar una relación más simétrica y aclarar los roles. Para ello es necesario que las empresas hayan puesto en marcha los mecanismos facilitadores y hayan creado una cultura corporativa acorde con este cambio social.
No hay comentarios.: