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Villa-Devoto

La cárcel de Devoto colapsada.

Pabellón 53: debería ser un gimnasio, pero está colapsado de presos.

La mitad de 165 detenidos llegĂł de la alcaidĂ­a de Tribunales, tras un duro fallo judicial que originĂł la emergencia penitenciaria.



El PabellĂłn 5 es el de los universitarios que cursan distintas carreras en el centro que depende de la UBA y funciona en la planta baja de la Unidad. En el 9, denominado “Viejo MatĂ­as”, solo viven mayores de 50 años.

HistĂłricamente, el 8, es de peruanos: segĂşn las Ă©pocas, lo ocupan los de la villa 1-11-14 o los de la villa 31. El 11 y el 3 son los más conflictivos. Se los llama “Pabellones villa”. El 50, 51 y 52 están fuera del perĂ­metro: son para internos en perĂ­odo de prueba, internos de las fuerzas de seguridad y para los que están en fase de confianza, respectivamente.

Y desde hace poco más de un mes, el Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad de Buenos Aires, la cárcel de Devoto, sumó un nuevo Pabellón: el 53.



El 13 de febrero pasado, y a partir de un hábeas corpus, 89 internos alojados en la Unidad 28 (ubicada en el subsuelo del Palacio de los Tribunales, en la calle Talcahuano) fueron trasladados a Devoto. Se los alojó en un salón de usos múltiples del Módulo 6, donde hasta ese día se realizaban actividades de musculación, fútbol y visitas de familiares.

Con los dĂ­as el lugar fue bautizado como “PabellĂłn 53”, y el nĂşmero de internos habrĂ­a subido hasta 165.

La situación en la Unidad 28 motivó un durísimo fallo judicial (determinó que no era "apta para la condición humana") y, a su vez, una medida extraordinaria del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, que el lunes 25 de marzo decretó la emergencia penitenciaria por tres años en las cárceles federales.

“La cárcel de Devoto ya funcionaba mal. Y el traslado de esas 165 personas desregulĂł el funcionamiento y la operatividad del lugar. Fue la gota que rebalsĂł el vaso sobre un montĂłn de cosas que venimos padeciendo”, dice Sebastián, que cumple una condena por robo y habla con ClarĂ­n desde esa misma cárcel, aunque desde otro pabellĂłn. Su nombre no es verdadero. No quiere exponerse ante las autoridades.

Desde el 25 de febrero, y a partir del traslado de los nuevos internos, los cerca de 2200 que habrĂ­a en Devoto comenzaron una protesta. Todos los dĂ­as, entre las 22 y 22.30, y las 00 y 00.30, realizaron una batucada y quema de telas. “Vamos a seguir hasta que las autoridades del Ministerio de Seguridad baje a la Unidad y comience a tratar las problemáticas que venimos denunciando”, agrega Sebastián.

Algunas de esas problemáticas que denuncian son la falta de control sobre el presupuesto que el SPF dice gastar por interno, la falta de un cupo máximo carcelario por unidad y todo lo que genera el hacinamiento: colapsan los sectores para recibir visitas, algunos internos ya duermen en el piso, la comida escasea. No solo en Devoto, sino en Marcos Paz y las unidades 1 y 19 de Ezeiza.



“Y tambiĂ©n denunciamos la corrupciĂłn interna del SPF”, concluye Sebastián. “En los pabellones tenemos que pagar para acceder a la televisiĂłn por cable. Pero en las requisas, los guardias nos roban la antena. Los mismos que despuĂ©s te la quieren volver a vender”.

El negocio de los celulares

Según pudo saber Clarín, algo similar pasaría con los teléfonos celulares, cuyo uso está legalmente prohibido. Lo allanado en cada requisa suele depender de la guardia, que varía según los días. Los internos que les compraron los teléfonos a las penitenciarios que no requisan en el día tienen mayor probabilidad de que se los encuentren. Lo incautado, muy posiblemente, no figure en ningún documento. Y esos celulares se terminan vendiendo en otros pabellones.

El sábado 23 de marzo, en Planta 1, Pabellón 3, hubo un claro ejemplo de las consecuencias que generan las denuncias de los presos. El interno Fernando Alberto Gómez murió en una pelea. La disputa habría comenzado un día de visita, por el poco espacio que tendrían los detenidos para compartir con sus familiares.



“La discusiĂłn empezĂł cuando estaban pasados de droga”, confĂ­a otro preso. “El Servicio Penitenciario arregla con los internos del pabellĂłn de abajo, el 2, la venta de drogas. Y se la venden a los del 3, por el sistema de ‘palomas’: la droga sube y la plata baja mediante una soga”.

“Los de Devoto ya es un rĂ©cord”, afirma Ariel Cejas, procurador penitenciario adjunto interino de la NaciĂłn. “La capacidad es de 1654 y ya hay más de 2000 internos. Hasta hay un cupo máximo ordenado por un Juzgado en 2015, pero que no se cumple. Que se haya armado un pabellĂłn es un gimnasio es un claro ejemplo de la situaciĂłn carcelaria federal”.

El número máximo de alojados coincide con la promesa del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de comenzar a trasladar a los internos a partir de 2020, de cara al que, según su anuncio, sería el derrumbe definitivo de la Unidad, un pedido histórico de los vecinos del barrio.

Los internos del PabellĂłn 53 tambiĂ©n se quejan del lugar de alojamiento. Un interno le confiĂł a ClarĂ­n: “No tenemos tratamiento: no podemos estudiar, trabajar ni participar de talleres. Estamos encerrados en un galpĂłn; no podemos cocinar y la comida que nos dan es escasa. Los sanitarios son muy pocos, porque fueron construidos para un gimnasio y no un lugar de alojamiento temporario. El MĂłdulo no está preparado para recibir tanta gente; no tiene la dinámica de un pabellĂłn. Y ya hay pibes durmiendo en el piso”.

Según un fallo de la Justicia, el Pabellón 53 deberá volver a ser el gimnasio que fue, en un plazo de 180 días hábiles. Pero nadie sabe a dónde irán a parar los más de 160 internos que lo ocupan.

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