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Villa-Devoto

Alan Schlenker desde el penal de Villa Devoto.

A once años del crimen de Gonzalo Acro.

Estoy apilado en un pabellón al que llaman ‘Villa’

El ex jefe de la barra de River, que cumple una pena a perpetua, fue enviado a una cárcel del sur. Dice que el trato que recibe es “denigrante e inhumano”, que no lo “dejan estudiar” y que solo le “dan pastillas”.





La serie El marginal muestra lo peor de la cárcel. Es una ficción pero que no le escapa a la realidad carcelaria. En el penal de máxima seguridad de Rawson, donde está preso Alan Schlenker, el ex jefe de la barra brava de River Plate condenado a perpetua por el homicidio de Gonzalo Acro, también existe un pabellón al que todos llaman “La Villa”. Es el Nº 10, donde casi todos los presos tienen mala conducta y las condiciones son deplorables

Schlenker llegó a la prisión de Chubut hace cerca de seis meses. Antes había estado en el penal de Azul, donde cursaba la carrera de Derecho (rindió seis materias), trabajaba en la huerta de la unidad y presidía el centro de estudiantes universitarios.

“Esto es denigrante e inhumano”, se queja a PERFIL desde el teléfono público del pabellón. “Acá no dejan que entren los diarios y solo te dan pastillas”, dice en la primera entrevista que brinda desde que fue trasladado al sur, a 1.800 kilómetros de su familia.

El ex capo de Los Borrachos del Tablón cumple actualmente dos condenas: una a prisión perpetua por el asesinato del barra Gonzalo Acro (agosto de 2007) y otra a doce años de prisión por el crimen del dealer Mario Sanzi (mayo de 2001).

La ‘tumba’. “Este es un régimen militarizado con cero reinserción. Soportamos temperaturas de siete grados bajo cero sin calefacción y tenemos que cubrir las ventanas rotas con plásticos para sobrevivir”, cuenta desde el pabellón 10.

Schlenker cuenta que pasa casi todos los días encerrado en una celda sin baño, y que solo ven el sol cada veinte días. “A mí me salva la lectura”, dice a este diario, y reclama que no lo dejan estudiar: “Yo ingresé con título universitario (N. de R.: es ingeniero agrónomo) y no entiendo por qué no me dan la oportunidad de estudiar. No tengo ninguna sanción disciplinaria y mis legajos son ejemplares. Yo acompañaba a los docentes, presidía el centro universitario, coordinaba la huerta y me la pasaba estudiando. Pero en esta cárcel (por la de Rawson) no te dan nada, solo te dan pastillas. Cuando pasa el guardia todos dicen: llegó el transa. La mayoría de los detenidos están dopados”, relata a PERFIL.

“Me privaron de todo: de ver a mi hijo y de estudiar para tenerme apilado en un pabellón al que llaman ‘La Villa’. Yo, como tutor educativo, sentía que estaba siendo útil para la sociedad incentivando a los presos, con estímulos educativos para descontar meses de pena”, se lamenta en la entrevista.

Alan, que es piloto comercial e ingeniero agrónomo, comparte el pabellón con otros 36 internos: “En este sector son frecuentes los problemas. Te abren cinco minutos por día para retirar el tarro para orinar. No tenemos módulo sanitario en la celda. Desde el 25 de febrero pasado que estoy padeciendo todo esto. Ni siquiera me dan trabajo. Estoy todo el día encerrado”.

Alguien con poder. El supuesto instigador del crimen de Acro sostiene que el castigo que recibe no es gratuito. “Evidentemente alguien con mucho poder me quiere hacer daño”, acusa. Un dato llama la atención: Schlenker es el único de los condenados por este homicidio que fue alejado de su familia.

Ariel “Colo” Luna –autor material– está en la cárcel de Villa Devoto, Martín “Pluto” Lococo en el Devoto Complejo Penitenciario de Ezeiza, y William Schlenker (hermano de Alan, y también condenado a perpetua) y Pablo “Cucaracha” Girón en el penal de Marcos Paz.

A once años del caso que desnudó la interna feroz por el control de la barra de River, Schlenker insiste con su inocencia y repite que es un “preso político”. Dice que sus enemigos actuaron contra él amparados por el poder de dirigentes y funcionarios del gobierno anterior.

El ex capo de Los Borrachos del Tablón reafirma que lo condenaron por una maniobra de la barra oficial, liderada por Adrián Rousseau, que supuestamente trabajaba para Guillermo Moreno, Aníbal Fernandez, Julio De Vido y Cristina Fernández de Kirchner. “No son dichos míos –asegura–. Es una investigación del fiscal Campagnoli, en la que se realizaron escuchas sobre la barra oficial, y donde están vinculados policías, barras y dirigentes en un negocio enorme de reventa de entradas y demás”.

Una cámara oculta para que revisen otra condena

La defensa de Alan Schlenker presentará un recurso de revisión de sentencia ante la Cámara de Casación Penal bonaerense. Lo hará en el marco de la causa iniciada por el homicidio de un dealer en 2001.

La base de la presentación será el testimonio que brindan dos supuestos nuevos testigos que aportan una versión diferente a la aportada por la testigo protegida, que en el juicio oral y público de abril de 2015 señaló a Alan como el autor de los ocho disparos que terminaron con la vida de Mario Sanzi, el 11 de mayo de 2001.

Lo curioso es que la prueba fue obtenida en una cámara oculta realizada por el padre del ex jefe de Los Borrachos del Tablón, Wilhelm Schlenker (80), y una amiga de nombre Aldana.

Desde la prisión de Rawson, donde se encuentra detenido desde febrero pasado, Schlenker asegura que el trabajo demandó cerca de un año, con muchas horas de filmación.

“Mi papá, que tiene 80 años, se encargó de conseguir los anteojos oscuros con la cámara para obtener imágenes de buena calidad, mientras que Aldana entrevistó a muchos vecinos hasta dar con dos testigos presenciales”, cuenta a PERFIL.

Youtuber. La grabación puede verse en un documental que fue editado por Schlenker llamado Causa armada, en busca de justicia, y que está disponible en su canal de YouTube (ver código QR).

En el informe aparece un extracto de la declaración que realizó en el juicio Elizabeth Sanzi, quien asegura haber sido testigo del crimen de su primo. Según la instrucción, Alan habría asesinado al dealer para vengar a su hermano William, quien dos días antes había sido herido de un balazo en el estómago.

Las dos testigos que presenta la familia Schlenker coinciden en que no hubo testigos directos del homicidio. “Escuché golpes, yo lo conocía al pibe, y estaba solo. No vimos a nadie mas”, dice la mujer que aparece en la filmación, a metros del lugar donde fue atacado Sanzi. “Esa noche no había nadie y tampoco escuchamos una discusión. Sí recuerdo que el auto sale arando y que no se escuchan más tiros”, agrega la otra testigo.

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