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El ingeniero argentino que ayudó a llevar al hombre en la Luna.

El ingeniero César Sciammarella

Pasmados ante la pantalla de la televisión, el 20 de julio de 1969 los argentinos atestiguaron uno de los hechos más trascendentales de la historia de la humanidad: la llegada del hombre a la Luna. Pero hubo un porteño, nacido en Barracas, que siguió esa hazaña con un interés especial. El ingeniero civil César Sciammarella, hoy de 94 años, había participado en el diseño del tanque de combustible líquido del booster, un cohete empleado durante la etapa del despegue y que después cae a la tierra.





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El ingeniero argentino que ayudó a llevar al hombre en la Luna.




16/05/2018

Radicado en los Estados Unidos desde 1961, Sciammarella, especialista en mecánica experimental y teórica, también participó de otro importante proyecto espacial norteamericano. Los célebres transbordadores Columbia, Challenger, Discovery, Atlantis y Endeavour comparten un común denominador: una turbina productora de energía eléctrica en cuyo desarrollo tuvo una participación clave el ingeniero recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

A mediados de la década del 60, Sciammarella era profesor en la Universidad de Florida. Cerca de allí, en Redstone Arsenal, en Alabama, se trabajaba en el diseño del cohete que llevaría al hombre a la Luna. Entonces ofreció sus servicios a la NASA. Y enseguida se puso a investigar los comportamientos del tanque de combustible líquido del Apolo 11.



"Durante un par de años, trabajamos en los análisis estructurales, teóricos y experimentales", cuenta durante una visita a la Argentina, antes de volver a EE.UU. donde vive con su esposa. Precisó que las tareas demandaron un esfuerzo ingente para prever todas las incontables eventualidades que podría experimentar el tanque luego del despegue.

"El cohete tenía una longitud de 41 metros y era un espectáculo notable verlo en el hangar durante los ensayos", recuerda con satisfacción, y precisa que se lo sometía a pruebas de compresión en las que se medían las deformaciones. "El proyecto fue una inspiración del presidente Kennedy".

Vocación temprana Cuenta que su vocación se despertó en su infancia. "Desde chico siempre fui muy curioso. Siempre quería saber por qué ocurrían las cosas, en el mundo vegetal, animal, mineral", dice, y rememora cuando a los diez años, en Concordia, en el río Uruguay, encontró piezas indias: puntas de flechas y discos grabados.

Sciammarella conserva intacto aquel espíritu inquieto que sigue demostrando en la estatal North Eastern University, donde trabaja en un método experimental óptico donde pueden observarse deformaciones en cualquier material.

Su carácter alegre y optimista solo se ensombrece cuando recuerda que durante el primer peronismo, en la década del 50, sufrió la tortura. Sospechado de complotar contra el gobierno por dictar clases de física en la escuela del Ejército, fue encarcelado durante algunas semanas en Villa Devoto. "¡Agua, agua!", gritaba muerto de sed durante los interrogatorios, bajo la luz enceguecedora de un faro que lo apuntaba sin pausa durante las 24 horas. Allí también padeció la acción de la picana eléctrica. Y en los últimos días contrajo una neumonía. "El triunfo del golpe del 55 me salvó la vida", considera.

Pero enseguida después de narrar estos infortunios recupera el buen ánimo y revela el secreto de su longevidad saludable: "¡Un alma en paz!", se ríe con ganas. Casado desde hace 50 años, tiene dos hijos y dos nietos. Una vez al año viene a la Argentina para visitar a sus parientes y amigos.

Doctorado en la Universidad de Illinois, Sciammarella también trabajó en el proyecto del Transbordador Espacial, desarrollado por los EE.UU. en la década del 80. En esta ocasión, el ingeniero argentino se ocupó de las pruebas de una turbina que giraba a 50.000 revoluciones por minuto y generaba energía eléctrica para el Transbordador. "Hice la investigación experimental mediante un método holográfico para observar los modos de vibración de la paleta de la turbina", cuenta.

Esta fue una pieza común de todos los transbordadores. "Fue una satisfacción que se eligiera mi laboratorio de mecánica experimental de la Universidad de Illinois para ejecutar esa prueba", dice, y detalla que su tarea consistió en investigar experimentalmente cómo funcionaba la turbina.

En 1981 se tomó un "año sabático" y volvió a la Argentina para intervenir en la creación del reactor de Atucha II, en Zárate Brazo Largo, que produciría energía eléctrica. En este proyecto trabajó en el diseño de la "esfera de protección", que rompió los cánones habituales para esos diseños. Pero que, lamentablemente, en el país el desarrollo tecnológico nunca fue una política de Estado.


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