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El Rosedal

El Rosedal, alberga 93 especies diferentes de rosas que crecen dentro de un jardín diseñado por el paisajista y agrónomo Benito Carrasco.
Pocos espectáculos son tan bellos como el florecimiento de las casi 8.000 rosas de 93 especies diferentes que crecen en el Rosedal. Este jardín de casi 4 hectáreas, de acceso libre y gratuito, está ubicado sobre la Av. Presidente Pedro Montt. Todos los días, atrae a turistas extranjeros y vecinos de la Ciudad, quienes recorren sus senderos, caminando entre los rosales de distintas tonalidades, para luego cruzar el lago a través del famoso puente blanco.


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Su historia: el legado de Benito Carrasco

Era 1914 cuando Benito Carrasco, que por entonces tenía 37 años, se hizo cargo de la Dirección de Paseos de la Ciudad. Desde 1900 venía trabajando en aquella dependencia. Ni bien asumió, concluyó la obra del Rosedal, junto con el famoso puente helénico, el templete y la pérgola. Así, su gestión se iniciaba con una obra que, a lo largo de cien años, no dejaría de resultar emblemática para el Parque 3 de febrero y para la Ciudad.

Durante su labor en la Dirección de Paseos de la Ciudad, Benito Carrasco trabajó bajo las directivas del célebre arquitecto y paisajista francés, Carlos Thays, a quien ya conocía: Thays fue el director de la tesis con la que Carrasco se graduó, a los 23 años, como ingeniero agrónomo en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires.

De esta manera, Benito Carrasco se convirtió en el discípulo más notable de Thays y, cuando éste dejó la Dirección de Paseos de la Ciudad en 1913 (después de 22 años de gestión), ocupó el cargo de su maestro. El Rosedal fue una gran manera de darle continuidad a la serie de notables obras encaradas por Thays, entre las cuales se encuentran el diseño del Jardín Botánico, del Parque Avellaneda, del Parque Lezama y la reforma del mismo Parque 3 de febrero, entre otras.

Durante 4 años, Carrasco se mantuvo al frente de la Dirección de Paseos, impulsando obras como el diseño del paseo de la Costanera Sur y de la Escuela de Jardineros (hoy “Escuela Técnica de Jardinería Cristóbal M. Hicken”). Al finalizar su gestión, se dedicó a trabajos en el ámbito privado y también a la docencia universitaria, desde donde llevó a cabo una importante labor formativa a través de su cátedra de Parques y Jardines en la UBA.

En 1958, Benito Carrasco falleció, pero su obra lo sobrevive. A casi cien años de su construcción, el Rosedal todavía transmite la pasión y el cariño de quién dedicó su vida a trabajar para que todos los ciudadanos y visitantes de Buenos Aires puedan disfrutar del verde dentro de la Ciudad.

Sus atractivos

El Rosedal es, quizás, el espacio más visitado del Parque 3 de febrero. Su popularidad no es injustificada: este jardín, cuidadosamente diseñado, fue premiado, en el 2012, con el Garden Excellence Award, otorgado por la Federación Mundial de las Sociedades de Rosas (WFRS). Las especies más comunes son la rosa sevillana, de color rojo brillante, la Johan Strauss, la Charles Aznavour y la Frederic Mistral (las tres de tonalidades rosadas) y la Elina, de color amarillo claro.

Entre los rosales se levantan bustos de poetas famosos, a quienes se rinde homenaje en el Jardín de los Poetas. Allí conviven Dante Alighieri con Jorge Luis Borges, Antonio Machado y Federico García Lorca con Alfonsina Storni, entre otros.

Muy cerca está el Patio Andaluz, construido en 1929 y obsequiado por la ciudad de Sevilla a la ciudad de Buenos Aires. En la fuente, ubicada en el centro del patio, se puede leer la dedicatoria que acompaña al regalo: “A la caballerosa y opulenta ciudad de Buenos Aires en testimonio de comunicación espiritual, Sevilla ofrece esta muestra de la industria de Triana, el barrio de los laboriosos alfareros y los intrépidos navegantes”. Los adornos de mayólica decoran los bancos, escalones y pisos del patio, que está rodeado por ejemplares de glicinas.

Construido para cruzar el Lago del Rosedal, el Puente Blanco es también conocido como Puente Helénico o Puente Griego, debido a sus rasgos arquitectónicos.

El Rosedal es un emblema del diseño paisajístico y regala una imagen privilegiada dentro de la Ciudad: su particular encanto, resultado del trabajo de una de las grandes figuras del urbanismo porteño, le otorga una identidad propia. Conocer el Rosedal es una de las tantas buenas excusas para visitar el Parque 3 de febrero.



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