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El pabellón de la triple bandera, aguantadero de narcos en Devoto.

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Es nombrado de esta manera por la convivencia de presos de distintas nacionalidades. Los peruanos, que controlan la venta de droga en el penal, se impusieron y echaron al resto a “facazos.



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El pabellón de la triple bandera, aguantadero de narcos en pabellon Devoto.
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29/1/2017

El celular segundo de la planta 5° de la cárcel de Devoto era señalado como “el pabellón de los guerrillas”. Hasta la década del ‘80 alojó a muchos presos políticos. Eso antes. Ahora, donde hubo sueños de revolución hoy hay otros: “coronar” cargamentos de droga; dejar de ser un transa para convertirse en un narco; relacionarse con capos que crucen cocaína de máxima pureza desde Bolivia hacia Salta; exportar droga a Europa. Ya no hay “compañeros”, ahora hay “soldados”.

El celular segundo de la planta 5° es uno de los dos pabellones más allanados de todas las cárceles federales. Lo llaman “el pabellón de la triple bandera”, ya que allí van a parar presos peruanos, chilenos y paraguayos. “Es la ‘villa’ de los peruanos”, le cuenta a Clarín un interno argentino. Por “villa” se entiende el sector de peor conducta, donde viven los más conflictivos. Tanto es así que que, después de años de convivencia, decidieron ser los únicos del pabellón: “echaron” a facazos a los paraguayos y chilenos, que fueron reubicados.

Allanaron la celda de "El Loco César" en la cárcel de Devoto. Tenía 9 celulares escondidos en el doble fondo de un armario. (DyN)

El comentario en todo el penal es que en “el pabellón de la triple bandera” viven bien gracias a la venta de drogas dentro y fuera de la cárcel: cuentan con freezers, heladeras, pintan constantemente y tienen celulares de alta gama. Es, en muchos sentidos, un refugio dentro de Devoto para varios de los principales narcos peruanos. “Cuando uno de ellos cae, lo primero que le pide al juez es que lo mande ahí, porque sabe que lo van a tratar bien. Lo mismo pasa cuando desde adentro se enterar de la detención de alguno. Mueven todas las fichas para que lo trasladen”, explica un preso.

Sin embargo, no todos son bienvenidos: allí cumplen condena los peruanos aliados a Alionzo Rutillo Ramos Mariños. La gran mayoría llegó por controlar el narcotráfico en la villa 31 de Retiro. El pabellón 8 de la planta 2 -el segundo sector más allanado por fuerzas policiales en marcos de distintas investigaciones por tráfico de drogas- también es de peruanos. Ahí viven los que responden a Marco Antonio Estrada González. O sea, los que dominan los territorios de Bajo Flores, Once y Abasto. No pueden cruzarse con los del celular segundo.

No son los únicos narcos con peso en Devoto. En la lista también figura“El Loco” César Morán de la Cruz, condenado a 25 años por varios homicidios. En 2012 llegó al pabellón de “la triple bandera”, donde se convirtió en jefe. Sin embargo, tuvo que cambiar de lugar de alojamiento por problemas con sus compatriotas. Se mudó a un piso más abajo, pero no perdió privilegios. Durante una requisa a su celda le encontraron nueve celulares y “una gran cantidad de chips”, según informó la Policía Bonaerense.

El operativo fue por la causa que investiga la muerte de María Belén Peralta en La Reja, Moreno, quien habría sido confundida con otra mujer del mismo nombre. El sindicado de encargar el crimen fue Morán de la Cruz. Los sicarios detenidos son peruanos.

Antes de su mudanza forzada, “El Loco” César tuvo su ejército de soldados. En Devoto se los llamaba “Los Espartanos”. Era un grupo de 27 argentinos y peruanos grandotes, que lo seguían donde fuera. “En la planta 5 está lleno de fisuras”, cuenta un interno de Devoto. “Fisura” es el que no recibe visitas y vive con lo puesto y come gracias a lo que entregan los penitenciarios. Y agrega: “César los arreglaba con algo de ropa y un poco de droga para que lo cuiden”.

Más allá de las disputas de poder entre los distintos sectores, en el ambiente carcelario suena el mismo comentario que en el mundo del hampa de la calle: en la prisión los peruanos también ofrecen la cocaína más pura. Tanto los del pabellón 8 como los del celular segundo entregan una parte de los pedidos con “la paloma”. Es decir, con una bolsita atada a una soga que sube o baja según el piso del cliente. O pasa de mano en mano de los internos que trabajan en distintos sectores, como pueden ser los que entregan los alimentos en cada pabellón, o se comercializa en lugares a los que pueden acceder casi todos.

En septiembre del año pasado fue allanado uno de los comercios de la calle Bermúdez, de los que están frente a la entrada del penal. Fue detenida una señora, apodada “La Vieja”, que hoy cumple una condena en la cárcel de Ezeiza. Se la acusa de recibir droga y celulares que luego entregaba a los penitenciarios para que lleguen a manos de los peruanos. Esa misma mañana se allanó la cárcel y se detuvo a un penitenciario por encubrir a un narco apodado “Bolongo”.

“Hemos encarcelado a los líderes pero está comprobado que da lo mismo que estén presos, o en México o en China. Todo funciona igual. Dirigen todo por teléfono”, le comenta a Clarín un funcionario de un Juzgado que lleva casi cien condenas a peruanos. Y un interno comenta al respecto: “Es cierto que las visitas le ingresan una parte de la droga. Pero la Policía les ha encontrado kilos y eso no entra en el cuerpo de una persona. Está claro que arreglan con el Servicio Penitenciario”. Ese pacto sería afuera de la cárcel, entre familiares que entregan droga o celulares y penitenciarios que ingresan todo a cambio de dinero. Adentro el pago sigue siendo la tarjeta telefónica o efectivo. Los internos le están pidieron a sus familiares que en las visitas les ingresen billetes.

Pero en el narcomenudeo interno hay algo que diferencia a los peruanos del pabellón “de la triple bandera” y a los del ocho. A estos últimos, los argentinos se animan a intentar robarles la droga que traen cuando suben de visitas, en las escaleras de cada planta. Y hubo épocas en la que les exigían dinero. Pero a los de la triple bandera, no. Nunca. “Los peruanos del celular segundo son terribles”, concluye el argentino detenido que le cuenta todo a Clarín. “Tocás a uno y salen todos a pelear”, agrega.



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