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Clubes de barrio: resisten el paso del tiempo entre tradiciones y calidez familiar

Célebres por sus mesas de juegos y los platos sabrosos de sus restaurantes, las instituciones deportivas renuevan sus apuestas; las estrategias para resistir el boom inmobiliario y la merma de socios; existen 197 clubes en la Capital.


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Clubes de barrio: resisten el paso del tiempo entre tradiciones y calidez familiar
1/9/15



Claudio tiene 52 años y está sentado en una silla de plástico blanca, sumergido en una partida de truco contra Carlos, un diarero del barrio. Con gesto amistoso, Claudio señala a "el Colo", otro integrante de la mesa, mientras escarba en su memoria: "Cuando yo tenía 12 años, me acercaba y le robaba a «el Colo» los maníes que comía durante el partido de cartas. Hoy, 40 años después y con más kilos los dos, somos rivales en éste y otros tantos juegos de mesa".

El grupo de señores que se congrega alrededor de las mesas del Club Barracas Juniors, situado en General Hornos 1850, convive en búsqueda de un momento de ocio, ya sea un escape del trabajo o de sus familias. El Barracas, como todos le dicen, es uno de los clubes de barrio que resisten el paso del tiempo, el boom inmobiliario y el desinterés de los socios que se fueron alejando por falta de tiempo o de ganas.

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires tiene inscriptos en el RUID (Registro Único de Instituciones Deportivas) 197 clubes de barrio. A través de este registro, los clubes pueden acceder a subsidios, participar de eventos que organiza el gobierno y acceder a tarifas sociales para servicios públicos. Además, pueden solicitar la exención del pago de Ingresos Brutos y recibir asesoramiento legal y contable. Según datos de la Secretaría de Deportes del gobierno porteño, la masa societaria de los clubes de barrio se multiplicó tres veces en los últimos 50 años.

Recuerdan que por la cancha de tenis del Barracas pasaron Guillermo Vilas y otras figuras; conserva también una de paddle, deporte que tuvo su auge en los años 90, una de básquet y un quincho para las actividades de los jubilados.

El Barracas Juniors es uno de los clubes más viejos de la Capital: fue fundado en 1912, "el año en que se hundió el Titanic y se hizo famoso el asesino llamado «el Petiso Orejudo»", aclara orgulloso Ricardo Castorina, el presidente. Las instalaciones son rudimentarias, pero acogedoras y alberga a cerca de 600 socios que pagan 30 pesos por mes. La mayoría, hinchas de Boca Juniors. La mayoría son jugadores de dados y naipes, es decir especialistas en truco, chinchón y generala.

AL RITMO DE LA MARCHA PERONISTA

La anécdota que sobrevuela a los amigos durante una tarde de sábado es la que tiene como protagonista a la famosa marcha peronista. "¡Los peronchos se copiaron de nosotros!", vociferan. Es que, a mediados de los años 20, un asociado de apellido Streiff creó una canción para los hinchas del club. Cualquier parecido de aquel canto con la marcha peronista, afirman los socios, no es casual.

El comedor del club, de manteles floreados y fuerte olor a frito, está atendido por Vilma, una mujer agradable que relata las opciones del menú: pastas, pescado o carne.

Tiene una capacidad de 70 cubiertos, las paredes blancas y un juego de cortinas amarillas cubre un ventanal que separa el club de la Avenida 9 de Julio. Los martes y jueves se sirve la especialidad: mariscos. Si se ordena con vino tinto y soda, ésta vendrá con el clásico sifón de plástico. En el comedor del Barracas Juniors, uno de los 13 clubes de la Comuna 4, se come por un promedio de 90 pesos el plato.

Si hacemos un recorrido por los clubes típicos de la ciudad de Buenos Aires, llegaremos al tradicional El Bochín, en Julián álvarez 2355, lugar de encuentro para los vecinos de la Comuna 14 del barrio de Palermo. Fundado en 1925, este espacio tiene unos 70 socios que pagan sólo 40 pesos mensuales.

Roberto Cappiello tiene 62 años y se mueve con agilidad dentro de la cancha de pelota-paleta que el club tiene en el fondo del predio, haciendo chirriar sus zapatillas deportivas sobre el cemento. En esa misma cancha entrenan Gabriel, Jorge y Alfredo Villegas, los campeones mundiales de México 2006 de pelota-paleta que son el orgullo del club.

En el interior del salón se impone el restaurante de El Bochín, conocido por porteños y turistas por su sabrosa parrillada. El olor a grasa que brota de los asadores es exquisito; tiene una capacidad de 150 cubiertos y comer aquí cuesta unos $ 140.

Hacia el ala derecha del salón, una vitrina estilo inglesa de roble oscuro expone los trofeos ganados por los hermanos Villegas; atrás, en una habitación apartada, un grupo de cinco hombres de unos 70 años se debate en una partida de chinchón.

SÓLO PARA HOMBRES...

"Aunque parezca increíble, en este predio había caballerizas y aljibes. Se jugaba a las cartas bajo una parra que había en el medio de lo que hoy es el salón. Era el clásico club inglés, donde sólo entraban los hombres", cuenta Cappiello, y aclara que hoy sí las puertas están abiertas para las mujeres.

Pero no. Acá las señoras, en general, no vienen. "Ésta es una mesa para hombres. A mí me dicen «Coco, el bonito», soy el más lindo del grupo. ¿No te parece?", escupe, entre risas, Leonardo D'Espósito, el más anciano de la mesa. Tiene 90 años y todos los sábados se sienta a la mesa recubierta de paño verde que será escenario de una nueva partida de naipes. Los clubes de barrio conservan las actividades tradicionales que reunían a los socios de varias décadas atrás: juegos de mesa, actividades al aire libre y cenas familiares. Según afirma el historiador Daniel Balmaceda: "Además de reinventarse, los clubes deben salir a la superficie. Es necesario que realicen actividades que integren al resto del barrio. Que los socios antiguos entiendan que el club es un legado que debe transmitirse entre generaciones. Que las escuelas visiten los clubes y ese día los socios no sean meros espectadores, sino anfitriones".

En este sentido, en el barrio de Villa Devoto, en el que los vecinos se identifican con fuerte sentido de pertenencia, se erige el Círculo de Villa Devoto, un espacio tradicional que data de 1913. Pertenece a la Comuna 11, que tiene la mayor cantidad de clubes de barrio: 26 en total. Tiene 778 socios que pagan 350 pesos la cuota y se caracteriza por sus múltiples actividades abiertas también a los no socios: fútbol, tenis, taekwondo, squash y patín, entre otros.

Situado en Pedro Morán 4151, el club es un ambiente amplio, de pisos de cerámicos bordó y paredes claras y limpias. Hacia la izquierda del ingreso se abre el restaurante, con mesas recubiertas por manteles blancos y vajilla reluciente. Ofrece 180 cubiertos y su carta tiene como especialidad el lomo a la mostaza. Platos suculentos, y nada gourmet, que cuestan cerca de 150 pesos. Juan, el tradicional mozo del club, se desplaza entre las mesas atendiendo los pedidos con una amplia sonrisa de dientes blancos.

En ese mismo salón, todos los viernes por la tarde se organiza el gran Burako, en el que más de 100 mujeres muy coquetas se congregan entre fichas blancas y tés saborizados. Ni en éste ni en ninguno de los clubes se juega por plata: el ganador se lleva un premio donado por la comisión directiva y los perdedores invitan el café o el taxi de vuelta a casa.

El conductor de TV José María Listorti y el humorista uruguayo "Pichu" Straneo son algunas de las caras conocidas asiduas del club; Héctor Molfino, "el Tole", los vio llegar cuando eran jóvenes. Tiene 86 años y es socio desde que nació; se mueve con la ayuda de un bastón y pareciera que en su memoria acumula todos los momentos que marcaron la historia del club.

En cuanto al boom inmobiliario en Villa Devoto y la ciudad en general, el presidente del club, Diego Losada, aclara: "Nunca vinieron a ofrecernos nada para comprar el club, saben que los sacaríamos corriendo. El gobierno porteño nos da un subsidio que suma para mantener los costos fijos, que son muy altos".

Esta ayuda económica del gobierno porteño alcanza también al Club Italiano, un ícono del barrio de Caballito, imponente por su arquitectura colonial y su mobiliario antiguo. Es, de los cuatro, el que tiene más años: fue fundando en 1898, y su presidenta, Diana Álvarez de Bisso, es la primera mujer que asume la conducción del club.

Esta institución, situada en la avenida Rivadavia al 4700, tiene una clara tradición social y cultural, y fue fundada por inmigrantes italianos que pensaron el club como un espacio para la clase alta porteña. Fútbol, rugby, hockey, tenis y natación. En el Club Italiano se pueden practicar éstas y otras actividades, pero lo que más llama la atención es el Salón Blanco, imponente por su belleza y amplitud, donde se dictan las clases de danzas.

Néstor Nadale es uno de los socios que se reúnen en la sala de billar, donde otro vecino, de 98 años, observa con atención el juego mientras toma un café bien negro. Pegado al billar está el salón de cartas: allí, varios grupos de mujeres maquilladas en forma impecable juegan al Tres Colorado. Una de ellas, Olga Lasalvia, agita su muñeca para mover su abanico y mira fijo con sus ojos celestes. En secreto, susurra que Jorge, que está jugando al póquer, "le arrastra el ala". Y es que, en los clubes de barrio, incluso hay lugar para el amor.

CLAUDIO ROMERO: "EL CLUB ES UN LUGAR DE ENCUENTRO"

Romero tiene 52 años y hace más de 40 que es socio del Club Barracas Juniors. Se reúne con El Colo, Adrián, Mario y Oscar todos los sábados por la tarde a jugar al truco o a la generala. Recuerda con nostalgia las épocas de Carnavales, en las que el club convocaba a todo el vecindario. Hoy lleva a Abril, su hija de nueve años, para fomentar el mismo sentido de pertenencia y transmitirle el amor por la institución.

1912

Año de creación

600

Socios

$ 90

El promedio de una cena

HÉCTOR MOLFINO: "ESTE ESPACIO ES NUESTRA IDENTIDAD"

Molfino tiene 86 años y es socio del Círculo de Villa Devoto desde que nació. Recuerda que, hacia el año 1974, se hacían fiestas de smoking y vestido largo, cuatro veces por año: en Carnaval, el 25 de Mayo, el 9 de Julio y el 21 de septiembre. Es uno de los socios vitalicios, vecino de siempre del barrio; recuerda con nitidez dos incendios de los que el club se sobrepuso, uno en 1966 y el segundo en 1991.

1913

Año de creación

778

Socios

$ 150

El promedio de una cena

ROBERTO CAPPIELLO: "EL BOCHÍN ES NUESTRO ORGULLO"

Cappiello tiene 62 años y, desde los 17, es socio de El Bochín, situado en el barrio de Palermo. Recuerda la época en que el club era un terreno de caballerizas y aljibes, en donde las mujeres no tenían el acceso permitido. Hoy, El Bochín es reconocido por la carta que ofrece en su restaurante y por tener en su haber a los doblemente campeones mundiales de pelota-paleta, los hermanos Villegas.

1925

Año de creación

70

Socios

$ 140

El promedio de una cena

NÉSTOR NADALE: "EL ITALIANO ES TRADICIONAL EN CABALLITO"

Nadale tiene 69 años y lo asociaron al Club Italiano a los cuatro. Empezó a ir al club con su abuelo y, a los 12, ya quería participar en las mesas de billar. Recuerda con nostalgia los años en que el club tenía el Salón de los Espejos y los bailes en el Salón Blanco. El club fue fundado por inmigrantes y siempre mantuvo una tradición social y cultural: es uno de los pocos que poseen una sala de teatro.

1898

Año de creación

2700

Socios

$ 100

El promediode una cena.




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