Villa Devoto: Los pibes que secuestraron a Segundo Tevez.
Encontraron la camioneta del padre de Tevez; los delincuentes se excusaron por secuestrarlo. La camioneta en la que se trasladaba el padre de Carlos Tevez el martes cuando fue secuestrado, fue encontrada abandonada en el barrio de Ciudadela.
Segundo Tevez, había sido asaltado y, luego, privado de su libertad hasta cobrar un rescate por parte de la familia.
"Carlitos es nuestro ídolo, pero necesitamos la guita", le dijeron los secuestradores que, si bien sabían que iban a ser buscados "hasta debajo de la cama", como dijo el secretario de Seguridad Sergio Berni, también tenían la certeza de que podían sacar tajada del secuestro express, uno de los aproximadamente 70 que se producen en la zona.
La camioneta Dodge Journey, de color negro, fue localizada sobre la calle Pueyrredón, entre 9 de Julio y Cabildo, en la localidad de Ciudadela, partido de 3 de Febrero.
Segundo Tevez prestó declaración ante el fiscal que tomó la causa, Federico Delgado, en su domicilio.
Los delincuentes fueron claros con el secuestrado: "¿Carlitos? Carlitos es nuestro ídolo. Es lo más grande que hay. ¿Cómo vamos a querer joderlo? Pero lo que pasa es que tenemos hijos, necesitamos la guita. No tenemos otra. Estamos jodidos."
La forma de actuar demuestra que no se trataba de una banda de secuestradores, sino de un grupo de ladrones de autos.
Tras la denuncia, mediante una llamada de la nuera de Segundo al 911, hubo intervención directa del Ministerio de Seguridad de la Nación, con Sergio Berni a la cabeza; del Ministerio bonaerense, a cargo de Alejandro Granados, y directamente del gobernador Daniel Scioli. La División Antisecuestros de la Federal llegó enseguida a la vivienda de Segundo, en Villa Devoto, y todos los pasos fueron supervisados por el fiscal federal Federico Delgado.
La primera negociación se produjo antes de las 9, desde el celular de Segundo. La negociación fue llevada adelante permanentemente por Diego, hermano del Apache, pero el propio futbolista daba las instrucciones por teléfono desde Turín. A las 12 hubo acuerdo en 400.000. Se convino en pasar el dinero de coche a coche en General Paz y Alberdi, pero –como suele suceder– los delincuentes después dieron otro punto de encuentro y finalmente un tercero, General Paz y Avenida San Martín. Allí se pasó el dinero. Los secuestradores _que siempre demostraron torpeza y desorganización_ cumplieron con su palabra: dejaron a Segundo a tres cuadras del barrio Ejército de los Andes, en Ciudadela, conocido como Fuerte Apache, el barrio de origen de los Tevez.
Durante todo el tiempo de la negociación, Segundo estuvo en el Passat y lo trataron bien. Lo tuvieron mirando para abajo, pero pararon en una estación de servicio para cargar nafta y ahí le compraron una bebida y unas galletitas. En ningún momento lo golpearon ni lo maltrataron.
Por la tarde, se hizo un allanamiento con el fin de dar con estos tres delincuentes que habían sido constantemente monitoreados por la policía, según Berni, pero estos improvisados secuestradores se escaparon y no fueron hallados debajo de la cama, como dijo el funcionario.
A su vez, en la fiscalía se cuestionó la filtración policial a los medios, que mostraban lo que ocurría apenas minutos después de producirse.
Segundo Tevez, había sido asaltado y, luego, privado de su libertad hasta cobrar un rescate por parte de la familia.
"Carlitos es nuestro ídolo, pero necesitamos la guita", le dijeron los secuestradores que, si bien sabían que iban a ser buscados "hasta debajo de la cama", como dijo el secretario de Seguridad Sergio Berni, también tenían la certeza de que podían sacar tajada del secuestro express, uno de los aproximadamente 70 que se producen en la zona.
La camioneta Dodge Journey, de color negro, fue localizada sobre la calle Pueyrredón, entre 9 de Julio y Cabildo, en la localidad de Ciudadela, partido de 3 de Febrero.
Segundo Tevez prestó declaración ante el fiscal que tomó la causa, Federico Delgado, en su domicilio.
Los delincuentes fueron claros con el secuestrado: "¿Carlitos? Carlitos es nuestro ídolo. Es lo más grande que hay. ¿Cómo vamos a querer joderlo? Pero lo que pasa es que tenemos hijos, necesitamos la guita. No tenemos otra. Estamos jodidos."
La forma de actuar demuestra que no se trataba de una banda de secuestradores, sino de un grupo de ladrones de autos.
Tras la denuncia, mediante una llamada de la nuera de Segundo al 911, hubo intervención directa del Ministerio de Seguridad de la Nación, con Sergio Berni a la cabeza; del Ministerio bonaerense, a cargo de Alejandro Granados, y directamente del gobernador Daniel Scioli. La División Antisecuestros de la Federal llegó enseguida a la vivienda de Segundo, en Villa Devoto, y todos los pasos fueron supervisados por el fiscal federal Federico Delgado.
La primera negociación se produjo antes de las 9, desde el celular de Segundo. La negociación fue llevada adelante permanentemente por Diego, hermano del Apache, pero el propio futbolista daba las instrucciones por teléfono desde Turín. A las 12 hubo acuerdo en 400.000. Se convino en pasar el dinero de coche a coche en General Paz y Alberdi, pero –como suele suceder– los delincuentes después dieron otro punto de encuentro y finalmente un tercero, General Paz y Avenida San Martín. Allí se pasó el dinero. Los secuestradores _que siempre demostraron torpeza y desorganización_ cumplieron con su palabra: dejaron a Segundo a tres cuadras del barrio Ejército de los Andes, en Ciudadela, conocido como Fuerte Apache, el barrio de origen de los Tevez.
Durante todo el tiempo de la negociación, Segundo estuvo en el Passat y lo trataron bien. Lo tuvieron mirando para abajo, pero pararon en una estación de servicio para cargar nafta y ahí le compraron una bebida y unas galletitas. En ningún momento lo golpearon ni lo maltrataron.
Por la tarde, se hizo un allanamiento con el fin de dar con estos tres delincuentes que habían sido constantemente monitoreados por la policía, según Berni, pero estos improvisados secuestradores se escaparon y no fueron hallados debajo de la cama, como dijo el funcionario.
A su vez, en la fiscalía se cuestionó la filtración policial a los medios, que mostraban lo que ocurría apenas minutos después de producirse.
