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El realizador alemán de “La caída” habló con Clarín sobre el filme que se estrena el jueves, con Naomi Watts interpretando a la princesa de Gales. Y dice que le gustaría rodar una película sobre el papa Francisco.
19/11/13
“La princesa Diana era como una estrella de cine antigua, de ésas que ya no existen más. Cuando investigaba y miraba sus videos, sentía que era una especie de Marlene Dietrich. Su presencia y su aura la excedían. Y dentro de esa vida que parecería de ensueño, se notaba que había una fragilidad enorme”, cuenta Oliver Hirschbiegel, director de Diana, sobre su fascinación por la difunta Princesa de Gales, en diálogo con Clarín.
La película, que se estrena este jueves en todo el país, se mete en la intimidad de los dos últimos años de vida de Lady Di cuando, ya separada del príncipe Carlos, mantuvo un romance secreto con un cirujano paquistaní. Naomi Watts interpreta a Diana y aceptó el papel porque “no era lo que te esperabas de una princesa. Decía chistes atrevidos y tenía un sentido del humor travieso. Y un poco de rebeldía que siempre es admirable. Era muy ingeniosa.” El rol de los paparazzi en el romance entre el cirujano y la princesa es fundamental en la película. Hirschbiegel reflexiona: “En esos años no existía nadie que sufriera tanto a la prensa por su fama. Ni siquiera hoy pasa eso. No hay nadie que esté a esa altura, es incomparable. Va a ser difícil que aparezca otra persona así en este mundo”.
“Tengo que admitir que la figura de Diana no me interesaba mucho antes de la película y ni siquiera la conocía tanto. Sabía que era la madre del próximo rey, que la relación con el príncipe había fracasado y no mucho más. Ella salía en la prensa amarilla y yo nunca tuve interés en ese tipo de diarios. Pero cuando me metí de lleno a investigar su historia, enseguida me di cuenta de que era un personaje muy atractivo”, confiesa el director alemán. La británica Watts se sentía más cercana a la princesa y dijo que “siempre tuve buenos sentimientos hacia ella y la recuerdo muy bien. Me acuerdo dónde estaba el día del accidente o el día de su casamiento. Pero no sabía nada de esta historia de amor, se me pasó y fue una linda sorpresa enterarme de eso.” Hirschbiegel explica que “Diana se vio obligada a reinventarse en esos dos últimos años de su vida. Necesitaba un cambio. Estaba aislada por su relación con la prensa y eso hizo que pierda a casi todos sus amigos. Tenía muchos compromisos de beneficencia y ahí encontró una veta que podía profundizar, así que se dedicó de lleno a la actividad humanitaria. Es un período fascinante de su vida. En esos dos últimos años intentó reivindicarse y defender a ultranza todas esas cosas en las que siempre creyó.” “Cuando me ofrecieron dirigir la película y me acercaron la primera versión del guión, la leí sólo porque mi agente me la había recomendado. Y por suerte ahí descubrí una historia de amor increíble y encontré muchas cosas que no sabía de ella. Era como un cuento de hadas o, mejor dicho, una tragedia griega”, recuerda Hirschbiegel.
El director de La caída, se muestra efusivo cuando dice: “Me enganché más y más con Diana a medida que avanzaba con la película. Era una mujer fascinante. Podría hablar horas sobre ella sin cansarme y contar una infinidad de anécdotas. Con Hitler me había pasado todo lo contrario. A medida que avanzaba con la investigación de La caída, me daba cuenta de que era un personaje chato y que no había mucho más en él de lo que podía verse a simple vista.” Diana despertó polémicas en la crítica británica. Hirschbiegel no se sorprende por eso y señala que “esperaba de antemano que me critiquen mucho en Inglaterra más allá de lo que yo mostrara, y eso que yo podría haber tenido una mirada más mordaz sobre ella. En otras partes del mundo no pasa, pero ahí tienen una relación especial con ese personaje. Ya me había pasado algo parecido en Alemania cuando filmé los últimos días de Hitler en La caída.” “Todos tiene un preconcepto sobre cómo creen que debería mostrarse a personajes como Diana o Hitler. Y si vos tenés una mirada que no coincide con eso, te exponés a muchas críticas. En Inglaterra no les gusta mucho ver en una película los aspectos de la intimidad de una figura pública tan importante, aunque eso en otras partes del mundo le encanta al público”, reflexiona.
La familia real británica no se pronunció sobre la película, pero Hirschbiegel no se sorprendió porque “ellos actúan de esa misma manera desde hace cientos de años. Nunca hacen comentarios sobre lo que se dice de ellos. Cuando la princesa Diana se murió, les llevó días expresarse sobre eso. Es parte del encanto de la familia real, no les gusta hacer comentarios sobre el mundo real.” El cineasta alemán no se arrepiente de haber filmado la vida de una “celebridad”. “Cuando te basás en un personaje tan conocido en todo el mundo, tenés la posibilidad de leer un millón de cosas sobre esa persona y la ventaja de encontrarte con gente que te brinda distintas miradas sobre ese personaje. Y eso es un desafío, porque no se puede inventar nada. Tenés que encontrarle la vuelta para volver esa vida atractiva de una manera cinematográfica sin traicionar nunca el espíritu. Me encantan esos desafíos”, reconoce Hirschbiegel.
El cineasta que filmó los últimos días de la vida de Hitler explica que necesita ponerse algunos límites a la hora de filmar la vida de un personaje conocido y que por eso “los hijos de Diana y el príncipe Carlos no tienen peso en la película. Aparecen en un momento, pero si quería volverlos personajes más presentes en la vida de Diana, iba a tener que estirar demasiado la película, y me interesaba más contar la historia de amor entre una princesa y un médico. Siempre quise hacer una historia de amor, honesta, auténtica y que no involucre un típico final feliz. Cada vez hay menos películas sobre romances, son todas comedias románticas. Y a mí no me interesa filmar ese tipo de película.” “Me encantaría llevar al cine la vida de más personajes famosos. Mi favorito es Johann Sebastian Bach, pero no me imagino haciendo una película sobre su vida, más allá de que haya escrito una música divina. No es que me interese contar particularmente las historias de la gente famosa nomás, sino que ahí suelo encontrar las cosas que me atraen. Si no me puedo identificar con un ser humano y sus contradicciones es muy difícil para mí poder hacer una película”, cierra el cineasta.
