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Wanda y Maxi con Susana Gimenez.

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Reza el dicho popular que con su plata, cada uno hace lo que quiere. Nada que discutir: el dinero bien ganado es patrimonio de quien lo ganó y a nadie debería importarle cómo o en qué lo usa. Lo demás es cuestión de gustos: la mayoría de los millonarios se abstienen de exhibirle al mundo el catálogo de sus riquezas, pero cada tanto aparece alguno que saca a relucir en público la lista de sus posesiones y la felicidad que le provoca llevar una existencia acolchonada por una pila de billetes. Anoche, en el programa de Susana Giménez (Telefe), Wanda Nara y Maxi López demostraron pertenecer a la categoría de los adinerados sumamente expresivos.
Wanda y Maxi.    (Ver Video >>>)
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28/5/13

Susana comenzó la entrevista citando la declaración de Wanda a la revista Caras: “Mi marido me compra todo lo que quiero”. Y Nara confirmó sus dichos con la anécdota de un regalo de cumpleaños: “Estábamos viendo la película ‘Transformers’ y a mí me encantó el auto de la rubia. Cinco días después fue mi cumpleaños. Maxi me regaló una cosa que yo miré y dije: ‘Mmmm…. ¿esto?’. Pero después, fuimos al garage y me mostró el verdadero regalo: un Mercedes SLS. Yo estaba embarazada de 9 meses y no entraba en el auto”, detalló. Susana siguió corriéndola por donde disparaba: la vida de princesa sin corona que supo conseguir por la vía matrimonial. “¿Es verdad que tenés una colección de Birkin?”, le preguntó. Wanda, la feliz poseedora de las cotizadísimas carteras de Hermès, sonrió, pletórica.

Susana presentó al futbolistas y su esposa como “los Beckham argentinos”. Ellos hicieron su entrada triunfal, vestidos de negro, junto a sus tres pequeños hijos —Valentino, de 4 años; Constantino, de 2 y Benedicto, de apenas 1 año— trajeados como adultos. Pero los chicos, chicos son y a poco andar, se intranquilizaron. El padre intentó calmarlos sin éxito. Quien finalmente lo logró fue Wanda. Claro, las madres les conocen las mañas a sus hijos, y allí donde cualquier otra le hubiera dado al más inquieto alguno de los juguetes que tenía a mano, la botinera apostó a entretener al niño con su celular de alta gama. Ver para creer: fue santo remedio.

El show de la riqueza narrada en vivo y en directo continuó con más descripciones sobre el modo en el que López y Nara gastan su dinero. “¿Es cierto que en Dolce & Gabbana cierran la puerta para atenderte a vos?”, le dijo Susana a Maxi. “Sí, alguna que otra vez, sí —admitió él—. Porque entramos y nos entretenemos un poco. Wanda va al piso de arriba y…”, relató Maxi. “Y compran mucho, porque si no, no te cierran el local”, acotó la conductora.

A esa altura, uno ya estaba convencido de que el dinero hace la felicidad. Pero fue una impresión errónea. Acostumbrada a trasladarse de país en país, según el club que contrate a su esposo, Wanda comentó que en Rusia no la había pasado nada bien. Entre otras cosas, porque no comprendía el idioma. "No entendía nada, tenía un traductor en todos lados. Es muy difícil tener que llamar al traductor hasta cuando vas a depilarte", se lamentó la señora de López. “Rusia fue el peor lugar de todos”, sentenció. “Sí, fue el peor lugar para la tarjeta de Maxi”, acotó su cónyuge. La reacción de ella fue de un gran dramatismo: “No había nada para hacer: le usaba la tarjeta o me pegaba un tiro”, aseguró. Ya ven: a los ricos, el destino también los pone contra lo espada y la pared.

Hubo un video grabado en la casa de los López en Italia. Se los vio comenzando una de esas jornadas de ensueño que viven en Europa: Wanda despertando a los niños y sirviéndole a su familia un desayuno de película. Hubo otro video destinado a emocionar a Nara: una declaración de amor de su marido. “Decidí elegirte otra vez en estos cinco años. Te queremos mucho tus 3 hijos y yo, te amamos”, dijo él, como un Príncipe Azul de carne y hueso. Ella, como era de esperar, se conmovió.

Susana los contemplaba extasiada. “Es una familia que me fascina”, dijo. Los López se esmeraron en mostrarse a la altura del distinguido tratamiento que les brindaba la conductora. Era mirarlos y descubrir en ellos la perfecta imagen de la nueva realeza de las democracias: el futbolista exitoso y la botinera consorte. Muy atrás en el tiempo habían quedado los tiempos en que Wanda Nara, aún desconocida, trajinaba la tele con la historia de una virginidad inventada y los relatos de un calzoncillo ajeno. La gente cambia. Y la rubia lucía en el living de Susana como una verdadera primera dama de la república del fútbol.

Todo fue un cuento de hadas, salvo cuando Susana quiso saber qué había de cierto en el rumor de un posible pase de López a River. “Le debo muchísimo a River —respondió Maxi, diplomático—. Pero la decisión no depende de mí. Tengo que hablar con el club italiano, que no me dejan salir”. “¿Cuánto te falta?”, preguntó Susana. Y al mejor estilo plebeyo, Wanda se despachó: “¡Diez palos faltan!”.



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