Paraná: hallan muerto y semienterrado a un nene de 6 años.
Paraná: hallan muerto y semienterrado a un nene de 6 años.
Iban 20 horas de búsqueda y angustia. Entonces, entre las malezas, la perra de Cristian ladró, raspó la arena y cavó hasta que se pudo ver un brazo del nene cuyo paradero se desconocía desde la tarde del lunes.
 Cristian Ríos tenía 6 años. Lo buscaron 20 horas y lo hallaron muerto y semienterrado a sólo 150 metros de su humilde casa. |
23/05/12
Iban 20 horas de búsqueda y angustia. Entonces, entre las malezas, la perra de Cristian ladró, raspó la arena y cavó hasta que se pudo ver un brazo del nene cuyo paradero se desconocía desde la tarde del lunes. El cuerpo de Cristian Ríos, el pibe de 6 años que desapareció alrededor de las 14 del lunes, estaba enterrado en un monte de arena, yuyos y árboles que rodea la zona detrás de la aceitera de Bajada Grande, en las afueras de Paraná y a sólo 150 metros de su vivienda.
Como cada vez que llueve, por los anegamientos en el barrio Cristian no asistió el lunes a la escuela. Pero fue a un quiosco a comprar golosinas, a unos 30 metros de su casa, donde lo vieron por última vez. Cuando su padre notó que no regresaba salió a buscarlo, habló con vecinos, caminó por las calle de tierra, fue hasta la placita, preguntó a los que pasaban, pero nadie sabía nada.
Después fue a la comisaría 11ª y de allí lo mandaron a la División de Minoridad y de la Mujer, en el centro de la ciudad. Los agentes no conocían la zona donde vive la familia Ríos, por lo que subieron todos a un móvil y fueron al barrio.
Así comenzó la búsqueda del nene flaquito, rubio y de ojos claros junto a los vecinos que ya caminabando por todos lados. A las tres de la madrugada se largó la lluvia y se hizo imposible continuar con la búsqueda, que se reinició al amanecer de ayer.
De la calle de arena con monte a sus lados que desemboca en el caserío donde viven los Ríos se desprende un camino entre los yuyos. Por ese sendero los policías encontraron las botitas de goma y un calzoncillo del niño. Los agentes cercaron el área y la perrita negra, flaca y triste de Cristian, que lo acompañaba a todos lados, olfateó hasta encontrar el lugar donde estaba el cuerpo enterrado. A sólo 150 metros de su casa.
Poco después, los padres de Cristian subieron a un patrullero y los llevaron a una comisaría. La muerte del nene se había confirmado. Entonces llegaron el jefe de la policía entrerriana, el juez de Instrucción Héctor Villarrodona y el fiscal Ignacio Aramberry. Ante ellos, los peritos desenterraron al niño. Tenía algunas de sus ropas puestas y el pantalón enroscado al cuello.
"Nos conmueve todo esto porque son muchos chicos los que viven acá. Fíjense que no hay luz, no tenemos defensa para los chicos, es una vergüenza que vivamos así. En este barrio somos setenta familias, no hay calles, es todo campo. No hay seguridad y no hay nada. Ya hemos hecho las notas a la Municipalidad hace dos meses para que no pasen cosas como ésta", dijo indignada una vecina.
Cristina, que cría un hermanito de Cristian, se sumó al dolor: "Pido que se haga justicia, que no quede impune, es una criatura de seis años, le pudo haber pasado al mío también. Que todos se pongan la mano en el corazón y busquen al culpable, tiene que pagar".
Iban 20 horas de búsqueda y angustia. Entonces, entre las malezas, la perra de Cristian ladró, raspó la arena y cavó hasta que se pudo ver un brazo del nene cuyo paradero se desconocía desde la tarde del lunes. El cuerpo de Cristian Ríos, el pibe de 6 años que desapareció alrededor de las 14 del lunes, estaba enterrado en un monte de arena, yuyos y árboles que rodea la zona detrás de la aceitera de Bajada Grande, en las afueras de Paraná y a sólo 150 metros de su vivienda.
Como cada vez que llueve, por los anegamientos en el barrio Cristian no asistió el lunes a la escuela. Pero fue a un quiosco a comprar golosinas, a unos 30 metros de su casa, donde lo vieron por última vez. Cuando su padre notó que no regresaba salió a buscarlo, habló con vecinos, caminó por las calle de tierra, fue hasta la placita, preguntó a los que pasaban, pero nadie sabía nada.
Después fue a la comisaría 11ª y de allí lo mandaron a la División de Minoridad y de la Mujer, en el centro de la ciudad. Los agentes no conocían la zona donde vive la familia Ríos, por lo que subieron todos a un móvil y fueron al barrio.
Así comenzó la búsqueda del nene flaquito, rubio y de ojos claros junto a los vecinos que ya caminabando por todos lados. A las tres de la madrugada se largó la lluvia y se hizo imposible continuar con la búsqueda, que se reinició al amanecer de ayer.
De la calle de arena con monte a sus lados que desemboca en el caserío donde viven los Ríos se desprende un camino entre los yuyos. Por ese sendero los policías encontraron las botitas de goma y un calzoncillo del niño. Los agentes cercaron el área y la perrita negra, flaca y triste de Cristian, que lo acompañaba a todos lados, olfateó hasta encontrar el lugar donde estaba el cuerpo enterrado. A sólo 150 metros de su casa.
Poco después, los padres de Cristian subieron a un patrullero y los llevaron a una comisaría. La muerte del nene se había confirmado. Entonces llegaron el jefe de la policía entrerriana, el juez de Instrucción Héctor Villarrodona y el fiscal Ignacio Aramberry. Ante ellos, los peritos desenterraron al niño. Tenía algunas de sus ropas puestas y el pantalón enroscado al cuello.
"Nos conmueve todo esto porque son muchos chicos los que viven acá. Fíjense que no hay luz, no tenemos defensa para los chicos, es una vergüenza que vivamos así. En este barrio somos setenta familias, no hay calles, es todo campo. No hay seguridad y no hay nada. Ya hemos hecho las notas a la Municipalidad hace dos meses para que no pasen cosas como ésta", dijo indignada una vecina.
Cristina, que cría un hermanito de Cristian, se sumó al dolor: "Pido que se haga justicia, que no quede impune, es una criatura de seis años, le pudo haber pasado al mío también. Que todos se pongan la mano en el corazón y busquen al culpable, tiene que pagar".
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