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Claudio Marciello: "Aposté mi vida al rock"

Claudio Marciello: "Aposté mi vida al rock".


El virtuoso guitarrista presenta esta noche su nuevo disco solista en La Trastienda mientras Almafuerte termina de grabar el el sucesor de Toro y Pampa.


El Gran Marciello.



11/05/12
Pappo, León Gieco, el Chizzo y Flavio Cianciarullo. También, viejos amigos de El Reloj, actuales compañeros de Almafuerte y, por qué no, colegas del barrio, la música y la vida. Claudio Marciello planeaba la lista de invitados ideal para su primer disco solista, pero había un inconveniente: Ricardo Mollo se autoexcluía por problemas de agenda. El Tano, que había hecho letras y músicas pensando en rodear su guitarra de cantos amigos, se encontró con una canción huérfana de voz y el problema de resolverlo.
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"¡Animate y hacelo vos!", lo desafío Mollo, un amigazo que años atrás le había obsequiado su primera Stratocaster mientras trabajaba en A fondo blanco, uno de los tres discos que el ex Sumo le produjo a Almafuerte. "Hasta ese momento, solo había pensado en hacer un disco invitado a todos los músicos que, alguna vez, me habían invitado a mí. Después, para presentarlo en vivo, me di cuenta de lo difícil que era convocarlos a todos, así que no me quedó otra que cantarlo yo", explica el guitarrista de Almafuerte acerca de Puesto en marcha, aquel estreno solista que tuvo el tino histórico de salir a la calle una semana antes de los estallidos de diciembre de 2001.

Diez años después, Marciello puede jactarse de una carrera en solitario que ya no depende de voluntades ajenas: para Identificado (su tercer álbum, que presenta oficialmente esta noche en La Trastienda) decidió directamente armar una base estable con Beto Ceriotti y Bin Valencia -es decir, Almafuerte menos Iorio-, junto a quienes consolidó sus añadidos talentos en la voz y en la pluma. "Para cantar, me siento más seguro en vivo que en los ensayos", asegura. "Como escritor, trato de ser muy directo, sin tanta vuelta. Sé de lo que quiero hablar, y se acabó. Hago muchos viajes, ya sea con Almafuerte o por mi cuenta, y esa es una de mis principales inspiraciones. Ahí me entero de lo que ocurre con la minería a cielo abierto o con la venta de terrenos fiscales habitados por gente que se tiene que ir cuando ve que están construyendo un country en la tierra de sus ancestros".

Su incursión en solitario también lo llevó a innovar en tecnologías de grabación, aunque eso siga siendo de todos modos una materia aún irresuelta. "A veces toco cosas de más y hago desaparecer la batería, o me empieza a saltar un ruido. Yo soy el que te llama a las dos de la mañana y te dice: 'Me apareció un cartelito'. '¿Para eso me llamás, la concha de tu hermana? ¡Apretá 'escape' y 'enter' a la vez!', me contestan mis amigos". Así y todo, Marciello se las ingenió para armar un estudio-sala-búnker en el sótano de su casa de San Justo que sirvió para grabar no solo sus experiencias, sino también los últimos discos de Almafuerte, al menos todos aquellos que fueron concebidos ya con Iorio a la distancia rural de su vida en las tierras profundas de la llanura pampeana. "Ya tenemos toda la música del nuevo, solo faltan las voces, el arte de tapa y los firuletes. Tiene que ser salir en estos tiempos, aunque trabajamos con mucha distensión", adelanta el Tano acerca del sucesor de Toro y Pampa. Para esta presentación en La Trastienda, mientas tanto, Marciello proyecta una puesta a imagen y semejante de su código genético. Al menos, eso se desprende del nuevo grupo que lo asistirá en vivo, en el cuál se encuentran su primo Pablo (actual tecladista de El Reloj e invitado eventual de Los Gardelitos) y su hija Melina. "Todo empezó como un juego, mientras escuchaba tocar a Melina y a Leo Radaelli, un bajista. '¿Qué pasa? ¿No invitan?', les dije, y nos pusimos a hacer temas de Pappo, Deep Purple, Black Sabbath y Van Halen. En un momento, Leo me dice de hacer un tema mío, y terminamos armando 15. Luego se incorporó Pablo con sus hammonds, que le dan un sonido más vintage a la banda", describe Marciello, quién ya había invitado a su hija a tocar las castañuelas en "Puesto en marcha" y los parches en "Identificado", junto a otros bateristas-hijos-de-bateristas como David Valencia y Adrián Espósito.

En tus discos hay muchos invitados. ¿Aceptás invitaciones, también?
Grabé de onda con más de 50 bandas, la mayoría de ellas desconocidas para el público masivo. Cuando suena el teléfono y me invitan, voy, subo y toco, sin importar el palo. Hace poco lo hice con Mastifal, por ejemplo, que me invitaron a grabar un tema de El Reloj en un tributo que están haciendo al rock nacional. Me entrevistaron para un documental que va a incluir ese disco, en donde también grabaron un tema de Soda Stereo, y dije que justamente Soda me siempre me pareció una banda increíble que sonaba como la puta que los parió. Me miraban sin entender mucho, pero mi visión musical siempre fue un poco más amplia que lo que definen como heavy. Yo aposté mi vida al rock, en todo caso. Esa es mi música esencial.

Pero siempre apostaste al heavy, incluso en tu discografía solista...
Es el estilo, aunque prefiero hablar de "rock pesado". Uno incorpora canciones, sonidos y muchas cosas que luego se ven en la obra. Me siento un tipo inquieto que necesita generar cosas y estar en contacto con músicos. El mío es un mundo de coparticipación constante porque, además, soy un guitarrista grupal que trabaja en función de la música. Mis discos, por ejemplo, son canciones de bandas, no instrumentales para guitarra. Y los solos, que parecieran ser lo más importante, es lo que menos premedito. Al contrario: improviso el mismo día de la grabación, por eso es bastante normal que queden los temas que hice en la primera toma. Así fue como aprendí a tocar la guitarra, no tanto aprendiendo sino espiando, más de bicho que de otra cosa.

¿Cuál fue el secreto para ser el músico que más convivió humana y creativamente con Iorio?
Todo pasa por aclarar las cosas en el momento. En cuanto al laburo, compartimos la autoría y composición de las canciones desde hace bastante tiempo, y si puedo hacerle aportes a canciones de él, los hago por pasión y amor a la música sin fijarme si la firmo o no. Como escritor, me parece increíble y logra emocionarme tanto como León Gieco, a quién le dediqué una canción en Identificado como forma de homenajear a un tipo que está vivo. A Ricardo lo conocí en la casa de un chabón que armaba equipos, con quién a su vez trabaja Beto Cerioti. Todo siempre fue una especie de tanada en la que nos encontrábamos, nos cruzábamos, y así se fue armando esto, que hoy me permite vivir de la música, aunque yo nunca fui un erudito, sino apenas un guitarrero que nunca tocó bien pero que está muy feliz de poder hacerlo.

Por Juan Ignacio Provéndola.



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