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Se viene el doble 9.

Se viene el doble 9.


Juntar a dos centrodelanteros es una tendencia que crece en el fútbol argentino. Según José Pepe Romero “da efectividad”. En cambio, Walter Perazzo afirma que “se quitan espacios”.


Doble 9.


Con la mudanza del pendenciero Teo Gutiérrez de Avellaneda a Lanús, no sólo se produjo en esta semana un cambio sustancial que afectó a Racing y al plantel de Gabriel Schurrer, que lo acaba de sumar para encarar la Copa Libertaodres a partir de los octavos de final. En Racing, el colombiano venía jugando con Gabriel Hauche, un delantero por afuera. Ahora, en Lanús, lo hará junto a Mariano Pavone, otro 9 y de las mismas características que él. Esta nueva dupla que se ha formado no hace más, en definitiva, que acentuar una tendencia que crece en el fútbol argentino, la del doble 9 .
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Y más allá de los perfiles propios de cada uno de los 9 que transitan las canchas del país, la pregunta que emerge por decantación tiene que ver con el estilo con el que se juega en el ámbito doméstico: ¿antes no se podía y ahora sí? ¿El doble 9 es una necesidad, una moda o un nuevo rasgo del fútbol nacional? Matías Almeyda venía jugando con el Chori Domínguez y Fernando Cavenaghi, mientras David Trezeguet esperaba en el banco. Pero con la fuerza de su talento, el francés se ganó un lugar en este River que mañana frente a Instituto protagonizará el partido más destacado de todo el fin de semana. Y bien vale el ejemplo de River, porque acá no se trata de establecer barreras entre la Primera y la B Nacional, sino que la cuestión pasa por entrelazar los sistemas de juego que hoy por hoy marcan tendencia en la Argentina. Cavenagih-Trezeguet, puntualmente, es una fórmula capaz de encender el gran debate. En esta producción aparece la opinión de Carlos Morete, un 9 insaciable de ayer y de siempre, quien sostiene que no pueden jugar juntos porque se estorban.

¿Pero es tan así? Cuando se trata de dos 9 con la tremenda lucidez que tienen ellos, que encima atraviesan un presente a pura eficacia, marginar a uno se parece a una herejía. El desafío, justamente, es poder generarles desde lo estratégico el contexto ideal con los volantes y acaso también con los laterales que lleguen por afuera, para que Trezeguet y Cavenaghi rindan en los metros finales de la cancha al mismo tiempo sin naufragar en el intento.

No son todos iguales los nueve, desde ya. Y por eso se allana el camino de la convivencia dentro de un mismo módulo cuando uno de ellos se dedica a cumplir funciones que trascienden las fronteras del centrodelantero específicamente potente y goleador.

Darío Cvitanich supo desde el primer minuto que con la llegada de Santiago Silva a Boca, tendría que ser él -y no el Pelado ex Vélez- quien bajara más para asociarse con los que lleguen de atrás. Y no sólo es cuestión de bajar. También, de moverse en formato de medialuna para cubrir los espacios a cada costado de quien va de punta. Y esto no es jugar de mediapunta, una función que suele ejecutar un mediocampista ofensivo. Esto también es darle forma al doble 9.

A los número 9 se los abastace de manera diferente según las características de quienes llegan por afuera y por adentro. Incluso no es lo mismo un equipo con cuatro volantes en línea (el rígido 4-4-2) que aquel que, aún sin un enganche, presenta un doble 5 y un doble comando a la hora de la elaboración.

Los dos 9 al mismo tiempo se presentan muchas veces durante el desarrollo del segundo tiempo, cuando apuran las necesidades. Pero hoy el fenómeno, sin ser unánime, desde luego, parece abarcar una segmento más que importante en el mapa del fútbol vernáculo. Ahí están Facundo Parra y el Tecla Ernesto Farías pidiendo pista en Independiente. En Vélez, Ricardo Gareca cuenta con Mauro Obolo y Lucas Pratto. Ahora que llegó a San Lorenzo, Caruso Lombardi recuperó a Emanuel Gigliotti, marginado en la recta final del ciclo de Leonardo Madelón. Con la inminencia del partido del domingo ante Banfield, Caruso ayer empezó a manejar la chance de ponerlos juntos a Gigliotti y Carlos Bueno , que ya dejó atrás un desgarro.

“En All Boys jugamos muchas veces de esta manera con Gigliotti-Matos; Campodónico-Matos; Ferreyra-Matos.

Se puede jugar con doble 9 y es una tendencia que se está acentuando cada vez más en el fútbol argentino porque te da efectividad ”, afirma el técnico del equipo de Floresta, José Pepe Romero.

Pero así como se llegó a la cúspide del debate con aquella decisión de Marcelo Bielsa de no poner juntos a Gabriel Batistuta y Hernán Crespo en la Selección, aquí mismo surge el punto de vista de Walter Perazzo como contrapeso de lo expresado por el DT de All Boys. “No soy de la idea de poner dos 9 juntos. Se quitan espacios. La marca de uno termina molestando a otro. Generalmente tienen movimientos parecidos y siempre uno termina resignando cosas porque se superponen las posiciones”, dice el ex 9, hoy técnico de Olimpo. Aunque deja una frase que lo sintetiza todo: “En definitiva, son gustos...”.


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