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La Vela Puerca presentó Piel y hueso en Montevideo.


La Vela Puerca presentó Piel y hueso en Montevideo.


Con un show arriesgado, intenso y lleno de invitados notables, La Vela Puerca presentó su último disco en el Teatro de Verano.



"Vienen de los esfuerzos sobrehumanos. / Y van a la canción, y van al beso / y van dejando por el aire impreso / un olor de herramientas y de manos", recita Sebastián Teysera, el Enano, cantante y principal compositor de La Vela Puerca al final de ".Y así vivir", la segunda de una lista de más de treinta canciones que la banda tocará durante las próximas dos horas y media. Y aunque sean sólo unos pocos segundos, esos versos que el poeta español Miguel Hernández escribió en la convulsionada década del 30 revisitados ahora por el frontman y amplificados a esos más de cuatro mil pares de orejas (casi todas uruguayas, algunas llegadas especialmente de la Banda Occidental del Río de la Plata) que acompañan al grupo en la presentación de Piel y hueso (Mi semilla, 2011) en ese templo de Momo que es el Teatro de Verano Ramón Collazo, marcan la tónica del resto del show: elevado, arriesgado, inolvidable.
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La presentación de un disco puede entenderse, muchas veces, como una cita a ciegas entre las nuevas canciones y el público. Y aún en el riesgo de zambullirnos en el océano de los lugares comunes, los temas de Piel y hueso, especialmente los del disco uno ("el del agite"), crecen a pasos agigantados sobre el tablado. Ver la performance del grupo es el mejor modo de comprobar y sostener eso que anunciaron en las entrevistas desde su salida: que era un disco pensado para ser tocado en vivo. Contundentes como un cross de Maravilla Martínez, las canciones ganan en efectividad. Algunas traspasan la epidermis de los fans más rápido que otras ("Sobre la sien"; .Y así vivir", "La teoría"), pero todas apabullan por la potencia. Una de las claves es esa pared de guitarras que construyen Santiago Butler y Rafa Dibello junto al Enano, cada vez más enfocado en su rol de guitarrista además de cantante.

El PP Canedo y el Mandril Nicolás Lieutier, en batería y bajo, respectivamente, son los cimientos que sostienen a ese muro de guitarras atronadoras, que se potencian con los arreglos de vientos, inteligentemente dosificados, del saxofonista Coli Quijano y el trompetista Ale Piccone. Y el Cebolla Cebreiro, con remera de Gatillazo y su gorro de lana tan característico como su voz, aporta un trabajo visual impactante: si la voz del Enano resalta por su profundidad, el Cebolla impacta desde lo interpretativo, como si cada canción atravesara cada parte de su anatomía. Ver lo que transmite y contagia con cada movimiento, desde los más dinámicos y ampulosos, hasta algunos sutiles como un ejercicio de tai chi en fast forward, es toda una experiencia a la que vale hacer zoom.

Como es habitual en ésta clase de shows extraordinarios, los invitados transforman al concierto en una celebración (y no sólo sobre el escenario; el backstage es un punto de abrazos y festejos). La presencia del brasileño Dado Villa-Lobos, guitarrista de Legião Urbana, opera como un sueño cumplido para los músicos de La Vela, fanáticos reverenciales del legendario grupo liderado por Renato Russo (1960-1996). La versión de "Qué país é éste?", cantada por el Cebolla junto a Juan Casanova (Los Traidores), es uno de los picos, emocionales y artísiticos, no sólo de la velada: también de la historia reciente del rock del Mercosur. El aporte de Juan Bervejillo, cantante de La Chancha (y presentado como una de las plumas más irónicas que le quedan al rock uruguayo), también rankea alto en su transitar por el escenario.

Piel y hueso es un disco doble, y el disco 2, dedicado a baladas y temas downtempo, también tuvo su bautismo en vivo. Con la presencia de las teclas de Luciano Supervielle, el contrabajo de Gabriel Casacuberta y una sección de cuerdas, más la guitarra invitada de Rodrigo Gómez, productor del disco, coronó un set acústico de lujo, lleno de sutilezas acaso más celebradas que asimiladas por la masa del público, pero aún así notables, como los solos de Piccone en el flugel. "3 minutos", una colaboración entre Teysera, Cebreiro y Juan Casanova, se potencia con la voz diáfana y la interpretación dramática del vocalista de Los Traidores, y constituye uno de los momentos más emotivos del set, junto a la estremecedora "Réquiem por vos", dedicada al a memoria del vocalista de Bufón, Ossie Garbuyo, co-autor de "Colabore", una de las canciones más emblemáticas de El impulso (2006).

Ese ejercicio de casi rap -casi pop, tamizado por el sonido rockero de La Vela (y unos efectivísimos arreglos de vientos) que es "Todo el karma", constituye otro de los highlights de la última cosecha de canciones. Y junto a "Sigo creyendo" oficia de puente para la recta final del show, con clásicos puercos como "Mi semilla" (acompañada por una constelación de estrellitas, pequeño e inocente desliz pirotécnico, o el recurso que encontró el público ante el enojo y la negativa del grupo frente a tocar con bengalas encendidas en oportunidades anteriores). Esa canción, seminal para la historia y la proyección internacional del grupo, es de las más conmovedoras que ha dado el rock uruguayo, junto con "Zafar", probablemente la cumbre compositiva de Teysera y LVP.

Ese tornado de hits que cierra la velada ("El viejo", "Llenos de magia", "Por la ciudad", "El profeta") enciende más a un público que (¡salud!) no opaca a la banda, sino que la potencia en su fervor. Lo que realmente importa está allá, sobre el escenario, con una puesta de luces que por momentos se vuelve superlativa y la energía circular de los músicos en su eje.

El futuro cercano de La Vela incluye un nuevo show para la noche hoy, sábado 14 de abril, en el Teatro de Verano, y luego la presentación en la Argentina, prevista para el sábado 12 de mayo en Geba. Y, luego, una nueva gira por Europa, con algunas fechas confirmadas junto a la popular banda de punk rock alemana Die Ärtze.

Pero al final de la noche, tras bambalinas, en una nueva confirmación del éxito de este grupo de amigos que se volvió familia y empresa, todo es alegría y celebración. Y ahí comprobamos que el futuro de La Vela que realmente importa no está ni en GEBA, ni en Europa, sino en los tres añitos de Facundo Butler (el hijo de Santiago, guitarrista del grupo), que en los brazos del Cebolla busca al Enano para cantar "Sobre la sien" y, así, proyectar el gen de La Vela a un futuro perfecto.

Por Humphrey Inzillo (desde Montevideo).

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