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El último Elvis.

El jueves se estrena “El último Elvis”.


La película argentina, centrada en la vida de un imitador del Rey del Rock, tiene como protagonistas a John Mc Inerny y Griselda Siciliani, dirigidos por Armando Bo. Los tres hablan del filme y de sus deseos de ser otros.


Este jueves se estrena el último Elvis.


La noticia no es que Elvis esté vivo, sino que cante en el Bingo de Avellaneda, que mueva su pelvis por el conurbano, que se gane la vida como soldador de una fábrica peronista, que maneje un Fairlane por el cemento rioplatense.
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Un Presley argento, creación cinematográfica de Armando Bo, nieto de Don Armando Bo. El heredero estrenará el jueves El último Elvis , un relato sobre los misterios de ser otro en el propio cuerpo, de prestarle el envase a un personaje hasta enloquecer, de creerse reencarnado y hasta habitado por alguien. La que entra en escena habitada por alguien es Griselda Siciliani. Margarita, la hija que lleva en el vientre, asoma exageradamente desde el otro lado sin saber que su madre acaba de debutar en el cine. Siciliani es la esposa (de ficción) de Elvis, y Elvis es John Mc Inerny, uno de los mejores imitadores latinoamericanos de “El Rey”. Un arquitecto al que Bo le propuso el verbo protagonizar pese a que jamás tuvo contacto con la actuación. Quiso el destino que Bo (33 años), dedicado por años a la dirección publicitaria, filmara un comercial de jabón en polvo con “otro” Elvis y que se disparara, entonces, el tema central de su opera prima. “Me llamó el tema de la doble personalidad, de la falta de personalidad y el de la negación. ¿Qué lleva a alguien a tomar la personalidad de otro y a vivir siendo otro? Hasta Sandro era un doble de Elvis, pero a la vez un hombre con personalidad. Yo uso el pelo así, quizá por Jim Morrison”, analiza. “Una marca de ropa contrata a una chica linda y las no tan lindas se ven lindas si son como la modelo. Incluso muchos países quieren ser otros países. Todos quieren ser el otro“. El director de cabello “maradoniano” tardó siete años en plasmar lo que imaginaba. “Fueron años de crecimiento. Tuve un hijo y la película fue madurando conmigo. Cuando tuve el guión se lo mandé a Alejandro Iñarritu y terminé en Biutiful (fue guionista del filme). Fue justamente El último Elvis el puente que me llevó a Biutiful ”. Puentes. De eso se trata para Siciliani, la mujer de Adrián Suar. En 2007 se enteró del proyecto y quiso formar parte, pero tuvo que recorrer otro camino hasta llegar a él. Recién en 2010 fue convocada para un casting en el que terminó elegida para encarnar a una abatida y desalineada mujer, su antítesis en la vida real. “Me vi lookeada y me impresioné. No me podía reconocer. Estaba afeada, ajada, agotada. El director me quería gris y yo confié y me entregué”, reconoce. “El (Carlos, el imitador de Elvis) vive en las nubes y ella, en cambio, es la tierra en esta historia”. En el trailer aparece la gran pregunta de la película, ¿quisiste ser otro alguna vez? ¿Sienten que en el fondo todos vivimos queriendo ser otros? Siciliani: Quería ser otra a los 11 o 12 años. A esa edad en que uno tiene esa necesidad. Recién cuando uno crece se quiere diferenciar. Mc Inerny : En algún momento soñé con ser Elvis, pero siempre tuve claro que uno tiene espejos donde mirarse y no me detuve en él. Siempre quise ser yo. La obsesión por Elvis yo no la tengo. El gran misterio de la película es el por qué de esa obsesión de Carlos Gutiérrez, mi personaje, con Elvis. El es un hombre incomprensible. Bo: Yo creo que una cosa es lo que él (Carlos) piensa de él mismo y otra lo que los demás ven. Yo no lo quería mostrar perdedor, sino como a un talentoso que se aferra a la personalidad de otro. Yo sólo sé que quería hacer una película argentina diferente, por la historia y por el nivel productivo y visual. Era un riesgo elegir a un protagonista que no haya actuado antes. Ese, finalmente, es el encanto. El cuento de Bo (premiado como “Descubrimiento de la crítica” en el Festival CineLatino de Toulouse) es, en apariencia, sencillo. Carlos (Mc Inerny) se hace llamar Elvis y llama Priscila a su hijita y Lisa Marie a su ex mujer (Siciliani). Entona como los dioses los temas de su “dios”, canta en fiestas privadas, trabaja en una fábrica y está a punto de cumplir la edad que su ídolo tenía al morir (42 años). Entonces comienza su advertencia de “estoy a punto de hacer algo grande”. En pos de ese extraño plan, arrastra a todos en su locura. “Podría haber sido una película para pocos, pero es para muchos. No tomo decisiones en base al público, pero sí quería una película fácil, que cualquiera pueda disfrutar”, se sincera. Mc Inerny, cuya banda, Elvis vive, fue nombrada por la BBC de Londres como la mejor agrupación tributo de Latinoamérica, cuenta con una historia personal encantadora (Ver Arquitecto, imitador... ). Dice que, sin detenerse en comparaciones, siente que muchos imitadores del cantante “no respetan” su figura. “He viajado a Memphis y vi a dobles que se ríen y hacen el ridículo. No tienen oído ni voz y yo me quiero morir”. En la entrevista se lo escucha en voz baja, casi pidiendo perdón por tamaño protagonismo. La misma discreción y el mismo recato manifiesta Bo, quien antes huía a las notas periodísticas: “No soy alguien que tenga tantas cosas para decir interesantes, pero estoy tratando de amigarme con eso. Parte de hacer una película es saber venderla y estoy aprendiendo. Ahora debo salir a defender a mi niña”, se ríe. La que acaricia a su niña, panza de por medio, es Siciliani, que dice estar transitando por un “estado de perpetuidad”: “El cine tiene algo de perpetuidad, de quedar para siempre. Y un hijo también te inmortaliza de algún modo”, deduce mientras espera que hija y película vean “la luz”.
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