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David Lee Roth vuelve a Van Halen despues de 28 años.

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“A Different Kind of Truth”. El nuevo disco de Van Halen con David Lee Roth.
Lo primero que surge como interrogante, cuando una banda como Van Halen reúne a su formacion más exitosa -y la que mejores resultados artísticos logró-, después de 27 años, es para qué reeditar una fórmula archivada allá lejos y hace tiempo. Y suponiendo que la respuesta tenga que ver con algunos asuntos artísticos pendientes que van más allá del negocio, o quizá con el deseo de retomar aquella senda para decir cosas nuevas, la siguiente pregunta es si tiene sentido apostar la gloria pasada, a riesgo de perderla a manos de un presente que no responda a las expectativas.
Pues bien, A Different Kind of Truth, el nuevo álbum de la banda californiana, que sale a la venta en una semana, responde satisfactoriamente a la inquisitoria. Independientemente de los matices que cada quien pueda encontrar en las respuestas que ofrece el cuarteto. Porque, a lo largo de los 13 temas del álbum, el combo formado por los tres Van Halen -Eddie, Alex y Wolfgang- y el histriónico David Lee Roth -los cuatro en inmejorable forma- despliega un menú de opciones, si bien no muy variado, bastante atractivo.
De movida, en Tattoo, se revela un Van Halen para todos, con perfecto timming y registro radial y televisivo. Enseguida, la secuencia She´s The Woman -imposible escucharla sin imaginar el despliegue escénico que acompañará a la canción durante el tour que el grupo inicará en poco tiempo más-, You and Your Blues, China Town -un viaje en guitarra de alta velocidad, con cierto abuso de efectos ya abusados por Steves Vais y Joes Satrianis- y Blood and Fire, se presenta como el bloque más parecido a lo que fue. Remedio para la nostalgia.
La irrupción de Bullethead, a continuación, abre un nuevo capítulo, que transcurre en territorios menos frecuentados por la banda, que se extienden a Honeybabyseetiedoll. Una excursión que, sin proponer rupturas estéticas ni cuestiones por el estilo, abre un poco el juego y anima a pensar que el Van Halen modelo 2012 es más de lo mismo, pero un poco más también.
Pero lo mejor queda para el tramo final. Ahí donde, rock and roll mediante, se suceden The Trouble With Never, Outta Space, Stay Frosty -apenas un respiro con aires de Nueva Orleans-, Big River y la Beats Workin’ Final, cuyo sonido se emparenta con el de la apertura del álbum.
Es cierto que la tentación de preguntarse cuánto de Aerosmith, de Deep Purple, de The Who y de tantas otras hay en Van Halen está ahí, al acecho. Pero no lo es menos que la preparación del cóctel y la dosificación de cada uno de sus ingredientes no está exenta de mérito. Sobre todo, cuanto mayor es el intento de alejarse de las viejas fórmulas. Ahí es donde la reunión adquiere su mayor sentido. Y cuando, una vez que la técnica virtuosa del tapping, los gritos y el doble bombo le dan paso al silencio, uno siente que un poquito más de eso no vendría nada mal.« 

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