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Viggo, Freud y Cronenberg.

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Espectaculos.

“Un método peligroso”. Mortensen es el padre del psicoanálisis en el filme de David Cronenberg.
Analizar la relación entre Sigmund Freud y Carl Jung, contar los debates dentro del mundo de la psicología en sus inicios y, meterse en los conflictos que entre ellos despierta una paciente del primero es un tema que le cae como anillo al dedo a David Cronenberg, alguien que ha hecho una carrera entera a partir de contar dramas de hombres (y mujeres) psicológicamente oscuros, ambiguos y ambivalentes, exponiendo sus lados más ocultos y sus fetichismos más variados.

Un método peligroso , casi como en el caso de Carnage , de Roman Polanski, es una conexión natural entre una obra teatral ajena y un realizador. Y ahí está parte del placer que despiertan ambos filmes y, a la vez, extrañamente, parte de sus problemas.

Michael Fassbender encarna a Carl Jung, un seguidor de Freud que trabaja con la “terapia del habla” en una institución mental. Allí llega una mujer violenta, agresiva, casi catatónica (Sabina Spielrein, encarnada por una Keira Knightley, cuyas primeras escenas bordean el grotesco, de una manera entre irritante y provocativa), a la que él logra no sólo sacar adelante, sino que transforma en su asistente. Pero ella querrá más y será complicado para Jung -un hombre casado y muy reprimido- manejar la situación con una mujer que parece la manifestación pura y dura de la histeria.

Jung visitará en Viena a Freud (un avejentado Viggo Mortensen, vía maquillaje, que le da un necesario toque de humor al filme), con quien debatirá sobre varios temas, entre ellos lo que para Jung es la excesiva dependencia de la sexualidad de las teorías de su maestro. Eso los llevará a hablar del caso de Sabina, que fascinará a Freud, que también será de la partida en una suerte de triángulo más erótico/intelectual que amoroso.

Al tener como base una obra teatral de Christopher Hampton ( Relaciones peligrosas , Expiación , pero también Imagining Argentina ), Cronenberg parece un poco atado a poner en palabras y en forma de debate (uno podría pensarla como una sesión ideal para el propio director: ser analizado por Jung y Freud a la vez) sus temas de siempre, y por eso es una de sus títulos menos sugerentes y misteriosos desde lo visual.

En Un método peligroso el “tema” parece estar por encima de los personajes o el conflicto (más que una película de Cronenberg, parece una mesa redonda sobre las películas de Cronenberg), y eso la hace muy interesante de seguir y analizar, pero cinematográficamente menor y menos vibrante que, por ejemplo, la genial Pacto de amor , que analiza una situación parecida.

Previsiblemente, Viggo Mortensen llegó a la conferencia con muñequito, pin y hasta mochila de San Lorenzo. Puso el muñeco sobre la mesa y explicó al mundo de qué se trataba, mostrando que el club debería pagarle un salario como encargado de prensa. Pero la charla fue para otro lado, entre el humor y el debate sobre la película.

“Las cartas entre Freud y Jung fueron importantes, The Talking Cure (el título de la obra de Hampton), también. Lo interesante para mí era poder hacer a alguien histórico sin pensar en que lo era y divertirse con eso. A David no le pesó el hecho de hacer una película sobre Freud y Jung, se sentía cómodo con el material. Lo importante eran las personas, las relaciones, el humor, las opiniones. No es un ejercicio académico, aunque hay fans de cada uno que tendrán sus diferencias con el filme”, dijo Viggo.

Cronenberg se reía mientras Viggo hablaba de San Lorenzo (“ésas son las cosas que trae al set”, explicaba) y luego para decir que “como se nota aquí, todo mi elenco necesita psicoanálisis, por eso los elegí. Ahora son mejores personas, menos neuróticas que al empezar la filmación.” Hablando más en serio, dijo que “en los últimos años la gente volvió a Freud, a descubrir que el inconsciente puede ser explorado científicamente, que una zona de la actividad cerebral no nos es accesible. Si es ciencia o no, no lo sé. El camino de Jung fue diferente y hoy tomó una línea más espiritual, religiosa”.

El director de 68 años volvió a bromear al compararse con Woody Allen, otro director obsesionado con el psicoanálisis. “No hice tantas películas como él, pero ya llevo bastantes. Y aprendí a trabajar un poco más rápido que antes. En eso nos parecemos”, cerró.

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