Una noche mágica.
Espectaculos. Katy Perry. Su show en GEBA fascinó al público, con canciones, coreografías y efectos especiales. No faltaron los besos. |
Hoy es antes de ayer y ahora son las nueve y media de la noche en el Pepsi Music 2011. En el predio de GEBA, está tocando DJ Skeet Skeet: un fachero afro con barba, que busca agitarlos a todos con una batería de remixes pop. Y todos bailan, mientras suenan bandas como los Black Eyed Peas, Adele o Katy Perry. Finalmente, Skeet Skeet se despide. Entonces, empiezan a entrar los músicos al escenario vestidos de impecable blanco y, rezagadas, llegan las coristas. En lo alto del escenario, dos nubes se unen para que Katy Perry se materialice y comience a bajar desde el cielo como una diosa: de pie sobre una tarima colgante. Es la primera vez que Katy visita la Argentina, y el público está feliz de cantar Teenage Dream con ella. En el fondo del escenario, descubrimos montañas rosas con cumbres blancas o que todo ha sido sembrado con chupetines. Y en las pantallas, veloces proyecciones nos atrapan. Los bailarines no paran de bailar, y Katy tampoco deja de cambiarse la ropa. Ante nuestros propios ojos y en cuestión de segundos, ya tiene un vestido distinto. Para colmo, tira un piropo: “Buenos Aires es una ciudad hermosa”. Y después arenga: “Estoy segura de que ustedes saben cómo parrandear (how to party)”. Todos gritan que sí. Y ahí nomás arranca Waking up in Vegas . Siguen Ur So Gay y a la diva le crecen plumas azules. Luego viene Peacock y las plumas cobran sentido. Y ni bien termina, Katy transmuta su vestuario detrás de un biombo. Llega I kissed a girl (ver Beso y caricias ), Circle The Drain , E.T . Y ahora caza la guitarra acústica (por única vez en la noche) y acomete con Thinking of You , seguida por Last Friday Night y un “olé olé olé olé”, alentado por ella misma. Todo lo que no baila Katy, se lo bailan los bailarines. Con Firework brotan más fuegos artificiales que en un show de AC/DC. Y llega California Gurls y las bailarinas disparan espuma de carnaval con unos cañones de caramelo. Y llueven millones de papelitos, y ella saluda y agradece. Y ya ha terminado todo. Hay que irse. |
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