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Rodrigo de la Serna : "Nunca supe bien lo que quería hacer"

Actor de todo terreno.

Rodrigo de la Serna hizo de boxeador y de San Martín en cine, triunfa en teatro en la calle Corrientes y su personaje de "Lombardo" hace ruido en "El Puntero". La amistad, el amor, la militancia social y una firme decisión de pasarla lo mejor posible.



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4/9/2011

Las bombitas blancas que rodean al espejo están prendidas. Unas pocas cosas se desparraman sobre un sillón de color beige. Una remera roja y unos borcegos negros aguardan el momento de salir a escena. Un termo mantiene caliente el té que recién trajo una asistente. El que ocupa ese camarín no está. Viene manejando desde el Tigre donde terminó hace un rato de grabar "El Puntero", la tira del Trece. El tránsito siempre caótico de la Panamericana demoró su llegada. Minutos robados al relax entre un laburo y otro. Porque el pibe está a full. Teatro y televisión en dosis fuertes, tanto como los personajes que encarna en ambos. Rodrigo de la Serna irrumpe con paso apurado y se disculpa con un histriónico "perdón". Deja el saco tejido blanco, el morral y en dos minutos de nuevo al ruedo, esta vez bajo los flashes. El té tendrá que esperar un rato más. No hay que dejar espacio al cansancio.

Dentro de dos horas subirá al escenario de la sala Pablo Neruda del Complejo Teatral La Plaza, para convertirse en "Dani", uno de los policías de "Lluvia constante", el otro es "Rodo" (Joaquín Furriel), dos amigos unidos muy intensamente. La lealtad y la traición, someter y ser sometido, un potente choque de fuerzas que se juegan todo. La crítica bendijo su actuación, en donde pone las tripas a un personaje duro. "La amistad es un poco el eje dramático de la obra y es en lo que se basó Javier Daulte para hacer la puesta tan inspirada que hizo. Más allá de que es una tragedia contemporánea que habla de un mundo de la marginalidad donde están metidos estos dos policías y donde, sobre todo, al que encarno yo le suceden cosas tremendas, estamos contando está relación tan particular entre dos hombres que se conocen desde niños y que ya adultos siguen siendo mejores amigos", analiza Rodrigo.

La sesión de fotos terminó y ahora sí es el momento de tomarse un té en medio de una jornada arrasadora. "Tomo lo que venga, vino, té, mate, whisky", aclara. La botella sobre la mesa no lo desmiente. "Lluvia constante" se presenta de miércoles a domingo; los días que graba para la tele recorre los 30 kilómetros que separan Tigre de la Capital. Actualmente está viviendo en Ingeniero Maschwitz, otros 48 kilómetros de vuelta. Es el lugar que eligió como suyo lejos de las luces de neón. "Yo creo que como vecino soy genial, pero habría que preguntarle a ellos", dispara Rodrigo.

Sí, el ocio en su vida, hoy, es un casillero difícil de llenar. Pero no importa, éste es su año de éxito. "¿Boxear? Ahora no tengo tiempo de nada. Vivo para trabajar. En este año, muy pocos momentos de ocio. Cuando no trabajo, duermo, ¡duermo!, leo algún libro, estoy con mi hija, visito algunos amigos".

-¿Tiene muchos amigos?

-Amigos tengo, claro, no son muchos. Amigos de la infancia conservo dos o tres, nada más. Son cordobeses, son los únicos amigos de la infancia que me quedaron. Como no nos vemos seguido, cuando lo hacemos es simplemente conectar con lo más hermoso de mi infancia que fue estar allá en Córdoba. Con ellos es otro universo completamente distinto. De la escuela y demás no me quedaron amigos. Y después uno va teniendo sus propios amigos, cuando va caminando su propio camino empiezan a aparecer los más afines a uno.

-O los que llegan con la fama…

-Yo no soy un tipo que se ha manejado mucho desde ese lugar, así que no se puede sacar mucho rédito de una persona que se niega a salir en las revistas.

Es cierto, De la Serna cultiva bajo perfil desde sus inicios, por "una cuestión de gustos". Estuvo en pareja con la actriz Érica Rivas con quien tuvo a Miranda, que hoy tiene 10 años. Hoy está con Soledad Fandiño, su compañera de trabajo en la tira "Contra las cuerdas". Una relación que negaron al principio, pero que luego oficializaron sólo a través de las fotos. El amor para él es un misterio. "Es indefinible, si filósofos y poetas no pudieron definirlo menos lo voy a hacer yo. No sé, es un misterio el amor, el más apasionante y hermoso de todos", dice y mira al interlocutor sonriendo.

Y en esa sonrisa se descubre la cara que todavía guarda ecos de un chico inquieto, lleno de energía y con cierta picardía. Al que le encantaba pasar los tres meses de vacaciones en la casa de su abuela en Villa Giardino, donde iba con su papá Lionel y su mamá Liliana. "Mi viejo es ingeniero industrial y mi vieja es licenciada en arte, mi abuela también es muy histriónica. Pero sí, mi vieja me influyó mucho en lo de la actuación", reconoce. Ya a los 12 entró a un taller de teatro. Se había anotado en el de periodismo, pero estaba completo. Y así el destino le jugó su primera carta buena. Desde ese momento hasta hoy -el 18 de abril cumplió 35- Lionel Rodrigo de la Serna Chevalier, tal como figura en el documento, no abandonó la actuación. La lista es extensa, unas 10 películas y 16 series y tiras, 11 premios, el último un Martín Fierro 2010 como "Mejor actor protagonista de unitario y/o miniserie", componen su haber laboral.

-Muchos actores dicen que ya despuntaba la actuación en los actos escolares. ¿Le tocó hacer de San Martín en alguno?

-Nunca trabajé de San Martín, siempre hacía de árbol (risas). En serio, una vez me tocó hacer de árbol y mi mamá me hizo un traje hermoso de algarrobo. No era cualquier árbol, tenía un gorrito de lana marrón con hojitas.

-¿A qué colegio fue?

-Al colegio Chester, en Belgrano.

-¿Era buen alumno o más bien liero?


-No era buen alumno, tenía problemas de disciplina. Era muy inquieto, a partir de tercer grado me empecé a rebelar mucho. Era una escuela muy estricta, bilingüe. Esa especie de resentimiento importante que tengo con lo anglosajón debe venir de ahí, importante después de esa experiencia escolar. Era muy dura.

-Si en vez del taller de teatro a los 12, se hubiera anotado en ese taller de periodismo, tal vez ahora sería periodista…

-Capaz te estaría entrevistando a vos como actriz. No, no era que me gustaba escribir, había que elegir y yo puse en ese orden. Y de rebote caí en el de teatro, y agradezco a Dios haber caído ahí, porque me salvó la vida, le dio sentido a mi vida.

VARIAS VIDAS EN UNA.

Un sentido y una fuente de vida. Aunque él tiene claro que no todos los años son de vacas gordas. "Siempre tenés que cuidar el mango en esta profesión", sentencia. Entre las asignaturas pendientes de actuación está la de Ringo Bonavena. Luego de entrenar 11 meses para hacer el papel, el proyecto se cayó. Parte de su fisonomía actual, su nariz más ancha, tiene que ver con el duro entrenamiento que hizo para personificar al boxeador. "Me han partido la ñata varias veces", revela. También sus manos le pasaron factura. "De pasar a pegarle a la guitarra todos los días a pegarle a una bolsa, un cambio hay. Espero que cuando agarre la guitarra se mejoren", dice mirándolas. Porque tiene muchas ganas de volver a armar Yotivenco, la orquesta de tango donde cantaba y tocaba la guitarra. Sin embargo, con nariz rota y todo, el destino le siguió tirando buenas cartas. "Cuando me enteré que no se hacía fue durísimo, me quedé muy mal, pero llegó al rescate San Martín. Se cae ese proyecto y aparece el otro a los 10 días. Fue un duelo demasiado rápido", reconoce.

-Se metió en la vida del Che a través de su mejor amigo, ahora se metió en la piel de San Martín, ¿qué encuentra en común en estos dos argentinos?

-Tanto San Martín como el Che son hombres extraordinarios que están dotados de varios talentos a la vez. Pocas veces se dan en una sola humanidad o una sola persona esa cantidad de talentos. En general, lo que tienen en común es una gigantesca, una enorme fuerza de voluntad. Y la voluntad está hecha de infinitos renunciamientos.

-Los roles de hombres recios del Conubarno le sienta bien. ¿Tiene miedo de que lo encasillen para hacer personajes marginales?

-No todos fueron marginales. San Martín era un tipo académico, Granados era médico también, el de Okupas no era marginal, era un pibe de clase media que se metía en los inframundos para buscar algo que no se sabía bien qué. "Lombardo" el personaje que estoy haciendo ahora en "El Puntero" es más marginal.

-¿Se cruza con muchos "Lombardos" por la calle? ¿Qué le dicen?

-Hay un sector de la sociedad que sigue muy excluido, muy marginado y se identifica mucho con el personaje que estoy haciendo. Y por suerte me quieren, yo estoy contento con eso. Si le estuviese faltando el respeto no me dirían cosas muy lindas por la calle. Sin duda es gente que yo aprecio mucho y me aprecian mucho.

-¿Qué piensa de los que dicen que está haciendo una caricatura?

-Mucha gente está opinando eso, pero es gente que vive muy puertas adentro, o muy desde la intelectualidad y por ahí hay situaciones que no quieren ver, por ahí son cuestiones que todavía interpelan mucho. Pero, lejos de denigrar la condición de los más humildes, dentro de todo estoy tratando de hacer un retrato lo más fidedigno y sano posible. Pero bueno, ahí está "Lombardo" caminando todavía y me divierte mucho hacerlo.

-Alguna vez comentó que su hija le había dicho que "Diarios de motocicleta" era aburrida, Miranda ya tiene 10 años, ¿sigue siendo crítica de su trabajo?

-Sí, mi hija me dice: "Papá otra vez haciendo esos personajes tan difíciles, tan duros". Pobre, como buena hija que cuida a su padre y que lo ve cansado, lo hace a su manera. Pero, la actuación tiene eso, no existe ningún personaje donde no le pase nada feo, no habría conflicto que encarnar, o cuentos que contar si a todos los personajes le pasan cosas buenas.

-Se define como "militante en lo social", ¿se ve en un futuro como militante en lo político?

-No, porque soy actor. Entonces me parece que me limitaría mucho en lo artístico, y es algo que a mí me interesa mucho. Mi acción está en tratar a través de mi trabajo de invitar a la reflexión, no sólo entretener. Y también hacer algún tipo de denuncia de vez en cuando desde la actuación. Pero no sólo con fines políticos, sino con fines espirituales de la actuación, de elevar su propia conciencia, y tal vez eso ayude a reflexionar en algún punto. Ojalá así sea. O simplemente hacer que una persona que está triste se sienta un poco mejor. Son esas cuestiones.

-¿Está en algún proyecto social en este momento?

-En este momento estoy recuperando un cine abandonado durante 45 años, en Ingeniero Maschwitz, y lo estoy haciendo con un grupo de jóvenes con los que formamos una ONG, "El colectivo cultural". Estamos tratando de generar en ese espacio una sala de teatro, una sala de cine, aulas para dictar talleres para los barrios más marginales. Tratar de darles herramientas para que conozcan lo que es el oficio de la actuación, maquillaje, escenografía, de un montón de cosas.

-Da la imagen de un tipo seguro. ¿Siempre supo lo que quería ser?

-Simplemente "fui siendo" como actor y como persona. Nunca supe bien lo que quería ser. Nunca tuve objetivos claros, simplemente fui dejándome llevar con lo que iba proponiéndome la vida, y tratando de timonear dentro de las posibilidades. Eso. Creo que con eso fue hasta dónde llegue hoy.

-¿Y hoy está dónde quiere estar?

-Hoy estoy. Somos personas occidentales que pensamos demasiado, nos cuestionamos demasiado las cosas, pero en esencia, la realidad es que estoy donde estoy, soy lo que soy y no puedo pensar mucho.

-Pero, está feliz… Por lo menos se lo ve así.

-Sí, estoy contento. La felicidad es transitoria, relativa y a veces más intensa que otras veces. Pero el bienestar está en uno, y está aquí y ahora y hay que tratar de conseguirlo. Y yo estoy tratando de pasarla lo mejor posible.

Fotos: Eugenia Kais
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