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Ricky Martin, Un show con mensaje.

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Espectaculos.

Adelanto: Cómo es el “Más” de Ricky Martin “Clarín” fue a Córdoba, donde la estrella latina presentó su nuevo espectáculo antes de hacerlo en River el 16. Escenas del backstage. La lista de temas. Y en una breve charla, cuenta cómo se prepara para hacer del Che.
Recibir una invitación para volar en un jet privado y ver el recital de Ricky Martin en Córdoba da una sensación – falsa, claro- de exclusividad. En la puerta de la Terminal B de Aeroparque, reservada para los vuelos particulares, una notera cuenta entusiasmada el viaje que está por hacer. “Chicas, Ricky me invitó a ver su show. Allá voy”, dice en un copete, que luego completará con una entrevista al artista.

El avión es un Learjet, con capacidad para ocho pasajeros. Jorge, el piloto, anuncia en broma que es su primer vuelo y que espera que todo salga bien. Por ese glamour que da el avión pequeño, los sillones de cuero y la hebilla dorada del cinturón de seguridad, desde el despegue el hombre será rebautizado por el pasaje como George, the pilot.

En poco más de una hora, se llega a la ciudad de Córdoba. Y directamente al Orfeo Superdomo, donde Ricky Martín dará su segundo concierto en las Argentina, en el marco de su gira Más por América latina. José Luis Vega, el manager personal del artista ya hace 25 años, saluda a todos con familiaridad y da instrucciones con gran detallismo; dice que son como una gran oficina rodante y que él es uno de los encargados de que las cosas salgan bien. La prueba de sonido está lista; el artista llega, hace dos canciones y se retira a los 15 minutos, luego de dar unas instrucciones a los bailarines. En los pasillos internos del estadio, una modista retoca un pantalón; una chica ensaya pasos de baile; un trompetista se aburre esperando. Luego pasará Miranda! como banda telonera y será el turno de él.

En el centro del escenario, hay una gran estructura de metal de tres pisos, con escaleras, luces de neón y un caño largo, al estilo del viejo y recordado “tiragoma” de Marcelo Tinelli. Sobre una de esas estructuras, vestido de negro, todo perfecto y de Armani, aparece Ricky Martin. Las cordobesas apuntan con la cámara de fotos, la cerveza y el fernet en alto (en Córdoba está permitido vender alcohol en los recitales).

El show se dividió en tres partes, que recorren más de 20 años de carrera de Enrique Martín Morales. La primera, “Rock goes pop”, tiene éxitos como Dime que me quieres y Vuelve . Luego, “Cabaret”, con una estética de Broadway de los ’50. Y finalmente un set acústico, y otro afro beat para terminar.

Hace unos días, Susana Giménez dijo que el show de Ricky Martin era “alegórico”. Quizás ésa sea la mejor palabra para definir el concepto del espectáculo. Y la alegoría, claro está, tiene que ver con la declaración pública de su homosexualidad el año pasado, mediante un comunicado en forma de carta.

Durante buena parte del espectáculo, hay cadenas que se rompen, rejas carcelarias que se caen, máscaras que se colocan para luego ser quitadas. Y varios videos que giran en torno al tema de la igualdad. Primero aparecen fotos de un bailarín cuando era niño y su voz contando las dificultades que tuvo que pasar para reconocer su sexualidad. “Yo soy gay y estoy feliz. Yo soy yo. Sé tú mismo”, declara. Luego será el turno de un músico negro contando que se enamoró de una niña blanca y que su mamá le ponía polvo blanco para ir a la iglesia. Y, finalmente, el video de Ricky Martin, sin locución, desnudo y con un baño – siempre en cámara lenta- de pintura de muchos colores. La canción con que abre es Será será , del nuevo disco, que dice “Esto va dedicado a todo aquel/Que se siente desigual/Condenado, marginado sin piedad”.

Lo curioso es que, pese a todo, la seducción del cantante sigue teniendo a las mujeres como principal destinatario. En la versión de I Am , se inicia un juego erótico, con Ricky Martin y los bailarines/as. Y toda la pantomima sexual sigue dirigida a las chicas, así también como algunas de las letras de su último disco Música+Alma+Sexo .

Pero nada cambió para sus millones de fans en el mundo. Ricky sigue siendo el mismo; el que cambia diez veces de vestuario en dos horas; el que ahora baila frenéticamente y el que es capaz de hacer casi una veintena de temas casi sin respiro y sin indicios de cansancio en la voz. “Muy buenas noches, Córdoba. ¿Cómo estás? El primer show que di acá fue mágico, pero ésta es la primera noche que se puso a la venta, así que ustedes son los primeros. Voy a dejar mi alma y mi piel en el escenario”, dijo al inicio del recital, con esa habilidad que tienen los artistas para hacer sentir único a cada público, aun cuando la gira incluya cien destinos en cinco continentes.

En las casi dos horas de un show con excelente sonido y despliegue, Ricky Martin se movió con el aplomo de un artista pop que lleva 20 años de carrera. Con un gran manejo del escenario, el puertorriqueño se desabrocha la camisa en el momento justo; se viste con cuero negro y juega con un látigo; mueve las manos para arriba y para abajo invitando a la coreografía multitudinaria y mayoritariamente femenina. Cuando propone un set acústico para recorrer temas viejos, habla de “acariciar la nostalgia”. Y todas gritan, eufóricas, por el verbo tan sugestivo en boca del galán que en diciembre cumple 40.

A medianoche, Cup of Life – canción oficial del Mundial ‘98- y Lo mejor de mi vida fueron las últimas canciones. Con brazos arriba, las cordobesas gritaban y agitaban el fernet con cola y la cerveza, que a esa hora circulaba como agua. A los pocos minutos, las luces del Orfeo se apagaban, el artista volvía a su hotel y el jet privado lleno de periodistas regresaba a Buenos Aires. Alguien repetirá, en algunos años, que Ricky Martin la invitó a un concierto en Córdoba en su vuelo privado. Habrá fotos que lo atestigüen. Y no habrá nadie para negarlo.




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