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Victoria Vanucci realiza un homenaje a Amy Winehouse.

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Victoria Vanucci realizó una superproducción de fotos para advertir y concientizar sobre el abuso de las drogas, luego de la muerte de la reconocida cantante Amy Winehouse.

Victoria Vanucci realizó una superproducción de fotos.

El lunes siguiente al en que fue encontrada muerta, su auto seguía en el mismo lugar. Una de los tantos símbolos de la ilusión de que si no se mueve en una de esas no es cierto. Tenía 27, esa edad fatídica para el rock y el pop.

Por Jorge Belaunzarán

En la galaxia rock es difícil atravesar los 27. A Amy Winehouse, proveniente de los suburbios siempre bien reconocidos del soul, se le permitió su ingreso de inmediato con la edición de Frank (2003), primer álbum cuando sumaba 20 años. Al menos por ahora, no se sabe si la decisión de abrir su disco debut con un tema como Stronger Than Me es una decisión que le perteneció o alguno de esos que siempre conocen al otro mejor que él mismo se lo sugirió. “Deberías ser más fuerte que yo/ pero en cambio eres más viejo que un pavo congelado/ ¿Por qué siempre me tienes que poner bajo control?/ Todo lo que necesito es que mi hombre cumpla su rol/ Siempre lo quieres conversar - yo estoy bien/ siempre te tengo que confortar cada día/ pero eso es lo que necesito que hagas - ¿acaso eres gay? (…) No voy a encontrarme con tu madre en ningún momento/ yo solo quiero destripar tu cuerpo sobre el mío/ así que dime por qué piensas que es un crimen.” En sus 20, la chica reclama un hombre que no existe. Dice como canta: como grande; grande de adulta, grande de grandeza es por su falta de pudor para confesarse vulnerable ante cualquier hombre. Inconveniente femenino de principio de siglo: encontrar alguien que pueda ir a la par, uno nuevo que la mire y la reciba como la mujer nueva que es. En perspectiva, se empieza entender el derrotero de Winehouse. Conmueve.

A los 27 murieron Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Brian Jones, Kurt Cobain. Keith Richards y Jagger no tuvieron sus mejores días rondando esa edad; a los 27 de John Lennon y Ringo Starr los Beatles hicieron su último álbum todos juntos (Sgt. Peppers). El rastreo puede continuar y encontrar algunas coincidencias más para mantener el nivel de elocuencia. Mejor es mirar la propia vida y descubrir que rondando esa edad la sensación de que hay que tomarse el tren que se siente será definitivo se torna imperiosa. Hay que definirse, por decirlo como acostumbra decirse. Seguro, no es lo mismo los 27 de una star rock que de un mortal común y corriente. La sensación y su grado de fatalidad es proporcional a las biografías de cada individuo.

Winehouse se hace noticia. Lo es por escándalos. Lo que pasa que los escándalos son noticia porque Frank fue un éxito: sin música, sin arte, sin talento que justifique cierta fama, los escándalos no existen. Lo demás es berretada televisiva.

La hija de un taxista y una farmacéutica de origen judío acelera sus condiciones de posibilidad para que los 27 sean una barrera infranqueable. Mete en su cuerpo las drogas clásicas de la galaxia rock (cocaína, heroína) y le agrega las más modernas (éxtasis, crack), y siempre acompaña con el común denominador de todos los géneros: el alcohol. Y en esas condiciones, hace su segundo disco, el que hoy algunos quieren ver como una premonición, Back To Black (2006). De acá a cinco años nadie puede prever nada sobre cómo será su vida; y la de hoy poco tiene que ver con la que imaginó hace cinco atrás. Así que Rehab (Rehabilitación) es una arenga a lo Charly García (con ese dejo irónico, también) sobre la idea algo nazi de obligar a curar el cuerpo de un ser que no se soporta a sí mismo y lo único que desea es estallar de una vez y para siempre. Más allá de las disquisiciones, es, para decirlo en idioma contemporáneo argentino, un: conmigo, no. Lo que no se entiende muy bien es qué es lo que ella no quiere que hagan con ella. Se supone que la maquinaria de la industria, que atraviesa sus peores años y exprime con saña y destroza lo que sea con tal de mantenerse en pie (en pie con los privilegios de siempre, claro, que si se trata de buscar alternativas las hay de sobra) es quien la acorrala. Pero no es lo único. Hay algo de la maldición del género, siempre que se sea mujer. Se puede recordar a Sarah Vaughan (con quien se la comparaba en sus tonos) y su adoración por el alcohol, o a Billie Holiday, afecta a las drogas.

Como en ellas y en otros grandes de la música se puede percibir en sus letras y música las huellas de un dolor casi irreparable: que no tiene que ver con su mayor o menor profundidad, sino con la imposibilidad de ser explicado; peor: con el impedimento de ser descubierto por alguien más. Back To Black es una seguidilla demoledora de lo insondable, ese lugar en el que la beatitud celebra su encuentro con la desolación, sensaciones a simple vista antagónicas que el arte vuelve tangibles en los corazones.

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