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”La desobediencia es importantísima”.

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Espectaculos.

Entrevista Guillermo del Toro El director de “Hellboy”, que el jueves estrenó “No le temas a la oscuridad” como productor, habla de su carrera y su extraña infancia.
Por Miguel Frías mfrias@clarin.com
Guillermo del Toro es un creador de seres y ambientes opresivos, perturbadores, fantásticos, que representan, sin obviedad, estados individuales o colectivos, muchas veces desde la perspectiva de un niño. El jueves estrenó, como coguionista y productor, No le temas a la oscuridad. “La escribí hace años. Su primer tercio tenía semejanzas con El espinazo del diablo y El laberinto del fauno, y no quería repetirme. Por eso preferí que la dirigiera Troy Nixey, alguien que está comenzando su carrera en cine”, dice, por teléfono, desde Toronto.

Alguna vez declaraste que preferís a los monstruos antes que a los superhéroes. ¿Cómo fueron creados las pequeñas y siniestras criaturas de “No le temas...”?

La idea era mantener a los seres de la película original, del ‘73 (telefilme dirigido por John Newland). Claro que aquellas criaturas estaban realizadas con tecnologías de la época y ahora hemos avanzado mucho. De pequeño, me fascinaban y me espantaban. Terminé por adorar a los monstruos, que en este caso son pequeños. En mi próxima película, Pacific Rim, serán todo lo contrario: a gran escala.

En aquella infancia de temor y fascinación, ¿es cierto que tenías un tío que te inculcó simpatía por lo oculto y prometió comunicarse con vos después de muerto?

Sí, mi tío Guillermo. A él le debo mi nombre. Eramos muy cercanos y me introdujo en el ocultismo, la alquimia y la literatura de Lovecraft. También, en la idea de la vida después de la vida. Era una compañía fantástica. Un adulto que no era un adulto. Sus fantasías permanecieron en mí, tal vez a través de estos monstruos de los que hablábamos. Monstruos que para mí representaron y representan una compañía más fiel que la humana.

¿Es verdad que además tenías una abuela, muy católica, que te practicó un exorcismo?

Lamentablemente, es verdad. Pero fue un exorcismo casero, sin sacerdotes. A ella le preocupaba mi fascinación por lo extraño. Hasta que decidió exorcizarme. Me echó agua bendita, me dijo que esos seres que me habitaban eran horribles. Como yo me reía, ella me echaba más agua bendita. Fue una reacción un tanto histérica. En cuanto a mí, gozo de una licencia de ateísmo desde hace años.

Durante tu infancia tuviste una intensa relación con la muerte...

Durante mi niñez, en Guadalajara, vi más muertos que un chico común. Asesinados, accidentados... Después, en mi juventud, entré como voluntario, para hacer labor social, en un manicomio. Detrás de la morgue había un cementerio del siglo XIX, muy tranquilo. Allí comía mis sandwiches. Había una leyenda sobre un vampiro. Decían que lo habían enterrado en ese sitio y que, a partir de la estaca que llevaba clavada, había crecido un árbol. Me fascinaba mirar ese árbol, me fascinaba todo.

Antes mencionamos a los superhéroes. Se están haciendo muchas adaptaciones de superhéroes del comic al cine. ¿Qué opinás?

El comic es infinitamente más abarcativo que el tema del superhéroe. Pensemos en películas como Esplendor americano, en el comic para adultos. Son un gran material de origen, ahora muy aceptado: como una novela o una obra de teatro. En cuanto al comic de superhéroes, hay de todo. Es un subgénero, como cualquier otro, ni bueno ni malo. Creo que ahora los prejuicios recaen sobre las películas basadas en videogames, que es una forma joven de narrativa. Nada va a frenar su avance. Las generaciones van sucediéndose y generando nuevos lenguajes.

Federico Luppi fue uno de tus actores fetiche; Francella trabajó en “Rudo y Cursi”, producida por vos. ¿Tenés algún proyecto con actores argentinos?
Francella es un actor maravilloso; Luppi, también. Y me gustaría trabajar con Ricardo Darín. Mi vínculo con los actores argentinos se da desde la pura admiración. La última aparición de Luppi en una película mía fue un cameo en El laberinto...” Pero tengo un guión para que hagamos juntos. Es todo lo que puedo decirte.

¿Cómo modificó la crisis económica al cine de Hollywood?

Ahora hay una mentalidad infinitamente más conservadora que antes, que apuesta a lo seguro sin tomar en cuenta que no hay nada seguro. Por eso se hacen tantas remakes. En No le temas..., yo trabajé sobre una película de mi infancia, por amor y por ser fan, pero no soy aficionado a las remakes. Me gusta producir a gente nueva. Ahora mismo voy a hacerlo con el primer largo de un argentino, Andy Muschietti. Hay que rebelarse ante lo supuestamente seguro.
No sólo te rebelás ante lo seguro. Sé que reivindicás la desobediencia e incluso la adversidad...

Trágicamente, he aprendido eso de la vida. Uno busca seguir adelante en la adversidad, la adversidad te permite aprender. Igual, yo procuro no pasarla mal en la adversidad ni quedarme quieto ante la buena fortuna. Pero el fracaso es mejor maestro que el éxito. Una de las constantes de mi vida.
Pero no te fue tan mal. Diría todo lo contrario...

No siempre. Tardé muchos años en construir mi carrera y con muchas dificultades. Algunos fracasos profesionales se me dieron junto con situaciones personales traumáticas, como el secuestro de mi padre en México. No me quejo, pero la carrera de un director de cine es más fácil vista desde afuera. Tardé 47 años en llegar donde llegué, sin hacer todo lo que querría. Me cancelaron, por ejemplo, uno de mis sueños: hacer En las montañas de la locura, de Lovecraft.

Y en cuanto a la desobediencia...

La desobediencia es importantísima. Si no, corres el riesgo de volverte un animal doméstico. La desobediencia es fundamental para un artista. Puedes tener un mayor o menor presupuesto, pero nunca olvidar tus impulsos primarios.

Trabajás en Hollywood, no creo que ahí sea fácil la desobediencia...

Hay una paradoja clara en el cine. A mayor presupuesto, menor libertad. Y viceversa. En ambos casos hay que luchar y ser ingenioso. Solemos pensar en la figura del director como en la de un orquestador de la programación, cuando en realidad es, simplemente, un orquestador de la adversidad, alguien que lucha contra innumerables contratiempos.




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