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Villa-Devoto

Britney Spears.

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El desenfado total.

Britney Spears en vivo Todo sobre el show que traerá a Buenos Aires el 20 de noviembre, presentando "Femme Fatale".
Femme fatale, seductora y asesina sexy. Esas son las autodescripciones verbales que Britney Spears proyectó en el escenario en el Nassau Coliseum. Se podría agregar más. Figura mediática, apenas cantante, bailarina poco destacada, hábil seguidora de tendencias, experta en gancho, detectora de roles sexuales. Spears, más allá de todos los vaivenes de su vida personal, ha resultado una experimentada conocedora de lo que las mujeres quieren escuchar sobre tirarse una cana al aire. Aunque sus canciones incitan y flirtear con los hombres, el público de sus conciertos es mayoritariamente femenino, y gritó con alegría durante todo el concierto.

En una carrera que resultó sorprendentemente resistente , Spears, de 29 años, ha pasado de la timidez al desenfado, de la seductora adolescente a la vampiresa adulta... o al menos a canciones que insisten en que ella lo es. Inició su espectáculo con Hold It Against Me (Me lo echarías en cara), verso del coro de esa canción precedido por "Si dijera que quiero tu cuerpo ahora, tú..." En las canciones de Spears, la carne en general está deseosa, mientras el cuerpo tiene backup digital. Muchas de ellas provenían de su último álbum, Femme Fatale, en el que no compuso ningún tema y presta su muy procesada voz a canciones estridentes y en su mayor parte genéricas sobre una lujuria que se impone a todo.

Su banda estaba compuesta por dos hombres que tocaban teclados, computadoras y guitarras que generaban ­o simplemente ponían en marcha- gigantescos beats sintéticos que atronaban durante sus canciones.

El papel de Spears era ejecutar rutinas de danza, cantar con mucha ayuda de grabaciones y sonreír ante las reacciones de la multitud.

Cumplió con el guión que tenía marcado para el escenario con la suficiente inteligencia como para dirigirse al público como "Long Island" o, en su defecto, "Nueva York"; no ofreció nada ni remotamente espontáneo.
“ En las canciones de Spears, la carne en general está deseosa, mientras el cuerpo tiene backup digital. Muchas de ellas provenían de su último álbum, Femme Fatale, en el que no compuso ningún tema y presta su muy procesada voz a canciones estridentes y en su mayor parte genéricas sobre una lujuria que se impone a todo.”


"Quieren un pedazo de mí", declaraba, en una canción de su álbum de 2007 Blackout, que aprovechó su desfavorable notoriedad para volcarla en las letras. El tema del show era que todos desean a Spears, lo que la somete a constante persecución: por parte de un equipo SWAT con garrotes, los fotógrafos de la prensa amarilla, hombres despechados y un acosador, que aparecen en intervalos de videos donde se jura venganza contra las mujeres seductoras y poderosas (y luego, en un anticlímax, capturadas por Spears). Ella estaba vestida de Cleopatra y con un piloto de agente secreta cuando no mostraba el ombligo.

Sus sketches escénicos representaban juegos de poder. Invitó a un admirador a subir al escenario, lo ató a un poste y bailó meneando las caderas a su alrededor, hasta que en un momento se montó sobre sus hombros. Volviendo a Baby One More Time, de sus años adolescentes relativamente más inocentes, continuó con un segmento sobre bondage, interpretando S&M de Rihanna y su propio tema I’m a Slave 4 U, mientras llenaban la pantalla de video imágenes de hombres con dolorosas ligaduras.

Pero en el centro de ese despliegue de deseo había un vacío: la misma Spears.

Su voz era más un elemento de las canciones que una presencia carnal o emocional. Sus bailarines hacían acrobacias mientras ella mayormente caminaba por el escenario o era llevada de un lado al otro sobre piezas de utilería. Para cantar la balada obligatoria Don’t Let Me Be the Last to Know, se sentó en un columpio que fue elevado mientras una bailarina ejecutaba un ballet aéreo para distraer la atención de la muy vacilante voz de Spears. Cuando la rapera y cantante Nicki Minaj, una de las teloneras, apareció en escena para el final del espectáculo ­ el sonoro trance-pop de Till the World Ends-, fue una presencia sensual de carne y hueso mientras Spears trepaba a otro elemento de utilería.

Minaj continuaba con su hiphop como cierre: una rapera segura de sí, afinada, variada en los ritmos y de sorprendente habilidad para la libre asociación que tomaba cameos de las canciones de otros intérpretes. En los de su propio álbum, Pink Friday, a veces canta sobre las inseguridades. Pero sobre el escenario condujo a su propia pelotón de bailarinas a través de un concepto de ciencia ficción sobre salvar al mundo y recuperó sus versos de canciones que compartió con Drake y Ludacris.

Sí, tiene cierto potencial de estrella; el público rugió cuando nada menos que Kanye West apareció en persona para cantar Monster con ella.

« Traducción: Elisa Carnelli.

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