La defensa, el punto más flojo de la selección.
COPA AMERICA / Ni Bolivia, ni Colombia, ni Costa Rica. Esta vez era la Celeste, con toda la historia encima y sin margen de especulación. En la gran mayoría de los partidos definitorios, las precauciones nunca son pocas, y las defensas controladoras de ataques toman un papel preponderante. La zaga argentina no funcionó bien desde el inicio. Frente a Bolivia, que puso en cancha apenas un sólo delantero, el fondo tuvo algunos dolores de cabeza, y un error impensado de Banega, que hizo que Argentina casi pierda el partido. Después llegó una Colombia que mereció claramente llevarse el partido, y que desbordó casi los 90 minutos de juego, a una defensa albiceleste vapuleada por donde se la mire. Luego, Costa Rica fue un seleccionado que apenas pudo llegar una sola vez, y Romero tapó un cabezazo en formidable acción. Quienes estaban a cargo de que el arco de Romero no cayese eran Milito y Burdisso, en la cueva, Zanetti y Zabaleta por los costados, y los tapones de Mascherano y Gago. Uruguay plantaba dos jugadores de mucha acción en la vereda de enfrente, como Forlán y Suárez. Además de las posiciones incisivas de Arévalo Ríos y Álvaro Pereira, que llegaban desde atrás. A los 5, en la primera llegada uruguaya, el ruso Diego Pérez -quien debió haber sido expulsado en una jugada anterior por una patada inclasificable sobre Mascherano- mandaba la pelota a la red, tras un rebote. La defensa, entre Burdisso y Zabaleta, no supieron despejar un balón aéreo, en la zona más débil del seleccionado argentino. De inmediato, Zabaleta era amonestado por una infracción innecesaria en campo rival. Zanetti y Zabaleta trataban de pasar al ataque la mayor cantidad de veces posible, mientras Mascherano hacía de pivote en el momento de los pases. La intención era, precisamente, obligar al retroceso rival. Pero a Uruguay le quedaba terreno libre para el contraataque, y en el mano a mano, Suárez y Forlán eran más que Burdisso y Milito. Sin embargo, el empate argentino llegó tras una contra uruguaya, que fue anticipada por Gabriel Milito. Éste interceptó un pase de Forlán a Suárez y desde allí llegó la respuesta, reacción que había atrapado a los visitantes a contra pierna. El seleccionado del Checho insistía en salir a pleno toque desde el fondo, con triangulaciones entre los zagueros y los mediocampistas centrales, y en procura de apoyo sobre las proyecciones de Zabaleta y Zanetti. Los laterales, junto a Gago, eran permanentes abastecedores del juego de Messi, de Agüero y de Di María. A los 34 llegó la segunda pelota parada a favor de Uruguay, tras una falta de Burdisso sobre Forlán. En el centro del rubio volvió a ganar Lugano, volvió a ganar Uruguay y así llegó nuevamente al gol. Sin embargo, éste fue posteriormente anulado por una posición adelantada. Pero la alarma volvía a sonar en el cuartel defendido por Romero. A los 37 se agudizaba la crisis. Burdisso volvía a cometer una infracción, esta vez sobre Suárez. Llegó otro centro de Forlán, derivó en una tijera de Álvaro Pereira, que salvó angustiosamente Mascherano en el corazón del área chica. Argentina padecía de los centros rivales, y le dolían como cuchillazos en el estómago. Después llegó la expulsión de Pérez. A los 42, en otra infracción en zona de gatillo, Milito era el responsable de una nueva ejecución. La tomó Forlán, y el cuchillazo llegó a las posiciones de Scotti y Lugano, que volvieron a sacudir la resistencia local. Un minuto después, Lugano cabeceó al arco y la pelota rompió el travesaño. Argentina no consiguió resolver nunca el interrogante táctico de las pelotas por elevación en la zona defensiva, y las complicaciones se sucedieron a pesar de la superioridad numérica. El capitán uruguayo le ganó por knock out a Milito, en la contienda de zagueros. El desorden defensivo primó sobre la inteligencia que propone la calma. SEGUNDO TIEMPO. En el complemento Uruguay sintió el cansancio y se replegó. Mascherano resultó amonestado a los 5 minutos tras un golpe a Forlán. A los 12, centró Forlán, cabeceó un jugador argentino, y fue noticia. Higuaín rechazó, mientras Burdisso le cometía claro penal a Lugano. Hubo cambio de marca sobre el capitán uruguayo, tras los problemas para marcarlo que tuvo Milito en la primera parte. A los 15, Burdisso gritaba para ordenar, Milito cometía muchas faltas cada vez que salía de la cueva, y las proyecciones de Zabaleta y Zanetti no rendían juego ni precisión. Mascherano, amonestado, se cargaba de marcación y Gago no conseguía limpiar el balón. El afán por querer salir jugando hacía peligrar corazones en el Cementerio de los Elefantes, porque Suárez y Forlán acechaban como perros de presa. El partido no hacía notar que Uruguay tenía un hombre menos. Sobre los 25, hubo tarjeta amarilla para Milito, quien ya sumaba cinco infracciones en ese lapso, y no paraba de equivocarse. De inmediato, Burdisso caía en la lista de amonestados tras cometerle un foul demasiado peligroso a Suárez. Argentina cumplía una hora y cuarto de juego sin lograr brindar seguridad en el fondo. A los 34, Forlán combinó con Suárez en tres cuartos. Fue una cuchillada al área, y Romero tapó una pelota fundamental y extraordinaria, que terminó despejando Pastore. A los 40 volvió a ganar Lugano en el área argentina, pero cabeceó sobre el travesaño. A los 43, Mascherano arremetió contra Suárez y se fue expulsado. Fue otro error conceptual defensivo, en el que no se supo resolver la marca de Suárez. En el segundo minuto del adicionado, Forlán lo perdió de cabeza por sobre el travesaño, con una defensa argentina que transitaba un terreno de inseguridad extrema. ALARGUE. Los espacios recrudecieron el sector defensivo. El cartón se iba llenando de amarillo tras la amonestación de Gago. El único impoluto de tarjetas era Zanetti. Después, el partido se hizo dramático, en honor al clásico, y Argentina se acomodó mejor con la salida de Gago lesionado, y el ingreso de Lucas Biglia, que cumplió bien con las asistencias a los hombres de creación. El balance final entregó a una zaga que flaqueó gravemente a la hora de controlar a los atacantes rivales y fue largamente desbordada en los centros por elevación. Burdisso fue el más claro conceptualmente; Milito no convenció en la marca pero fue claro con el balón en la salida, Zanetti no gravitó por su sector; Zabaleta alternó entre aciertos y desconcentraciones y el doble tapón se retiró del terreno antes de cumplirse la totalidad del partido, Mascherano expulsado y Gago lesionado. La zaga de la selección terminó con números rojos. |
No hay comentarios.: