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Villa-Devoto

Facundo Cabral murió acribillado en medio de una venganza ajena

El veterano cantautor, quien se encontraba de gira en Guatemala, fue atravesado por ocho disparos. Su acompañante, Henry Fariña, había recibido amenazas de los narcos.
ESPECTÁCULOS
/ El veterano cantautor, quien se encontraba de gira en Guatemala, fue atravesado por ocho disparos. Su acompañante, Henry Fariña, había recibido amenazas de los narcos. En el recital de Facundo Cabral en el Gran Tikal Futura Hotel de Guatemala había cinco mil personas. Sentado en una silla, solo con su guitarra y con los ojos levemente elevados al vacío, el músico habló durante cuarenta minutos. Contó su vida, esa que todo aquel que lo haya escuchado alguna vez conoce. Habló de su madre, del amor por ella, de Borges, de Teresa de Calcuta y San Francisco de Asís. Hizo esos chistes que eran un clásico en él: “Si tienes que cuidarla mucho –dijo– todavía no es tu mujer”. El público lo escuchaba con devoción. Incluso cuando se rompió un parlante y casi nadie escuchaba, nadie se animó a interrumpirlo. Parecía un chamán en trance.
Menos de una semana después, a pocos metros de allí, un grupo de sicarios lo asesinaría a quemaropa. Al cierre de esta edición todavía no se le había practicado la autopsia, pero varias fuentes adelantaron que su cuerpo tenía más de ocho disparos.
Poco antes de su muerte, a las 5 de la mañana de ayer, Facundo dejó la habitación del Tikal Futura. Minutos más tarde tenía que tomar un avión a cuatro kilómetros del hotel, en el aeropuerto internacional La Aurora. En el lobby se encontró con su representante, David Llanos, y con Henry Fariña, un empresario nicaragüense que también estaba alojado en el lugar. Las primeras versiones señalan que Cabral y Fariña no se conocían, y que este último se presentó como un admirador suyo. Otros dicen que Fariña era el productor de la gira. En su tarjeta personal figura que Fariña es dueño de varios night clubs en distintos países centroamericanos. Los tres hombres desayunaron juntos. Fariña, que también iba rumbo al aeropuerto, se ofreció a llevarlos en su Land Rover blanca. El empresario nunca salía sin custodia: en los medios se especula que ya había recibido amenazas.
Los sicarios lo interceptaron en el Boulevar Liberación, una de las avenidas más concurridas de Centroamérica. “Durante el día –explicó a Miradas al Sur una fuente que sigue el caso de cerca– ese lugar es un embotellamiento permanente, pero a la madrugada es ideal para este tipo de ataques, porque tiene cuatro carriles y varias vías para escapar. Hace poco, allí mataron de forma similar a un ex diputado”.
Los atacantes iban en dos vehículos, tenían chalecos antibalas y dispararon con fusiles automáticos al menos 18 veces. Facundo recibió ocho disparos. Su representante y el empresario nicaragüense dos. Los únicos que resultaron ilesos fueron los custodios: el auto en el que viajaban recibió algunos disparos, pero ninguno los alcanzó.
Herido como estaba, Fariña intentó entrar a una estación de bomberos que estaba cerca del lugar. Allí intentaron reanimar al cantante. Ya era demasiado tarde.
Pocas horas después y a 20 kilómetros de allí, la policía encontró una camioneta Hunday Santa Fe azul con la parte trasera perforada por varios disparos. Adentro había chalecos antibalas y vainas servidas de fusiles AK-47, conocidas como “cuerno de cabra”, una de las armas preferidas por los sicarios por su facil uso y porque nunca se traban.
Guatemala es un país donde hay más de 15 asesinatos violentos por día. Pocos se esclarecen. En la primera mitad del 2011 hubo más de tres mil muertes violentas y en los casi cuatro años del actual gobierno murieron más de 25 mil personas. Muy pocos de esos crímenes fueron resueltos. “Lamentablemente –dijo el titular de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) de Guatemala, Sergio Morales–, cabe la posibilidad de que este caso sea parte del 97 por ciento del índice de impunidad de crímenes ocurridos en el país.”
Al principio se especuló con que el crimen podría haber sido un atentado contra el cantante, cuyo compromiso social lo hizo conocido en todo Latinoamérica. “Es un asesinato para enrarecer el clima electoral de Guatemala”, dijeron las primeras versiones que circularon en las redes sociales. En Guatemala es común que la violencia política y económica se mezclen en un cóctel explosivo. Con el correr de las horas, esa versión perdió fuerza. “Todo apunta –señaló a Miradas al Sur una fuente ligada al caso– que fue un atentado contra Fariña. Como el empresario era el que manejaba la camioneta, los sicarios pensaron que era el chofer y que su objetivo era la persona que iba al lado. Estamos investigando los vínculos de Fariña con el narcotráfico a través de los clubs nocturnos que regenteaba.”
La noticia causó conmoción en todo el mundo, donde Cabral era querido y respetado. En el lugar de su muerte, mientras los peritos todavía intentaban encontrar rastros, se concentraron dos mil personas con fotos y flores del cantante. Entre la gente que lloraba y entonaba sus canciones estaba Rigoberta Menchú. “Lamentablemente estamos repudiando un crimen más que está causando terror, miedo y no dejo de pensar que él fue asesinado por sus ideales”, dijo entre lágrimas la Premio Nobel de la Paz.
En las redes sociales, miles de usuarios expresaban su bronca y convocaron a una movilización en las calles de la capital guatemalteca para exigir el esclarecimiento de su asesinato.
Poco después del crimen, el presidente de Guatemala, Alvaro Colom, se comunicó con su par argentina, Cristina Kirchner, para informarle sobre el asesinato. Según trascendió, Colom dejó abierta la posibilidad de que investigadores argentinos colaboren en el esclarecimiento del crimen. El embajador de Estados Unidos en Guatemala, Stephen McFarlan, también ofreció ayuda norteamericana para esclarecer la muerte. Algo de lo que Facundo Cabral se habría reído con ganas.
El cantante nació en La Plata el 22 de mayo de 1937. Tuvo una niñez difícil: su padre lo abandonó cuando tenía siete años y él emigro con su madre y sus seis hermanos, primero a Tierra del Fuego y luego a Tandil. De chico fue muy problemático y estuvo encerrado en un reformatorio. En la dictadura de 1976, ya consagrado como cantautor de protesta, se exilió en México, donde siguió componiendo. Se estima que recorrió 159 países. En enero de 1996 fue operado por una obstrucción en la carótida. Ese año, la Unesco lo declaró “Mensajero Mundial de la Paz”. Luchó contra el cáncer durante más de dos décadas.
Dejó decenas de discos, entrevistas y anécdotas. Quizá la entrevista más recordada sea la que tuvo con la periodista argentina Leila Guerriero. “Yo no tendría que trabajar más”, le dijo a ella. “Pero emocionalmente no puedo. Económicamente sí, podría. Un tipo que a los setenta años no tiene solucionado lo económico es bastante estúpido. Estoy becado. Subo al escenario y me dan un café, dulce de leche, spaghettis, una botella de vino, un hotel, un avión. Vivo fenómeno. Pero mi salud es más que endeble, aunque soy de la clase de gente que no se queja. Me parece una vulgaridad quejarse. Para mí la muerte nunca fue un tema serio. Más bien es excitante la idea de la gran hembra, la muerte. Yo me imagino que el paso final debe ser como el silencio en el teatro, antes de que se encienda la luz. El paso al otro lado debe ser así. Ese silencio.”




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