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San Antonio prolongó la fiesta con el desfile de los campeones

Trás siete años, la ciudad tejana festejó la obtención de otra corona con el tradicional paseo por el río y el cierre en el Alamodome; Ginóbili, acompañado por su familia, fue una de las figuras más aclamadas de la ceremonia. l Parade, tal como se conoce al desfile de los campeones, se ha convertido en una fantástica costumbre en esta ciudad, que ha visto a sus héroes del básquetbol consagrarse por quinta vez como campeones de la NBA en las últimas 15 temporadas.
  


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San Antonio prolongó la fiesta con el desfile de los campeones.   
19/6/14

Y ayer, nuevamente el River Walk vio pasar sobre sus aguas al plantel de San Antonio Spurs, el flamante campeón; por supuesto, con Emanuel Ginóbili como una de las estrellas de la celebración.

La fiesta, vale señalarlo, empezó bien temprano. Porque desde la mañana las camisetas de Duncan, Parker y Manu Ginóbili se veían por todos lados, con cientos de personas enfundadas con las musculosas con sus respectivos números en la espalda. O si no, con las flamantes remeras dedicadas a la nueva conquista. Pero todos, o casi todos, lucían algo de los Spurs, como una suerte de distinción, de reconocimiento y orgullo por el equipo que condujo a esta ciudad a lo más alto de la NBA e ingresó en la historia del básquetbol. Con carteles enormes, con gigantografías con el número de títulos logrados -"Cinco", así, en español, en una clara muestra de la influencia latina-, o carteles en los que se podía ver a Parker y Duncan con sonrisa a pleno, al lado de un LeBron James al borde del llanto; las referencias al astro de Miami no fueron casuales: su gran actuación en la final del año pasado, que le dio el título a los Heat, lo convirtieron en un archivillano.

Cuatro horas antes del comienzo de la gala, cientos de personas estaban junto al River Walk, aguardando el paso de los jugadores. La espera se sazonó con muchas bebidas para combatir el intenso calor tejano, y los 34 grados se hicieron sentir en medio de la tarde. Por eso, los enormes vasos de cerveza fresca y las enormes sombrillas que actuaron como refugio, se convirtieron en una compañía ineludible.

Con puntualidad, a las 20, Sean Elliot, integrante del equipo campeón de 1999, devenido en animador televisivo, tomó el micrófono y comenzó la conducción de la fiesta, con el desfile de las barcazas que conducían a los campeones por el río, que cruza parte de la ciudad, pero sobre todo el downtown. El centro de atención era en el Arneson Theatre, un anfiteatro con el escenario ubicado de un lado del río, y la gente -unas mil personas- del otro lado. Primero pasó Tony Parker, y poco después llegó la barcaza encabezada por Ginóbili, con la bandera argentina en el frente, tal como lo había hecho en 2007, cuando tenía a Fabricio Oberto como uno de sus compañeros de equipo. Aquí, en la lancha también estaban su mujer, Marianela, sus mellizos Dante y Nicola; sus hermanos Sebastián y Leandro, y los padres de Manu, Raquel y Yuyo, además del brasileño Tiago Splitter. "Vení, Manu", lo invitó Elliot a subirse al escenario, y el bahiense ensayó el mismo discurso; primero en inglés y luego en español: "Éste es un momento muy especial para nosotros. Como ustedes saben, el año pasado tuvimos una temporada muy complicada, en la que terminamos perdiendo un juego muy extraño. Este año pudimos jugar contra el mismo rival, y nos redimimos contra un gran oponente, que es lo que merecíamos. Es realmente dulce. Estamos con muchos chicos que no habían tenido la posibilidad de ganar un título, como Danny (Green), Tiago (Splitter), Kawhi (Leonard), Boris (Diaw) y Patty (Mills). Lo logramos después de siete años y lo queremos compartir con ustedes". El público explotó con las palabras de Manu, uno de los integrantes del ya mítico Big Three, y referente principal dentro del plantel.

Tras el paso de Manu Ginóbili siguieron otras figuras, como el joven Kawhi Leonard, recibido al grito de "M-V-P", ya que fue designado jugador más valioso de las finales, que admitió que llevaba casi tres días sin dormir, y Gregg Popovich. El entrenador no habló, pero se divirtió con la gente al contar de a uno, con los dedos, los títulos obtenidos con la franquicia; el público le pidió, primero, "un año más", luego, dos, y tres... hasta despertar el aplauso del legendario conductor. A Tim Duncan, de pocas palabras, le preguntaron si se iba a quedar un año más, y el astro no tuvo empacho en señalar a Patty Mills, su compañero en la lancha: "Creo que la pregunta es para vos. Esperamos que te quedes con nosotros"; el australiano (ver aparte) promete ser uno de los jugadores más pretendidos en las próximas semanas. Y también hubo lugar para las chicas de la Baseline, plateístas vitalicias en cada partido de los Spurs.

Después del paseo con las lanchas, el plantel se trasladó al Alamodome, el viejo estadio de los Spurs, aquel escenario en el que San Antonio obtuvo su primer título en 1999, con Tim Duncan y David Robinson como figuras. No es un estadio más: unas 40.000 personas concurrieron a la fiesta, en un recinto que, años atrás, podía albergar hasta 70.000 espectadores, antes de la creación del moderno AT&T Center. Allí se vieron videos de lo mejor de la temporada y cada jugador volvió a tomar el micrófono para saludar a la gente. Como sucedió con quienes siguieron el paseo por el río, miles aguardaron en el Alamodome desde cuatro horas antes; las porristas, que arrojaron cientos de camisetas a las tribunas, ayudaron a matizar la espera. San Antonio, tras siete años, se reencontró con la celebración; una jornada con el sabor único de los días inolvidables, y también con la sensación de haber vuelto a recorrer la senda del triunfo, de los grandes éxitos.

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