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Faltan hombres… ¡Sobran machos!.

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Basta de pensar que “los hombres no lloran”. Para que en casa exista el “macho” debe haber una mujer que sea cómplice, que lo permita. Acusar al otro de machista sin una postura autocrítica no va a provocar un cambio. Tips que te ayudarán a soltar al “macho femenino” que hay en vos.
Faltan hombres?.   
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5/6/13

Mientras nosotras buscamos nuestro camino, aprendemos a vivir desde lo que sentimos e intentamos “salir de nuestra zona de confort emocional” para correr riesgos, ellos también se replantean el “modelo aprendido de masculinidad”, para soltar creencias derivadas de frases como “es todo un hombre, que se arregle”, “no llores, pareces una mujercita” o “sos el hombre de la casa, cuidá a todos”.

Tanto hombres como mujeres construimos nuestras historias, crecemos intentando armar nuestra individualidad, “nuestro mundo”. Pero, al mismo tiempo, tenemos miedo a perder el afecto, a no sentirnos reconocidos. Desde que nacemos, nos “moldeamos” socialmente. En una suerte de aprendizaje de roles, jugamos diferentes estrategias en el juego de la vida para lograr llegar a la meta.

¿Cuál es la meta? Ser queridas, aceptadas, reconocidas. Para esto es importante seguir al pie de la letra el “reglamento” de este juego: para nosotras será indispensable ser cariñosas, respetuosas (no cuestionar mucho, renunciar), cuidar de la familia las 24 horas, dar amor incondicional (obediencia, dejarlo todo en manos de él, ya que “sabe lo que hace” y “lo hace por el bien de todos”). En este contexto, la sensibilidad y la protección parecen un signo de debilidad.

¿Qué pasa con los hombres en este juego de roles? Son fuertes. Resuelven. No dicen lo que sienten (porque eso es preocupar a los demás). No se equivocan. Tienen muy claro lo que quieren y cómo conseguirlo. Y si algo sale mal, “se la bancan, porque para eso son machos”.

Estas parecen ser las conductas correctas, reconocidas. Hace un poco más de cuarenta años las mujeres empezamos a replantearnos nuestro rol, nuestras elecciones, nuestra vida sexual. Por un lado, esto es positivo, es saludable. Pero para crecer, inevitablemente, tenemos que atravesar diferentes sentimientos: ansiedad, miedo, incertidumbre. Transitar el camino prolijamente señalizado sin muchas vueltas, ya aprobado por generaciones de mujeres puede ser tentador, pero no significa que sea “nuestro” camino. Es solo una opción, no la única. Esto nos hace ver un camino con muchas bifurcaciones, con muchas opciones, donde cada una tiene algo de interesante.

A veces podés sentirte un poco perdida, con dudas. ¿Cómo elegir la profesión, sin sentir que abandonas a tu hijo? ¿Cómo vivir tu vida social, sin sentir alguna veces una mirada acusadora (aunque sea imaginaria) de tu pareja? Es que vivimos un momento de transición, en la que conviven los dos “modelos”: se asocia al hombre con la protección o la fuerza, mientras él intenta negociar con ese modelo de “macho” ya que trabaja, disfruta de su tiempo libre y cuida a sus hijos, hace las compras, cocina… Y siente placer por esto. Aunque su lucha interna por soltar al “macho” siga. Algunos elijen el modelo aprendido, a veces por convicción, otras por miedo. Pero están los que se preguntan: ¿Cómo hago para vivir como quiero? Y, a pesar del miedo, intentan armar su propio modelo.

Tres tips que te pueden ayudar a soltar el “machismo femenino” que hay en vos:

* Desandá las creencias limitantes. De niñas se nos brinda cuidados “especiales”: nos enseñan que para que nos quieran tenemos que ser bondadosas, agradecidas. Mientras no nos separamos de nuestras muñecas, empezamos a soñar con el “príncipe azul”, que nos amará y protegerá para siempre. Estas son algunas de las semillas que nos convierten en mujeres tironeadas entre nuestras necesidades, deseos y sensaciones de culpa y egoísmo. Idealizar al hombre, atribuirles todos los poderes, te hace sentir con pocos recursos. Es una actitud que, lejos de fortalecer el amor, lo contamina.

* Creá tu huella emocional. Desde tu lugar (mujer, mamá, tía, docente, comunicadora), replanteate las frases que decimos naturalmente (como “yo confío más en los médicos, me dan más seguridad”) o en las acciones que hacés sin real conciencia. No trasmitas a tus hijos códigos machistas: que tengan la libertad de jugar los juegos que los diviertan, que puedan decir las palabras que sientan, que puedan llorar cuando algo los angustia, que puedan ver las películas que elijan más allá del género. Enseñales a tus hijos que no hay roles fijos determinados por el género (las nenas ayudan a la mamá a limpiar, preparan la mesa y los nenes ayudan a la mamá a levantar las cosas pesadas, ven películas de acción, de terror…). Es el mejor gesto de amor hacia ellos.

* Disfrutá del poder de la asertividad. Aprendé a buscar las palabras que mejor representen lo que sentís, en lugar de utilizar frases aprendidas, pero no sentidas. Transmitilas en un tono medio, en contacto visual con el otro. Reformulate algunos conceptos aprendidos, como el “no”, que no es rechazo hacia la otra persona, simplemente es “no” a esa propuesta, es algo que no deseamos hacer o no estamos de acuerdo. Aprendé a no dar por sentadas las cosas, preguntá lo que no entendés. Hablá con tu pareja de lo que sentís. Pueden emocionarse juntos sin importar de qué; es un ejercicio que, hecho en forma cotidiana, nos permite naturalizar la expresión de nuestros pensamientos y emociones, más allá del género.

Para que exista el “macho” debe haber una mujer que sea cómplice, que lo permita. Acusar al otro de machista sin una postura autocrítica no provocará un cambio. Por eso es importante no renunciar a los espacios que nos hacen bien, a nuestros intereses. Cambiá de opinión por convicción y no para conformar al “otro” y así evitar una discusión.

Replanteate las frases repetidas por años. Decir “me equivoqué”, “disculpame”, “no quiero”, “necesito”, “tengo miedo”. Angustiarse, llorar. Es un derecho de todos. En definitiva, lo que nos iguala es a tener derecho a ser todos libremente diferentes.

Lic. Adriana Waisman, psicóloga especialista en conductas adictivas y trastornos de ansiedad.

Adriana dictará un Taller de Entrenamiento en Comunicación e Inteligencia Emocional-Creativa, “El arte de poder manejar el enojo y la ansiedad”. Entre los temas se encuentran: qué son las emociones y los sentimientos, cómo identificarlos y diferenciarlos, cuáles son las causas que lo producen; cuáles son las técnicas creativas para aprender a expresar y controlar las emociones y pensamientos negativos; qué es el enojo, técnicas emocionales-creativas para su control; qué es la ansiedad, técnicas concretas de manejo de la ansiedad aplicada a situaciones cotidianas. La metodología se basa en un aprendizaje específico de técnicas de comunicación aplicadas a situaciones cotidianas. Enseñanza de técnicas de programación neurolingüística, psicoeducación, bioenergética, cognitivismo-conductivista. Por consultas o inscripciones, podés escribir a adrianawaisman@yahoo.com.ar o llamar al 15-5165-0580.



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