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¿Por qué no cierra el caso Ángeles?

SOCIEDAD.
Noticias.
¿Por qué no cierra el círculo en el crimen de Ángeles Rawson? Esa pregunta se planteó anoche el periodista Ricardo Canaletti en “Telenoche” (El Trece). Desde el punto de vista de la causa judicial, el columnista del noticiero señaló una serie de avances en la investigación que, al día de hoy, tiene como único implicado a Jorge Mangeri, el encargado del edificio que habitaban Ángeles y su familia.
Angeles Rawson.   
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26/6/13

No obstante, Canaletti destacó una realidad que se desarrolla a contramano del expediente: los días pasan, dijo, y la avidez social por el caso no disminuye, la ansiedad no se calma. Según explicó, lo más común hubiera sido que una vez conocido el resultado del análisis de ADN que confirmó la existencia de material genético de Mangeri en la uña del dedo índice de la víctima, la avidez del público por el caso fuera cediendo, ya que esa prueba compromete seriamente al detenido y va a ser muy difícil de revertir. Pero la relación de los televidentes con el crimen de Ángeles va por otro carril: parece que seguimos tan interesados en este caso policial como el primer día.

Papel y lapicera en mano, Canaletti dibujó un círculo al que imaginó como el caso de Ángeles Rawson y se preguntó por qué no cierra para la opinión pública. El periodista fue anotando una serie de hechos, indicios y pruebas que marcan avances en la investigación judicial: el material genético en la uña de la víctima, la autoincriminación del portero en la fiscalía, la declaración del taxista que dijo haberlo trasladado por pocas cuadras en la noche del lunes que desapareció Ángeles, la declaración de la empleada de la inmobiliaria que dijo haber recibido de parte del encargado la oferta de 100 pesos para bajar al sótano con él, etc. Sin embargo, Canaletti no cerró el círculo. Y se preguntó por qué existe en la sociedad la sensación de que esa historia no puede cerrar así, que no puede ser cierta la hipótesis de la fiscalía. La respuesta que encontró el periodista a su propia pregunta fue muy dura de escuchar. Muy inquietante.

Según Ricardo Canaletti, hay en la opinión pública una resistencia a aceptar que el crimen de Ángeles tenga un autor ajeno al círculo íntimo de la adolescente. Incluso cuando el estudio de ADN diga que en la uña de la víctima había material genético del portero del edificio. ¿De dónde viene ese empecinamiento colectivo en negarnos a aceptar cualquier indicio que vaya en contra del prejuicio compartido? Muy preocupante fue la respuesta de Canaletti. Según él, esa negación viene de una tendencia social a aplicar—aunque no la nombremos ni la conozcamos por su nombre— la teoría de Lombroso, el médico y criminólogo italiano que en el siglo XIX consideró al delito como resultado de tendencias innatas y sostuvo que los delincuentes tenían fisonomías específicas. Algo así como “dime qué aspecto tiene y te diré que delito puede cometer”.

De verdad, quise que Canaletti se estuviera equivocando en su apreciación, porque es atroz pensar que en el siglo XXI estemos funcionando en base a los prejuicios del siglo XIX. Es preocupante que por más que los medios y la Justicia nos informen sobre los avances en la recolección de pruebas, nos neguemos a escuchar todo lo que no coincida con el dictamen de nuestro prejuicio, elaborado en base a “la portación de cara”. Pero Canaletti se había ido preparado e ilustró sus dichos con dos retratos: uno, del portero Jorge Mangeri; el otro, de Sergio Opatowski, el padrastro de Ángeles. Mostró la foto de Mangeri y dijo que para “la gente” este hombre “tiene cara de buenazo, de buen tipo” aunque sea el único detenido y aunque se haya encontrado su perfil genético en la uña de la víctima. Mostró una foto del padrastro de Ángeles y dijo que en sus primeras apariciones públicas, gran parte de la sociedad lo había mirado con sospecha, por su modo de expresarse o por su rostro, aunque no pese sobre él ninguna sospecha judicial hasta el día de hoy; aunque no esté acusado de absolutamente nada en la causa. Luego, Canaletti mostró la foto de un anciano y preguntó: ¿Culpable o inocente? “Este viejito con cara de bueno es Lombroso”, afirmó.

La Justicia deberá encontrar, juzgar y castigar al autor del crimen de Ángeles Rawson, sea quien fuere. No es ésa una tarea de la televisión ni de su público. Pero más allá de este caso, algo tendremos que hacer nosotros, la gente de a pie, para dejar de mirar con los ojos de Lombroso. Para entender la realidad del siglo XXI, no nos ayuda en nada el hábito de observarla a través de los prejuicios del siglo XIX.













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