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Martín Bossi asegura: "Olmedo es mi sangre".

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El actor comienza mañana en rosario el rodaje de "El Negro Olmedo", donde interpretará al capocómico rosarino en décadas pasadas. Secretos de la transformación.
Martín Bossi (Click en la foto).   
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29/5/13

Se mira al espejo y lo ve a Olmedo. Y a veces la imagen le quita el sueño. Martín Bossi comienza mañana a rodar en Rosario "El Negro Olmedo", su primer protagónico en cine y nada menos que interpretando al capocómico rosarino que dejó un sello en el modo de escribir la palabra humor. Bossi habló en exclusiva con Escenario y contó la pasión que le despierta recrear la figura de su ídolo, por qué duerme de un modo extraño hace más de cuatro meses y hasta habló de lo inexplicable: su amor incondicional por Rosario.

—¿Qué representa Alberto Olmedo para vos?

—Es parte de mi infancia, de mi sangre, de mi cultura, venimos de ahí, es lo que somos, el dulce de leche, el Obelisco, el Monumento a la Bandera, Fangio, la Argentina del 78, Maradona, Gardel, Sandro, Olmedo, somos eso.

—Por lo visto lo jerarquizás en un lugar de privilegio tanto en lo cultural como en lo simbólico.

—Pero, claro, en lo simbólico también, porque está en nuestra sangre, en nuestros genes, Olmedo ha cambiado nuestro vocabulario, nuestra cultura, ha sido sociólogo, un tipo que nos ha marcado absolutamente. Tiene que ver con mi papá, con mi mamá, con mis abuelos riéndose, con otra época gloriosa de la Argentina y del humor.

—¿Recordás cuando fue la primera vez que te impactó, si fue con Piluso o con "No toca botón"?

—Me contó mi mamá que yo miré Piluso en la última etapa, pero después la etapa de "No toca botón" la disfruté entera. Me acuerdo de mi papá arrodillado en el piso muerto de risa, y mi mamá que iba y venía, y eran viernes en que se paraba todo, había alaridos de risa.

—¿Tu infancia de pibe de barrio y travieso en Lomas de Zamora, y de clase media, tiene similitud con el mundo de Olmedo?

—Sí, pero él la pasó peor, porque pasó hambre y frío, y yo no te puedo decir que pasé por eso. Pero hay muchos puntos en común: él se dedico al humor, yo soy humorista; él es un payaso y yo también (llamativamente hay varios momentos en la entrevista en que al hablar de Olmedo lo hace en tiempo presente, y no pasado). Pero, a ver, por otra parte no tengo nada que ver con Olmedo, él es un maestro y yo soy un laburante, un tipo que intenta dejar una señal de alguna manera u otra. Olmedo es de otro planeta y yo soy de este planeta y trato de hacer lo que puedo, pero bueno, hay puntos en común, hemos nacido en un barrio, somos dos personas humildes, negritos, flaquitos, con suerte (risas). Somos tipos comunes, amigos de mis amigos, me gustan las mujeres, me gusta el fútbol, entiendo mucho la vida de Olmedo, aunque la estoy estudiando a morir.

—¿Qué descubriste de su vida que te haya sorprendido?

—Descubrí que sufrió mucho de chico, eso me sorprendió, y que andaba buscando al padre todo el tiempo. El sufrió la ausencia del padre y lo buscó durante mucho tiempo, eso me sorprendió bastante en su historia. Después, lo que vi y viví era un poco lo que me suponía de Alberto.

—¿Y en cuanto a lo lanzado que era? Porque no hay dudas que en su vida se la jugó bastante.

—Se la recontrajugó, era un tipo que vivía al borde, vivía siempre al borde de él mismo, y de hecho murió como vivió. De chiquito voló y murió volando, es así.

—¿En la caracterización que hacés, usás máscaras?

—Uh, fue todo un tema eso. Mirá, yo hago el Olmedo joven y el más grande, pero en la primera caracterización que hice del más grande estaba absolutamente igual, nariz, pera, ojeras, y me requiere más naturalismo, de hecho estoy pelado. Pero cuando empezamos a trabajar empecé a quitarme cosas, a quitarme cosas, a quitarme cosas (repite) y me quedé en un límite muy exacto entre lo que soy yo y lo que es Alberto. Ahora, ¿cuál es el resultado?: que estoy exactamente igual.

—Te sorprendiste a vos mismo.

—Te digo la verdad, yo no estoy lejos de él, porque soy narigón, flaco, morocho, con ojos grandes, y con la pelada igual a él mas un toquecito en los ojos y en la boca estoy igual, pero igual igual, ¿eh?

—¿O sea que en la película no usás ninguna de las máscaras con las que se te conoce en la televisión y en el teatro?

—Nada, me van a ver a mí igual a Olmedo, es una cosa bastante fuerte, te digo.

—¿Al ser el primer protagónico cinematográfico de tu carrera, qué alegrías y temores te generó?

—Alegrías a montones: primer protagónico en cine e interpretando la vida de Alberto Olmedo, o sea no puedo pedirle más a Dios, no puedo recibir tanto honor y privilegio, es demasiado. Poder quedar en la historia por ser el hombre que pudo contarle a la gente cómo era Olmedo fuera del laburo, transitar este camino desde hace cinco meses, tenerlo en el corazón. En cuanto a los temores, ninguno, el único temor es qué hay para mí después de este regalo.

—Sabés que la ciudad se divide en dos a nivel pasiones futbolísticas, ¿en la película hay alguna escena de Olmedo vinculada a Central o a Ñuls?

—Eh......la verdad, está bueno verla, lo único que puedo contarte es que hay una cosita vinculada al fútbol.

—No, pero decime algo más, que para el rosarino es importante.

—Bueno, hay uno de los clubes que figura... (risas)

—¿Te conmovió trabajar con los hijos de Olmedo, ya que Mariano es el director y Marcelo es el guionista?

—Sí, te digo que por momentos da miedo lo que escribió Marcelo. Y el día que Mariano me vio por primera vez caracterizado como su padre, tuvo que salir a caminar como un loco por Calle Corrientes, porque dice que se sintió raro.

—¿Por qué se sintió así?

—Debe ser raro ver a un tipo igual a tu papá, es muy fuerte, después me vio Sabrina Olmedo y también se emocionó. Pero también es fuerte para mí mirarme al espejo, eh, porque Alberto no está y....nada...es muy loco. Yo hace cuatro meses que duermo de una manera muy extraña. Hay mucho amor en esto, es un compromiso muy grande, hay mucha pasión, es muy loco lo que me pasa, me cuesta mirarme al espejo.

—¿Ya incorporaste el rosarigasino?

—Sí, tuve que incorporar el rosarigasino, a sentarme a una mesa y tomar vino, que no tomo vino, el también toma whisky, modismos de hombre de barrio de antes, de macho, yo soy un pibe de barrio pero mas francesito, viste, tuve que tomar otro tipo de hábitos.

—¿Y descubriste algún ADN especial del rosarino, tanto en Olmedo como en otras personas de su entorno que conociste en la ciudad?

—Mirá, te digo esto, yo fui a trabajar muchas veces en Rosario, de hecho vuelvo en agosto, pero con Rosario me pasa algo muy especial, Esto siempre lo digo: yo cuando voy a Rosario siento que es un lugar que ya recorrí en otro momento, siento que es un lugar muy familiar, podría haber nacido allí tranquilamente, lo siento así, mi forma de ser encaja mucho con el rosarino.

—¿Pero es una ciudad que conocías de antes de tu lanzamiento como actor?

—Apenas he ido a ver alguna novia de muy chico, pero tengo algo particular que no lo he podido deducir. Es una sensación de libertad y de hogar, y de algo que me corresponde que es rarísimo. Porque soy de Buenos Aires, pero él es Rosario, Olmedo es absolutamente Rosario y lo poco que conozco a Rosario tiene que ver con Olmedo y tiene que ver conmigo, entonces es una simbiosis muy extraña, es algo muy familiar la vida de Olmedo para mí. Yo tengo mucho amor por Olmedo y mucho amor por Rosario, Me gusta, por ejemplo, sentarme en un bar de Rosario, oler a Fontanarrosa, a Olmedo y a Páez, ver las mujeres, ver la rivalidad entre Central y Ñuls, me enamora tener que ver con esa ciudad.



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